Pero cuando los ricos dejan sus lujosas mansiones para pasar un rato en el calabozo, alguna veces recurren a consultores especializados que les amortiguan el golpe de la vida en prisión.
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Qué hacen los consultores de prisiones, los expertos que asesoran a los ricos y famosos que van a la cárcel
Michael Cohen, el exabogado del presidente Donald Trump se entrega este lunes a las autoridades y muy posiblemente más "famosos" estarán tras las rejas en el futuro cercano, a medida que la justicia resuelva casos como los del reciente escándalo de admisiones universitarias.
Agentes del orden esperan frente al Campo de Prisión Federal Alderson, donde Martha Stewart se entregó para cumplir una sentencia de cárcel el 8 de octubre de 2004. (Foto Prensa Libre: Getty Images)
Martha Stewart, Bernie Madoff, los jugadores de la Liga de Fútbol Americano Michael Vick y Plaxico Burress, las estrellas de la reality TV Teresa Giudice y Abby Lee Miller son apenas algunas de las celebridades que supuestamente han contado con consultores de prisiones para guiarlos por el sistema penitenciario.
Estos asesores les pueden ayudar durante todo el proceso -desde la acusación hasta la sentencia y liberación- revisando los casos, solicitando beneficios especiales o atendiendo llamadas a la medianoche de los angustiados familiares.
Pero todo este soporte emocional tiene precios que fluctúan entre unos cientos de dólares hasta varios miles, alcanzando más de US$100.000.
Pero, ¿qué es exactamente lo que estos instructores de prisiones hacen cuando se dedican de tiempo completo a los clientes que pueden pagarles?
“Una vez entras en reclusión, pierdes el control de tu vida”, le explica el consultor de prisión Larry Levine a la BBC.
“Cuando alguien me contrata, le puedo ayudar a que aproveche los programas disponibles, informarle sobre sus derechos y lo que pueden hacer para recuperar control”.
Levine ha estado en la práctica durante años, pero también cumplió condena de una década en diferentes tipos de prisiones federales por todo Estados Unidos.
“No les voy a contar lo que debería pasar, les voy a contar lo que realmente pasa y por qué”.
Entre los clientes de Levine se encuentran un juez acusado de robar dinero y un funcionario gubernamental por malversación.
Según sus cuentas, 75% de sus clientes son criminales de cuello blanco y 25% lidian con acusaciones relacionadas a narcóticos.
Sin embargo, hay una cosa que los une: “Cuando la gente me busca, están jodidos. Lo que hago es control de daños”, explica.
“Soy un híbrido entre un psicólogo, un consejero matrimonial, un asesor personal y un sacerdote”, dice.
Levine afirma haber sido contratado por algunas personas involucradas en el caso del fraude de admisiones universitarias.
Varios padres de familia, entre ellos las actrices Felicity Huffman y Lori Loughlin, han sido acusados de conspirar para hacer trampa en los exámenes de sus hijos o de sobornar a entrenadores para que les extiendan becas deportivas falsas a universidades élite de EE.UU.
La mejor sentencia posible
El sistema judicial en EE.UU. es notoriamente opaco: en principio no importa cuál sea tu estatus social.
Y mucha de la asesoría que dan los consultores como Larry Levine a los clientes de todo es espectro social se concentra en desmitificar el sinnúmero de pasos que hay entre el tribunal y la celda en prisión.
Esto implica conocer la terminología, la secuencia de eventos, qué esperar de los diferentes tipos de instituciones penales, como ingresar en programas para la reducción de penas.
Y, frecuentemente, la asesoría también tiene que ver con la acusación misma, cuándo resulta mejor declarar culpabilidad para lograr una sentencia menor o cuándo arriesgar un juicio.
Algunos de los consultores contactados por la BBC expresaron desconfianza de los abogados, una percepción que a los abogados muchas veces se les escapan cosas, que no explican las opciones sin hablar en jerga legal, o instan a una declaración de culpabilidad en lugar de pelear para que se retiren las acusaciones.
Pero, cuando se trata de clientes más ricos, los que generalmente tienen abogados de grueso calibre, lo que generalmente muchos buscan es una experiencia de corte personal en el juicio.
El consultor Justin Paperny, de la Agencia White Collar, afirma que las dos familias con las que trabaja en el caso del fraude de admisiones buscan que les indique cómo lograr la mejor sentencia posible.
“Los jueces quieren escuchar a los acusados, así que les ayudamos a articular en sus propias palabras por qué merecen la sentencia más corta”, me cuenta Paperny.
“Trabajamos con ellos para escribir sus historias, crear videos que hablan de su reconocimiento de responsabilidades, aceptación de la realidad, identificación con las víctimas”, explica.
Una vez termina el juicio y se aplica la sentencia, asegurar el envío a una buena cárcel es clave, además de ser la parte principal de lo que los consultores ofrecen.
Los Cohen y los Loughlin del mundo usualmente terminan en campamentos de baja seguridad que muchas veces no tienen una valla completa y los reclusos se hospedan en habitaciones tipo dormitorio en lugar de celdas.
Es probable que tengan que compartir la habitación con diez reclusos más, pero los campamentos de prisión federal son muy diferentes a como se muestran en series como “Orange is the New Black”.
