Tanto fue así que antes del minuto diez ya iba por delante al aprovechar Maguire una acción de estrategia servida por James para cabecear al fondo de las mallas. El tanto fue un varapalo para los albanos, a los que desde entonces les empezó a salir todo mal.
A ese revés le siguieron las lesiones de Bare y Kumbulla. Y, entre medias, tuvieron que lamentar la falta de acierto de Uzuni en una ocasión clarísima que hubiera servido para igualar el choque. La misericordia que tuvo el jugador visitante fue de la que carecieron los ingleses.
A los dieciocho minutos, una gran asistencia de Henderson desde la derecha la cabeceó Kane debajo del larguero para hacer el segundo. Y diez más tarde los mismos jugadores volvían a encontrarse al borde del área, esta vez con Kane entregándole el esférico a Henderson para que éste anotase con sangre fría.
No cesó ahí la pegada de los locales, que hicieron el cuarto en el minuto 33 cuando Kane dio lustre a una entrega de Sterling después de que el extremo aprovechase un fallo del rival. Sin embargo quedaba una guinda para la primera parte, el gol que le sirvió a Kane para sellar un triplete y que nació en una bella volea tras un saque de esquina que tocó en un rival antes de alojarse en la portería.
Dadas las circunstancias, el guión tras el descanso parecía escrito. Y se ajustó a lo previsto, un equipo con el trabajo hecho centrado en evitar sobresaltos y otro con la derrota asimilada que no quería recibir más castigo. Tras el armisticio, a Inglaterra le falta únicamente superar su ‘trámite’ contra San Marino para estar en la cita de selecciones más relevante.