En diciembre del 2016, el Moyo Contreras pasaba uno de los momentos más difíciles de su carrera. Lleno de incertidumbre tomó una decisión que le cambió la vida. Dejó a Comunicaciones y se vistió con la camisola verde de Antigua GFC con el 21 en la espalda, un número ajeno porque ya se había identificado con el 10, pero que ahora ya lleva tatuado en el brazo izquierdo.
El primer torneo con el técnico argentino Mauricio Tapia fue de entendimiento, de reflexión y hasta de nostalgia. No pudo jugar la fase final del campeonato del Clausura 2017, pero el Apertura, seis meses después, le tenía guardado lo que por tres años se le negó. La última vez que había levantado la Copa en diciembre fue el 20 de ese mes del 2014, con el pentacampeonato crema.
Este título con los panzaverde es distinto porque ahora es un nuevo José Manuel. Como él confiesa, no hubo lesiones que lo alejaran de la cancha, está casado con Ángela Ospina y tiene una preciosa hija, Luciana, cuyo rostro lleva pintado en el brazo izquierdo, y radica en Antigua Guatemala, una ciudad que considera perfecta para la tranquilidad de su familia, esa paz y tranquilidad que había buscado y que encontró.
La unión del equipo
“Este año fue de mucha alegría. Todos los cambios son buenos, era una prueba de Dios. Uno a veces no se imagina lo que sucederá y te llegan cosas maravillosas”, reconoce Contreras, quien no deja de agradecer al equipo de Antigua, que le abrió las puertas del club que lo ha hecho volver a sentir esa pasión de ser campeón.
“Tener un buen camerino es algo importante. Estamos acoplados y unidos. Eso marca diferencia en un club”, afirma el talentoso jugador, quien agradece el apoyo de la afición antigüeña, que ha sido incondicional, así como de la junta directiva, cuerpo técnico y compañeros.
Contreras recuerda que en muchas ocasiones le habían comentado que con el estratega argentino Tapia se trabajaba muy bien. Solo lo había visto como rival. Ahora dice que es un excelente entrenador, que tiene un buen manejo de grupo y que la confianza y respeto que les proyecta ha sido importante.
En un año el mediocampista logró su octavo título en la Liga Nacional. Comenta que no se imaginó que llegaría tan rápido.
En el Clausura 2010, cuando militaba en el Xelajú MC —su segundo equipo guatemalteco después de los cremas—, disputó la final frente a Municipal y en esa ocasión le tocó sufrir la derrota.
“Eso es lo bueno del futbol, que siempre hay revanchas, y gracias a Dios me dio la oportunidad de salir campeón. Nunca pensé que sería tan rápido”, asegura.
La sensación de que la tercera copa para los panzaverde llegaría se mantenía en su corazón, lo conversaba a veces con sus compañeros, esos cómplices de tantas alegrías y tristezas.
Recuerda que en la última jornada de la fase de clasificación —triunfo 4-0 contra Malacateco— sabía que si no ganaban se les complicaría la fase final.
Después de haber eliminado a Cobán Imperial en semifinales señala que sí pensó que podían ser campeones. El juego de ida de la final contra Municipal era el clave, el empate les dio vida y esa dosis de seguridad que necesitaban.
“Enfrentar a Municipal siempre da una presión extra. Sabíamos que nuestra casa era fuerte y ahí logramos la Copa”, dice, feliz, con esa sonrisa que hace un año había desaparecido de su rostro, pero que ahora se ve más iluminada.
Futuro prometedor
José Manuel es un jugador más maduro, Con 31 años y un contrato de cinco torneos con Antigua GFC, tiene claro que en el 2016 tomó la mejor decisión.
El verde le queda bien al Moyo, es el capitán que muchos equipos desearían y ese jugador distinto que puede llevar a un club al título. Hoy le quiere desear una feliz Navidad a su afición, a la que le tocó sufrir muchos momentos amargos pero que ahora no deja de celebrar, igual a todos sus seguidores de otros clubes, quienes no dudan en pedir una foto.
“Quiero desearle a todos los seguidores del futbol una feliz Navidad y muchas bendiciones para el 2018. A los de Antigua quiero decirles que vamos por el bicampeonato”, aseguró el Moyo, el Papá Noel de la Liga Nacional.