Campamento por cárcel
Dicho eso, un lugar en estos campamentos no siempre está garantizado.
“Debido al hacinamiento promedio de 44%, la gente designada para ir a campamento terminan yendo a prisiones de baja, mediana y alta seguridad”, dice Michael Frantz, director de Jail Time Consulting.
“Los pueden colocar en cualquier lugar, a 4.000 y 5.000 kilómetros de distancia de la familia. En las prisiones de baja seguridad, hay un poco de violencia, pero no mucha”, explica.
“Cuando pasas a mediana o alta, ahí es cuando ocurren las violaciones, apuñalamientos, golpizas, los juegos y la violencia”, dice.
Frantz, que estuvo 36 meses en una prisión federal, ayuda a los clientes a solicitar lugares seguros que permitan el máximo de libertad posible, además de considerar las preferencias personales individuales.
“Si es un adicto al ejercicio, no quieres que vaya a un campamento donde no pueda ejercitarse”, señala Frantz.
“Si quiere estar solo y leer, eso es algo que considerar. Si quiere algún tipo de comida, buscamos este tipo de campamentos, y de veras existen“.
Michael Cohen, por ejemplo, cumple sentencia en el campamento Otisville, una institución penitenciaria en la campiña en el norte del estado de Nueva York, conocida por su alimentación kosher y servicios judíos.
La antigua mano derecha del presidente Trump estará compartiendo su dormitorio con las estrellas de realities de TV Mike Sorrentino y Billy McFarland.
Consejos iguales
Una vez en reclusión, el consejo para los condenados ricos es el mismo: mantén tu cabeza baja y acostúmbrate a que las cosas no sean como te gustaría.
Los clientes de cuello blanco son los más temerosos de ser asaltados o de no poder estar en contacto con sus familias, según los consultores.
Aunque las instituciones donde cumplen la condena son generalmente seguras, las tensiones raciales y políticas están presentes, y hay códigos de conducta que seguir.
“Muestra todo el respeto que puedas”, aconseja Levine a sus clientes. “No te cueles en la fila para usar el teléfono”.
“No estires la mano por encima de la bandeja de comida de otro. He visto gente golpeada por eso, porque es mala etiqueta”, dice.
Frantz advierte que en el caso de Michael Cohen, debería de cuidarse de cualquier simpatizante de Trump con el que esté compartiendo el dormitorio y de tratar de “volar bajo el radar”.
“Los adeptos de Trump no le van a dar tregua a este tipo”, asegura Frantz.
“Algunas cosas suceden durante la noche. Te echan orina, los reclusos te inmovilizan y te untan heces. Eso pasa todo el tiempo”.
Y no son sólo los reclusos. Caer en desgracia con los guardias puede tener serias consecuencias.
Frantz cumplió su sentencia en un campamento de mínima seguridad, pero cuando los guardias pensaron que se había comportado mal, lo enviaron a una “unidad especial” donde vivió en una celda de concreto con otro recluso, sin poder salir durante 91 días.
Negocio redondo
Entonces, ¿cuánto cuesta exactamente que un consultor te ayude a recibir un sentencia reducida, a que te envíen lugar cómodo y que te guíe para sobrellevar tu tiempo encarcelado y lo que venga después?
Paperny dice que sus servicios van desde US$9 (para comprar su libro) hasta US$100.000, para escribir libros para los clientes, fortalecer su marca o administrar sus asuntos desde prisión.
“Tiene mucho que ver con planificar negocios, además de cualquier trabajo de prisión”, explica.
Frantz ofrece programas similares, incluyendo la recuperación del prestigio, reducción de sentencia y un curso básico de “cómo sobrevivir” en una prisión federal.
El curso es la opción más barata a US$495. Adquirir el paquete exclusivo de la compañía incluye todos los programas ofrecidos más el acceso directo al propio Frantz, 24 horas al día, cuesta la bicoca de US$35.000.
“No quiere arriesgarse a nada y tienen el dinero”, observa de sus clientes que seleccionan esa opción.
“Ya pagan cerca de US$1,5 millones por sus abogados así que ¿qué más da US$35.000 extra?“.
Cuando se les preguntó qué tan ético es su trabajo, los consultores contactados por la BBC dijeron que ellos procuraban hacer lo mejor para todos los clientes, no sólo los que pueden pagar por el menú completo de servicios, y que todos participan en trabajos sin cobrar honorarios.
Levine declara que, para empezar, él escucha el caso de quien sea gratis. Frantz me dice que trata de mantener la mayoría de los cursos por debajo de US$2.000 y ofrece planes de pago a cuotas sin intereses.
Paperny, por su parte, indica que su compañía también realiza un programa gratis de entrenamiento para reclusos en California que es pagado por la oficina federal de prisiones.
No obstante, sus tarifas siguen siendo mucho más altas de lo que un recluso promedio en EE.UU. jamás pudiera pagar.
“Si, las tarifas pueden considerarse caras por muchos”, reconoce Paperny. “Pero, francamente, es una inversión“.
Contratar a un consultor para sólo aprender tácticas de supervivencia en prisión es una pérdida de tiempo y dinero, añade. Pero, no para los ricos que tienen negocios y una marca que mantener.
“Nuestros clientes definitivamente lo ven como una inversión en lugar de un gasto“, concluye.