Fútbol Internacional

Javier Mascherano, prócer del futbol en su ciudad natal en Argentina

En la ciudad portuaria de San Lorenzo, al norte de Buenos Aires, consideran que existen dos padres de la patria argentina: el héroe de la independencia José de San Martín y el futbolista Javier Mascherano.

El actual volante y defensor del FC Barcelona, con pasado en Liverpool y West Ham de Inglaterra, Corinthians de Brasil y River Plate argentino, nació allí, a 340 kilómetros al norte de la capital argentina, en el corazón del polo agroexportador de soja, el 8 de junio de 1984, pegado a Rosario, la cuna de Lionel Messi.

Tras su actuación consagratoria en la última Copa del Mundo Brasil-2014, donde el seleccionado albiceleste terminó subcampeón, en San Lorenzo declararon al Jefecito, ciudadano ilustre, empapelaron las paredes de la ciudad con su cara y colocaron un enorme cartel con la leyenda “Nuestro mayor orgullo: gracias Javier. San Lorenzo, tu ciudad”.

Su valentía deportiva la comparan con la de San Martín. Fue en esa misma ciudad de 50 mil habitantes donde el general que también liberó Chile y Perú, protagonizó en 1813 su única batalla y victoria en suelo argentino.

“Si Mascherano negocia con los fondos buitre, te trae el vuelto”, dijo uno de los tantos “Maschefacts” que circularon con locura en las redes sociales tras la semifinal ganada a Holanda a penales en el Mundial.

Mascherano integra de hecho la cantera rosarina, pues San Lorenzo es vecina de la populosa Rosario.

De los 23 jugadores que formaban la Selección el día de la final contra Alemania, siete provenían de la segunda ciudad del país que ha visto nacer a Lionel Messi, Ángel Di María, Maximiliano Rodríguez, Ezequiel Garay, Ezequiel Lavezzi y Martín Demichelis

El crespo bajito

Reynoso lo recuerda como un niño “bajito, de cabello crespo y ojitos pícaros, muy simpático y mimoso”.

“Javier tiene una mamá excepcional. Lo acompañaba siempre, venía a las actividades escolares. Una familia muy linda y colaboradora”, relató.

Mascherano ha disputado más de 100 partidos en la selección, obtuvo dos medallas de oro olímpicas y participó de tres Mundiales (Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014).

Su mamá, Teodolinda, y su papá Oscar Mascherano, técnico químico, viven desde hace 32 años en la misma casa, en un barrio de clase media con casas bajas y calles arboladas, desiertas a la hora de la siesta.

“Son gente común, de trabajo y de bien”, dijo Myriam Cardoso, una vecina.

Ídolo de los niños

De la mano de su padre Oscar, fanático del futbol y él mismo jugador frustrado en Newell’s Old Boys de Rosario, empezó a jugar al futbol a los cuatro años en Cerámica San Lorenzo, un club barrial.

A los 10 años pasó a Barrio Vila, donde fue descubierto por el técnico Jorge Solari, quien lo llevó a Renato Cesarini, un pequeño club que alumbró otras estrellas que brillaron en Europa como Roberto Sensini o Santiago Solari.

“Íbamos a ver jugar a chicos a todos los pueblos. Así encontramos a Mascherano. Ya tenía recorrido, despliegue y buen trato con el balón”, dijo Solari.

A los 13 años, Javier empezó a viajar en autobús casi dos horas para recorrer los 50 kilómetros desde su casa a la cancha de Cesarini. “Él ya era muy serio y profesional”, recordó

Solari dijo que a pesar de su estatus de estrella mundial dejó un recuerdo bárbaro. “Cuando puede pasa por la pensión. Les cuenta a los chicos en qué cama durmió. El es muy simple, con gran vocación y personalidad”, sintetizó.

Un debut único

Tan bueno era Mascherano para su edad que debutó antes en la Selección mayor que en la primera división de River Plate, que lo había fichado con apenas 15 años.

Fue así que el 16 de julio de 2003, con Marcelo Bielsa como entrenador, salió a la cancha en el partido que Argentina empató con Uruguay en La Plata. Un mes y medio después el chileno Manuel Pellegrini, actual entrenador del Manchester City, lo hizo debutar en River.

El DT Miguel Angel Tojo, que integró el cuerpo técnico de las Selecciones Juveniles de Argentina, aún recuerda con frescura el día del debut internacional de Mascherano a los 19 años.

“Ese partido contra Uruguay fue durísimo”, rememora Tojo. “Mascherano lo tomó con la seriedad que nos tenía acostumbrados ya de chico y nos dejó una imagen hermosa porque debutó en la selección argentina sin haber jugado todavía en primera división. No se dio con otro chico”.

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