Un aumento menos dinámico del producto interno bruto (PIB) en relación con lo esperado, así como una reducción del comercio mundial, la apreciación del dólar y el endurecimiento de las condiciones financieras globales afectan negativamente a los países latinoamericanos.
Todo esto se refleja especialmente en la reducción del flujo de capitales (inversiones) con una caída de 13%, mientras disminuye el valor de las exportaciones/importaciones y el envío de remesas, se indica en el informe “Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2022: dinámica y desafíos de la inversión para impulsar una recuperación económica sostenible e inclusiva”.
En el mismo, la CEPAL dio a conocer que, aunque revisó al alza las estimaciones de crecimiento casi un punto en relación con la proyección de 1.8% en abril pasado, el escenario para la región todavía es “muy complejo”.
De acuerdo con el informe, a las fuertes presiones inflacionarias, el bajo dinamismo de la creación de empleo, la caída de las inversiones y las crecientes demandas sociales su suma un escenario global marcado por la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha ocasionado crecientes tensiones geopolíticas.
Asimismo, el mundo asiste a un menor crecimiento económico global, menos disponibilidad de alimentos y aumentos del precio de la energía, detalla el estudio. Mario Cimoli, secretario ejecutivo interino de la CEPAL , expuso que “16 de los 33 países de la región no han recuperado sus niveles de PIB prepandemia”, por lo que se proyecta que el grupo conformado por Centroamérica y México crecerá un 2.5% comparado con 5.7% en 2021.
En esta región, para Panamá se prevé 7%, le sigue Guatemala con 4% y Honduras con 3.8%. Costa Rica podría crecer 3.3%, Nicaragua 3%, El Salvador 2.5 y México, 1.9%.
Sergio Recinos, presidente del Banco de Guatemala (Banguat), dijo a Prensa Libre que tras un crecimiento del 8% en 2021, para 2022 se prevé un rango de 3% a 5%, por lo que la cifra intermedia coincide con las previsiones indicadas.
Menos flujos de recursos
A partir del tercer trimestre de 2021, la región retomó, por primera vez en dos años, una posición receptora neta de flujos financieros (sin incluir la inversión directa neta). Sin embargo, al primer trimestre de 2022, el total acumulado anual muestra una caída del 13% respecto a los cuatro trimestres anteriores.
Otros indicadores que desaceleran su crecimiento son el valor de las exportaciones, las importaciones y las remesas familiares.
Se espera que en 2022 el valor de las exportaciones aumente un 22%, por debajo del 28% registrado en 2021 y el de las importaciones, un 23%, menor al 37% del año pasado.
Y después de un aumento de las remesas del 27% en 2021, una magnitud no observada en los diez años anteriores, para 2022 se espera que continúe el crecimiento, pero de manera más moderada. De acuerdo con el estudio, en los primeros meses del año, la tasa de crecimiento de las remesas es menor que la registrada en 2021, para todos los países observados.
El crecimiento
Según Daniel Titelman, director de la División de Desarrollo Económico del organismo, el aumento de la previsión obedece solo a “ajustes en el comportamiento del consumo” y la región se encamina “a la senda de bajo crecimiento que exhibía antes del inicio de la pandemia”.
Latinoamérica, con 626 millones de personas y considerada la más desigual del mundo, afrontó la pandemia en un momento de debilidad de su economía, con un crecimiento que apenas alcanzó una tasa de 0.1% en 2019. Tras el desplome de -6.8% registrado en 2020, la región creció como “rebote” en 6.2 % el año pasado.
En el caso de Guatemala, el presidente del Banguat recalcó que, si bien para 2022 se espera una moderación en el crecimiento económico, se prevé que todas las actividades registrarían crecimientos positivos. “El crecimiento económico es respaldado por la demanda interna, los vínculos comerciales con los Estados Unidos y políticas económicas prudentes”, enfatizó.
Los desafíos
Entre sus conclusiones, la CEPAL señala que para afrontar el escenario económico, la política macroeconómica debe aumentar el crecimiento sostenible, procurar la estabilidad de precios, generar empleo de calidad, reducir la pobreza y la desigualdad.
Además, urgió dinamizar la inversión pública y privada para que no quede subordinada a las políticas antiinflacionarias. “Los incentivos fiscales, con diseño y marco de gobernanza adecuados, permiten movilizar inversión privada haca sectores estratégicos. Los Sistemas Nacionales de Inversión Pública (SNIP) son importantes para promover la coherencia, eficiencia y eficacia de la inversión pública”, agrega.
“En un contexto de múltiples objetivos y crecientes restricciones, se requiere una coordinación de políticas macroeconómicas que apoyen la aceleración del crecimiento, la inversión, la reducción de la pobreza y la desigualdad, a la vez que enfrentan la dinámica inflacionaria”, declaró Cimoli.
En un comunicado publicado recientemente en su página web, tras atender a un grupo de inversionistas, el Programa Nacional de Competitividad (Pronacom) señala que esa entidad sigue su trabajo para promover al país como destino de inversiones.
“La estrategia de atracción de inversión continúa siendo un eje clave del plan estratégico del Ministerio de Economía, como parte del cumplimiento del eje Economía, Competitividad y Prosperidad de la Política General de Gobierno, la cual a la fecha ha confirmado más de US$900 millones de inversión para el país”, se lee en la publicación.