Una sonrisa acompaña el saludo entre Ana Lucía Martínez, María Amanda Monterroso, Juan José Chang y Ricardo Jerez, los legionarios guatemaltecos que a base de talento y trabajo constante han conseguido lo que pocos, iniciar una nueva vida y destacar en el balompié internacional.
Juanjo, exjugador y entrenador de un equipo femenino en Nueva Zelanda, aprovecha su turno en la videollamada para dirigirse a Jerez y le pregunta: “¿Qué te mantiene en Colombia? Con tu nivel podrías ir a jugar a Guate al equipo que quisieras y estar cerca de tu familia”.
A esto, Ricardo responde: “A mí, en Guate, me ha tocado sufrir mucho. Yo cometí un error a los 20-21 años, salí de Comunicaciones, me fui a Cobán, luego fui a jugar a Municipal, de Municipal me fui a los cremas, por un tema de contratos. En ese momento yo era muy inmaduro. Cremas y rojos me odian. Y en la Selección la presión es mucho mayor y cualquier cosa que hago mal se magnifica”.
El jugador de Alianza Petrolera continúa: “Cuando empecé a jugar en Selección la presión era y es muy grande, pero lo que hago siempre lo magnifican. Un mal pase, cualquier cosita la magnifican de una manera que cada vez que yo voy a Guatemala me cuesta. Sufro mucho porque es un ataque constante el que recibo y siempre ha sido así. Ha sido difícil. Yo recuerdo que cuando jugaba en Marquense, la gente pagaba el boleto exclusivamente para ir a insultarme. Cuando mi mamá y mi papá iban a los partidos también sufrían”.
Jerez, el portero titular y consolidado en Alianza Petrolera del futbol colombiano, reveló que, dañado emocionalmente por la situación que vivía, asistió a una misa de sanación que le cambió la vida.
“Yo soy católico y fui a una misa de sanación. El padre nos pidió que pusiéramos en un papelito el deseo más grande de nuestro corazón. Yo recuerdo que escribí que quería tener una oportunidad en el extranjero para poder desarrollar mi carrera si era la voluntad de Dios. Y lo puse en manos de Él…”, asegura Jerez.
“Como que hubiera sido magia, pero fue un milagro, a la semana siguiente me estaban llamando de Colombia. Era el milagro de Dios, que Él sabía lo que yo sufría en Guatemala. Este es mi sueño. Me aferré tanto a esta oportunidad. Es como que estuviera en el Manchester o Real Madrid, es lo máximo”, añade.