En las calles de la ciudad Estado se celebró la proeza de este joven nadador de 21 años. En un país obsesionado por los juegos de azar, el número “” correspondiente al tiempo de Schooling en Rio estaba agotado en todas partes. Otros pedían un día festivo para celebrar la victoria del singapurense.
“Es genial que Singapur haya ganado por fin una medalla de oro olímpica. No creo que mucha gente creyera que fuera posible”, dijo Madelein Lim, de 62 años.
#Rio2016 El joven que le quitó el #ORO a su ídolo: aquí Joseph Schooling #SIN con @MichaelPhelps. Otros tiempos… pic.twitter.com/FnIUJfHnE0
— Olympic Channel (@OlympicCh_es) August 13, 2016
El presidente Tony Tan, quien viajó a Brasil para apoyar a la selección, y su primer ministro Lee Hsien Loong también se deshicieron en elogios después del primer título olímpico de la historia de su país.
“Es una hazaña increíble: rivalizar con los mejores del mundo, mantenerse concentrado y ganar” , escribió Lee en Facebook.
Con esta medalla, Schooling, hijo de una sino-malasia y un británico, se embolsará un millón de dólares de Singapur (US$743 mil) en el marco de un programa destinado a desarrollar el deporte en el país.
“La victoria de Schooling muestra que los atletas locales pueden ganar medallas en los Juegos Olímpicos y creo que es un buen ejemplo pra la juventud, que ahora sabe que las proezas deportivas están al alcance de la mano”, se entusiasmó Michael Tan, un agente inmobiliario de 35 años que gritó de alegría cuando el nombre del ganador apareció en la pantalla de televisión.
El viernes, Schooling interrumpió la búsqueda insaciable de Phelps, su ídolo, que buscaba su quinta medalla de oro en Río, la 24 en total.
Los dos se habían cruzado ya en 2008, año de los Juegos de Pekín en los que el Tiburón de Baltimore logró ocho medallas de oro olímpicas en una edición, batiendo el récord de Marc Spitz.
Por aquel entonces, Schooling tenía solo 13 años. Fue ese encuentro el que convenció al pequeño Joseph de que tenía que ir a Estados Unidos a perfeccionarse. Ahora volverá a Texas, su lugar de residencia, con un oro olímpico colgado del cuello.
Y su padre Colin no ocultaba su orgullo por la proeza.
“Si lloro delante de todo el mundo es porque no tengo que tener ninguna verg enza” , explicó durante una velada organizada especialmente para la final de los 100 metros mariposa. “Mi amor por mi hijo es indescriptible”.