Descuidado, con cabello y barba blanca, ropa deportiva, y en estado de ebriedad, se mostró Jiménez después de mantenerse prófugo de las autoridades, durante 40 días.
La captura con fines de extradición del expresidente de la Federación Nacional de Futbol (Fedefut) fue solicitada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que lo acusa de conspiración a través del mercadeo deportivo, corrupción, lavado de dinero y, además, de haber recibido sobornos por derechos de transmisión, en el caso que involucra a más funcionarios de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA).
Paciente espera
Mauricio Caballeros Palomo se convirtió en el primer gran obstáculo de Jiménez, en búsqueda de hacerse de la presidencia de la Fedefut.
Caballeros lo derrotó en dos elecciones consecutivas, en 1999 y 2003, relegándolo a un segundo plano. Pese a los reveses, Jiménez nunca desmayó y siempre se mostró combativo por la Fedefut.
Óscar Arroyo Arzú, en los comicios del 2005, frustró nuevamente los planes de Jiménez, al quedarse con la presidencia del máximo ente del futbol nacional, luego de que terminara el período de la Comisión Normalizadora que instaló la Fifa.
Logra su objetivo
Su cuarta participación en el proceso eleccionario de la Fedefut le traería por fin réditos a Jiménez.
Antes, en el 2008, fue nombrado, en el período presidencial de Álvaro Colom Caballeros, como Comisionado Presidencial del Deporte y fue apoyado por el Gobierno para alcanzar la presidencia.
En el 2009, el dirigente derrotó al exfutbolista Martín Machón y al empresario Alejandro Coronado, para convertirse por primera vez en presidente del comité ejecutivo de la Fedefut.
Después de cuatro años, Jiménez volvió a ser reelegido en la máxima cúpula dirigencial, después de vencer al exfutbolista Dwight Pezzarossi.
El pasado siete de diciembre, Jiménez cumpliría dos años en su segunda gestión al mando de la Fedefut. Sin embargo dejó de ser el dirigente amigable, conversador, vivaracho y bonachón que dejó de pasearse por los pasillos del Palacio Nacional de la Cultura y las instalaciones del Proyecto Goal, hasta llegar a tribunales en estado de ebriedad, con una imagen que proyecta tristeza, agotamiento sicológico y un temor profundo por enfrentar a la justicia guatemalteca y estadounidense.