“¿Quién podría pensar que no son casi goles?”, preguntó, en referencia a las jugadas y asistencias del genio de Barcelona, que se pareció tal vez como nunca al que brilla a diario en Europa.
Y es que Messi regaló acciones magistrales, como el pase exacto a Javier Pastore para el segundo gol o el inicio de la jugada del cuarto gol en el que dos paraguayos terminaron chocando entre sí.
Fue un verdadero concierto con Pastore y Ángel di María como principales violinistas para los más de 29 mil espectadores en el estadio Ester Roa de Concepción y aquellos que siguieron el partido por televisión.
Un gol en 945 minutos
Lo que no encuentra explicación lógica sigue siendo la ausencia de sus goles, justo él, que en 2015 convirtió 35 tantos en 36 partidos con el Barcelona, donde parece anotar casi como respira.
En los últimos nueve partidos oficiales que jugó con Argentina entre el Mundial de Brasil-2014 y esta Copa América, Messi convirtió apenas un gol de penal en el debut en Chile contra Paraguay (2-2) .
Desde la victoria 3-2 con dos goles suyos ante Nigeria en el cierre de la primera fase del Mundial pasaron 945 minutos y Suiza, Bélgica, Holanda, Alemania, Paraguay, Uruguay, Jamaica, Colombia y los guaraníes por segunda vez.
Algunos dicen que a culpa es de un equipo que no juega para él como sí sería el caso en el Barcelona. Pero esa es una verdad relativa.
Y es que ocasiones no le faltaron, como el cabezazo a bocajarro contra los cafeteros en cuartos de final que salvó de manera milagrosa David Ospina, o el disparo afuera con Manuel Neuer en la final del Mundial, una jugada que la Pulga suele convertir de manera casi automática en el Barsa.
El martes tuvo una clarísima tras una gran combinación con Pastore, pero otra vez le faltó precisión y el arquero Justo Villar alcanzó a manotear el balón.
El propio Messi admitió que es tremendo lo que le cuesta hacer un gol con la camiseta nacional, aunque insiste en que la cuestión no lo tiene preocupado mientras el equipo continúa ganando.
“Ojalá, ojalá, y si no, no pasa nada, es lo de menos”, dijo después del partido del martes al ser preguntado sobre si se estaba guardando los gritos para la final del sábado con Chile en el estadio Nacional de Santiago.
Martino, de su lado, también parece tranquilo: “Yo no lo ve preocupado, lo veo feliz. Él no necesita ser el goleador del equipo para ser feliz”, señaló.
El Tata, que fue su técnico en el Barcelona, conoce al crack y sabe que lo único que quiere Messi, reconvertido en jugador total sin posicion fija, es levantar esa copa que se le viene escapando a su país desde hace 22 años.