En ese lapso, el delantero Mario Mandzukic clava el balón que puso a su equipo a las puertas de la gloria, corre sobre la línea de fondo y se para a gritarlo justo frente a la posición asignada a Cortez y otros reporteros gráficos.
“De repente eran cuatro o cinco al frente y estoy así en la silla sentado tomándoles las fotos en frente. Y comienzan a llegar más y más y aparecen los de la banca y ahí se hace la presión y esta especie de avalancha y me tiran para atrás con todo y la silla y ellos encima”, relata Cortez.
El aluvión humano no detuvo los dedos del reportero que siguió oprimiendo el botón del obturador.
“Comienzo a disparar la cámara todo el instante que voy cayendo y cuando caigo y quedo debajo de la montaña de jugadores, sigo disparando la cámara también tomando sus rostros, la euforia, la emoción del festejo, desde abajo”, recuerda.
Menos de un minuto como protagonista involuntario de un evento global, resumen de cierta manera las tres décadas de carrera de Cortez, salvadoreño de 53 años.
Sus inicios a finales de los 1980, retratando el conflicto interno que golpeó a su país, marcaron un trayecto que incluye la cobertura de guerras, desastres naturales, golpes de estado y crisis humanitarias.
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Las anécdotas de Cortez, que incluyen un ataque sorpresa durante un recorrido con el ejército estadounidense en Irak o la explosión de un poderoso coche bomba en Lima en 1992, confirman su compromiso de conseguir la imagen aún en horas críticas.
“Cuando estuve en situaciones de guerra, siempre pensé en eso, que así pasara lo que pasara, siempre yo iba a tratar de disparar la cámara”, afirma.
De temer por su vida en zonas de conflicto, a ser una súbita celebridad, Cortez aún trata de procesar lo ocurrido.
“Un gran momento”
Pregunta: ¿Cuál fue tu sensación mientras estabas debajo de los jugadores croatas?
Respuesta: “Fue inesperado totalmente. Todo ocurrió tan rápido, todo tan inesperado, tan sorprendente, y tan emotivo a la vez, que en realidad no me quedó tiempo de pensar más que en disparar la cámara y tratar de tener los rostros de felicidad y de ellos festejando”.
P: ¿Cómo se portaron contigo los jugadores croatas en ese momento?
R: “Cuando se percataron de la situación los jugadores estaban muy amables conmigo, preguntándome si estaba bien, hubo uno que dentro de todo el desmadre que hubo recogió los lentes y hasta me los puso y me dijo: ¡Ah! son tus lentes. Y luego surgió el momento en que (el jugador Domagoj) Vida me da la mano, me abraza y emotivamente me besa”
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“Fue un buen momento en realidad, eso de compartir la alegría de ellos de su clasificación a la final y posiblemente a la copa del mundo ha sido un gran momento”
P: Al final del partido saliste de inmediato al aeropuerto ¿en qué momento reparaste del fenómeno que se generó?
R: “Empecé a manejar como por hora y media, lo que me tomó llegar al aeropuerto, y ahí empecé a recibir llamadas y llamadas y el teléfono no dejó de sonar. Cuando resolví lo del vuelo, eché un vistazo a la pantalla del teléfono y había cientos de llamadas, una sola persona me había llamado 50 veces, otra 25, otras 10, 15, insistentemente y bueno ahí empecé a ver que el fenómeno se había desbordado en las redes”.
P: ¿En qué se parece una situación como esta a coberturas de riesgo como las guerras?
R: “En común, el tema de la adrenalina que se sube a mil, diez mil, es muy similar digamos, con la diferencia que cuando tienes en riesgo tu vida como en un conflicto, la situación cambia porque como que la adrenalina es distinta”.
“Lo del día del partido fue diferente pues si bien es cierto que se viene la avalancha de jugadores encima, nunca sentí que eso pusiera en riesgo mi vida, a lo mejor algunos moretones. Y creo que el tema de la sonrisa viene en parte por eso. Es lo que hace la diferencia entre una situación de guerra y lo que pudo haber sido lo del partido”.
P: Y para la final del Mundial, ¿vas por Croacia?
R: “Me siento cerca, me siento identificado con ellos. Voy a apoyar a Croacia, sin duda (risa). ¡Vamos!”
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