Son la 17.50 horas (de Guatemala) y por acá arriba se percibe el cansancio de cada uno de los viajeros. La mayoría, me incluyo, con audífonos escuchando música. Otros, con lentes para el sol, aunque aquí sus rayos ya no llegan ni de chiste.
Algunos otros, con su celular en mano, a pesar de que no hay señal de internet, y el resto, duermen sin pena alguna.
Bom dia! La acreditación para cubrir @rio2016_es está lista ☺ Saludos desde Río de Janeiro! #VamosGuate pic.twitter.com/WHb3Eq2p82
— Jeniffer Gómez (@JeniGomez_PL) August 3, 2016
Con las pocas opciones de entretenimiento y después de superar el nerviosismo por la altura, decidí leer unas cuantas páginas del libro en turno: La importancia de llamarse Ernesto, del célebre Òscar Wilde. Confieso que la concentración no fue la suficiente y mis pensamientos empezaron a revolotear y a enfocarse en mi destino final: Río de Janeiro, Brasil.
Desde que me acerqué al Aeropuerto Internacional La Aurora, algunos trabajadores me decían: ¿Eres periodista? Claro, era evidente pues mi equipo fotográfico saltaba un poco a la vista. Tengo que hacer una pausa. En este momento las nubes están teñidas de un color rosa que tira a anaranjado. No podía no mencionarlo, por ello pedí el asiento a la par de la ventana.
Prosigamos. Antes de partir de Guatemala, muchas personas se encargaron de recordarme que voy a Río de Janeiro a una cobertura especial sobre los atletas guatemaltecos que competirán en los Juegos Olímpicos. No es que yo lo haya olvidado, ¡ni por un segundo! Es simplemente que una parte de mí ha tratado de contenerse para no desbordar todas las emociones que me provoca el ser la enviada especial de Tododeportes de Prensa Libre.
Digamos que para no perder la cordura; sin embargo, creo que ya es momento de explotar con todos los sentimientos que me invaden. ¡Todo esto es increíble! Hace cuatro años seguía por internet los Juegos Olímpicos de Londres 2012, y en ese momento no se atravesaba por mi mente que yo estaría cubriendo la siguiente edición.
Cuando uno hace algo por pasión y un amor intenso e inquebrantable, simplemente disfruta del día a día. No se afana, aunque sí se sueña, y mucho.
Es claro que esta es lo dosis adecuada para disfrutar la vida. En este episodio de mi vida vienen recuerdos de cuando fantaseaba con ser periodista de deportes. Quería estar en los máximos eventos deportivos del mundo; lo quería con todas mis fuerzas.
Ahora, estoy tan cerca de lograrlo. Lo estoy viviendo. Lo estoy disfrutando. Lo he asumido con mucha responsabilidad por el medio que represento, pues es el más importante de Guatemala y quiero estar al nivel. Por momentos, siento que se me van a salir las lágrimas de manera inconsciente. Se siente muy bien alcanzar las metas trazadas. Se siente muy bien saber que sí se puede.