Cuando llegué a Guatemala, Salvador Pericullo me dio la oportunidad de entrenar con Municipal, mientras don Rubén estaba en Sudámerica en la búsqueda de dos delanteros (Raúl Benítez y Juan Ramón Aguilar), junto a Miguel Cobián, éramos los extranjeros de los rojos en aquel entonces.
Me observó varios días entrenando y me dijo que Municipal me iba a contratar. “espero no me defraudes ”, así de directas fueron sus palabras, vaya “Mochila”, la que me puso.
Así comenzamos a recorrer un camino de profesionales, luego el tiempo nos convirtió en grandes amigos, siempre tuve hacia él un gran respeto y admiración. Con los rojos conseguimos los títulos más importantes a nivel local y del área de Concacaf, más adelante el fútbol nos une en Cobán y la Selección Nacional.
Su gran virtud, ser un Ganador. Una palabra que para hacerla realidad lleva un montón de virtudes. Detectaba cualquier situación, sabía cómo resolverlas y encontraba la mejor manera para hacerlo. Supo escoger a quiénes trabajarían a su lado; qué interpretarán sus pensamientos; métodos de trabajo; leales, tal es el caso de los argentinos, Salvador Pericullo, Afro Geronasso y Joaquín Seisdedos, entre otros.
Fue un adelantado de la época cuando conformaba planteles, sabía perfectamente qué necesitaba para lograr el objetivo. Una verdadera lástima que el futbol de Guatemala, una vez retirado, no supo sacarle provecho a su gran bagaje de conocimiento.
Una de las historias que más recuerdo fue el segundo partido contra Independiente por la Copa Interamericana en 1974, antes del partido me mandó a decir con Pericullo que quería hacer algunas modificaciones y no me iba a tener en cuenta, salvo si le jugaba en otra posición. Le dije a Salva que si aceptaba, porque yo quería jugar, no me quería perder ese partido. Al final ganamos, anoté y luego perdimos por penales.
Recuerdo que el primer partido nos ganaron por 1-0 con gol de Bochini, jugué muy mal, incluso me sacó en el segundo tiempo. El quería para el segundo partido buscar mi orgullo, tocarme en los más íntimo y lo consiguió. A esas grandes virtudes también le agrego esta otra: es un gran psicólogo. Siempre será un agrado hablar de Don Rubén Amorín, aunque sus logros lo hagan por si solos.
Fue una persona muy importante en mi vida profesional y personal. El futbol nacional ha tenido grandes valores, como él, que quizá muchos no conocen, pero que la ha dejado su obra plasmada.
José Emilio Mitrovich
Al maestro:
Allá por el año 1982, recuerdo perfectamente el día de su presentación, el Club Aurora de fútbol pasaba momentos difíciles dentro del campeonato de liga, jugando mal, mala posición en la tabla y por supuesto alta inversión, la Junta Directiva decide lo que para ellos era la solución a los problemas: la llegada de Don Rubén.
Obviamente lo conocía por sus meritos, sabía de su trayectoria y no había pasado de un simple saludo en alguno de los muchos encuentros que disputé contra los equipos que había dirigido: Municipal, Comunicaciones y Finanzas Industriales de Amatitlán. Por supuesto ya había ganado todo.
En la presentación hubo química inmediata y manos a la obra. Uno de sus conceptos inmortales será: no hay que hacer futbol conversando, ahí ganamos siempre. “Trabajemos”. Un cambio total en mi carrera deportiva.
Un adelantado a la época, con conceptos claros, radicales y directos, lenguaje coloquial pero muy respetuoso, siempre innovando tácticas, estrategias, sistemas, formas de entrenamiento con una particular forma de ver las cosas.
“Se juega como se vive, se juega como se entrena”, así decía, me hizo entender algunos conceptos futbolísticos hasta la fecha trillados, pero vigentes.
Si querés hacer algo en tu carrera esforzate, se dedicado, profesional y respetuoso. Sino, no duraras mucho serás efímero o serás mediocre. Siempre recalcaba.
Muchos jugadores viviremos agradecidos por su profesionalismo, su don de gentes, sus conocimientos y sobre todo el futbol nacional lo puedo definir como uno antes de Don Rubén y otro después de él. Los únicos logros de Guatemala tienen un responsable por el Norceca con la Selección Nacional en 1967 y la Concacaf del 74, con Municipal. Denominador común: el viejo Rubén.
Mil anécdotas que enriquecían su trabajo diario. Puntualísimo en sus actividades, silbador, guiñador de ojos, sarcástico y bravucón cuando era necesario, te recordás Allan Wellman, Oscar el Conejo Sánchez, Juan C. Plata, Pepe Mitrovich, Maco Fión, Jorge el Grillo Roldan, definido por el Viejo, como el mejor de todos. Su máximo referente y en el cielo: Miguel A. Pérez (Q.E.P.D.), y también algunas palabras altisonantes, pero su mensaje claro: quiero que cada día jueguen mejor: es su trabajo, pero también deseo que sean mejores personas, algún día eso les valdrá mas, era su Filosofía de Vida.
Muchas gracias, usted hizo mucho por nuestras vidas y a veces imagínese, dejando de lado la vida futbolística. Un grande para siempre, gracias don Rubén, gracias viejo.
Ahí la dejo picando (…)
Victor Hugo Monzón Pérez