Los aficionados del club casablanqués comenzaron a lanzar bengalas y una de ellas impactó directamente en el cuello de un hombre de unos cincuenta años que esperaba un taxi.
La prensa resalta además el detalle desgraciado de que el hombre no solo no tenía la menor relación con el partido ni era aficionado de ninguno de los clubes, sino que ni siquiera era vecino de Juribga y se encontraba en la ciudad para visitar a su madre.
Otra circunstancia que contribuyó a su muerte también se atribuye a la actividad de los seguidores del Raja, ya que prácticamente cortaron el tráfico para festejar la victoria de su equipo y eso impidió que una ambulancia pudiera llegar rápidamente en su auxilio: transportado en un automóvil particular, llegó cadáver al hospital.
Al parecer, el presunto autor ya ha sido detenido y puesto a disposición judicial, según la prensa y a falta de información oficial.
El diario LOpinion, indignado por los hechos, pronostica la impunidad de los responsables y denuncia el papel de los clubes: “Vamos a ver a dirigentes casablanqueses ir a Juribga para defender a sus aficionados y hasta pagar una multa, y así los mismos comportamientos criminales continuarán”.
Por su parte, Le Matin insta a mirar los ejemplos aplicados en Gracia, Italia o Argentina para poner fin al vandalismo deportivo con medidas como el cierre de estadios o la prohibición de desplazamientos masivos de los hinchas.