Menos de un año después, este martes, la directiva del club con el que conquistó once títulos, entre ellos la Copa Libertadores de 1995, aceptó su renuncia como técnico.
Scolari “pidió la dimisión hoy por la mañana. Entendió que su ciclo y su capacidad de avanzar con el plantel y el club estaba concluida. El Gremio entendió su petición y la extendió también para su comisión técnica”, anunció este martes en conferencia de prensa el presidente del club, Romildo Bolzan.
El flojo comienzo del equipo en la liga brasileña, donde sólo sumó un punto de seis posibles y es 18 de un total de 20, junto a sus constantes peticiones de refuerzos para el equipo, podrían estar detrás de la decisión de Scolari.
Aunque no es la primera vez que Felipao exhibía su descontento. Conocido por su carácter irritable, el técnico llegó a autoexpulsarse de un partido ante el modesto Veranópolis a mediados de febrero.
“Más vergüenza de la que pasé, es imposible pasar”, explicó después a la prensa sobre su abandono del banco antes del final del encuentro que perdió su equipo por 1-0.
El exseleccionador cierra su tercera etapa en el Gremio sin haber conseguido ningún título. Los gauchos finalizaron séptimos de la pasada liga brasileña, fuera de la Libertadores, y cayeron en la final del campeonato regional ante sus archirrivales del Internacional hace dos semanas. Era el principio del fin.
Scolari, sin embargo, nunca olvidará esta etapa en el Gremio. El técnico de 66 años se refugió en el club de su estado natal, Río Grande do Sul (sur de Brasil), 21 días después de la derrota ante Alemania.
Marcado de por vida por aquella noche, Felipao confesó a su llegada al Gremio que durante aquellas tres semanas se había sentido “execrado”.
Mientras la prensa y la calle renegaban de su trabajo, tan celebrado tras la consecución de la Copa Confederaciones el año anterior, sólo un viejo amigo acudió al rescate. Fue el por entonces presidente del Gremio, Fabio Koff, quien le ofreció volver al club en el que ganó fama como entrenador.
“Si me preguntan qué queda marcado, qué nunca olvidaré, es el resultado catastrófico del 7-1. Sé eso (…) Lo siento y lo guardaré para el resto de mi vida, pero algunas cosas que están intentando poner sobre mí no son correctas. El pasado dice lo que fue, un juego que no muestra la realidad de mi vida”, reivindicó Scolari desde Porto Alegre.
Técnico de moda tras su victoria en el Mundial de 2002, Scolari llevó a la selección portuguesa a la final de la Eurocopa de 2004 y a las semifinales de 2006. Con un Mundial, una Copa Confederaciones y dos Libertadores como carta de presentación, Felipao es un viejo conocido de los banquillos de medio mundo. Desde Inglaterra, donde dirigió al Chelsea entre 2008 y 2009, hasta Uzbekistán, pasando por Arabia Saudí o Kuwait.
Pero el que estaba llamado a ser el técnico del sexto título de la Selecao, esta vez en casa, no superó el descrédito de ser quien vio desde el banco la peor goleada de la historia de Brasil.
Cuando se apagaban las luces del Maracaná tras la final del 13 de julio y la fiesta se marchaba a Alemania, el seleccionador y su comisión técnica fueron destituidos del cargo.
A los nueve días, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) presentaba a Dunga como nuevo técnico de la selecao.
Un año después, mientras el nuevo seleccionador trata de reconstruir la moral de los jugadores de cara a la Copa América de Chile, Felipao deberá remendar ahora la suya.