Precisamente Santa Cruz, exdelantero del Bayern Múnich de Alemania y del Málaga de España, hace tan solo dos semanas le otorgó un adelantado día del niño a Nicolás, debido a que el goleador de la selección paraguaya le contestó, por medio de un video, un mensaje que le había enviado el pequeño.
“Hola Roque Santa Cruz, todos los días entreno para ser como tú; un gran goleador. Nunca te vayas de la Selección”, le dijo Nico al artillero guaraní.
“Acabo de ver tu video y me ha encantado”, le contesta sorprendido Santa Cruz. “Un saludo a tus amigos, colegio y a toda Guatemala, a seguir trabajando porque tu esfuerzo algún día te va a convertir en un grande”, le recomienda Santa Cruz a Nicolás, quien también piensa en hacer la misma dinámica con sus ídolos Ruiz y Gignac.
AMOR POR EL FUTBOL
Después del colegio y de compartir con sus amigos, los árboles y los fuertes soplidos del viento acompañan a Nicolás cerca de su casa cuando se ejercita para perfeccionar sus destrezas.
Vestido como un jugador profesional, el intrépido soñador juega sin cesar con lo que él denomina el juguete perfecto: un balón Adidas blanco con rivetes verdes.
“Cuando a veces no encuentro mi balón me desespero un poco, pero mi papá me ayuda siempre a buscarlo”, relata Nicolás con sus ojos llenos de brillo.
“Nico solo piensa en futbol. Él no quiere que le regalen juguetes como otros niños, quiere pelotas y más pelotas”, cuenta su madre Nathalie.
“Antes de ver una caricatura siempre prefiere jugar y observar, junto a su papá, los partidos de todas las ligas y los programas deportivos. Es apasionado del futbol nacional, mexicano y de las ligas de Sudamérica”, agrega.
Pero el pequeño no se conforma con entrenar unas horas junto a su padre, el delantero paraguayo Hernán Torres Leguizamón —San Pedro, Aurora, Universidad, Sacachispas, Antigua GFC y Chiantla—.
Todas las tardes asiste a la academia Futeca San Cristóbal, por medio de una beca, para prepararse y seguir los pasos de sus padres; dos futboleros de pura cepa.
“Mi pasión por el futbol inició desde que era muy pequeña. A los 5 años mi abuelo Eduardo Ruiz Gonzalez me llevó por primera vez al estadio a ver el equipo de sus amores, Aurora FC”, cuenta ilusionada Nathalie Dardón Ruiz.
“Mi abuelo fue durante 36 años consecutivos dirigente de Aurora, por lo que domingo a domingo no importaba en qué departamento jugaran los militares, siempre fuimos al estadio. Desde ese entonces soy una aficionada al futbol. A mi esposo, incluso, lo conocí en un terreno de juego”, admite Nathalie.
Esfuerzo
El deseo por convertirse en un futbolista profesional ha generado en el pequeño Nicolás una disciplina que enamora a sus padres, quienes no dudan en apoyarlo en busca de cumplir su gran anhelo.
“Mi hijo ha sabido combinar su pasión por el futbol con los estudios. En el colegio siempre se ha destacado por su rendimiento y dedicación”, refiere el delantero de 32 años nacido en Asunción, Paraguay, y formado en el club Sportivo Luqueño.
“Él tiene todo mi apoyo. Así como asiste a verme a los estadios cuando me toca jugar; yo hago lo mismo. El sábado pasado quedó campeón con su equipo Peques Fer y me encantó ver como disfruta lo que hace”, agrega el jugador que ha militado en clubes de Suecia y Japón.
En la vida de Nicolás de Jesús Torres Dardón no todo ha sido felicidad. A sus 6 años ha experimentado momentos de tristezas; también gracias al futbol, los que seguramente recordará antes de ingresar a los recintos deportivos.
El año pasado, en uno de los partidos finales de la Primera División del balompié nacional, que determinaría a los dos clubes que lucharían por el ascenso a la Liga Nacional; Nicolás, convertido en un aficionado de Chiantla —ahí jugaba su padre— sufrió como pocos la derrota del equipo de Huehuetenango, dejando en él graves secuelas que le perjudicaron en sus estudios.
“Lloró mucho cuando Cobán Imperial le anotó a Chiantla. Fue frustrante. Costó que le pasara ese sentimiento. Él soñaba con que Chiantla pelearía el ascenso. La misma situación pasó en el torneo pasado cuando Mictlán ganó la final. Fueron dos golpes muy duros para Nico”, reconoce Nathalie, quien ahora entre risas hace memoria de la nota que recibió del colegio, al día siguiente de que su esposo Hernán perdiera la final de la Primera División.
“El día de hoy Nicolás estuvo llorando a inicio de la jornada, le pregunté por qué y respondió, por papi. Debemos hablar porque hoy no quiso trabajar”, es lo que se lee en la nota del colegio Metrokids.
Nicolás no tiene límites y toma cada día como una oportunidad de aprendizaje. “Quiero festejar como lo hace el Pescado”, refiere y duda por jugar con la Azul y Blanco o con la Albirroja.