?Calle? es una palabra que proviene del latín callis, que significa senda, camino.
En una población, vía entre edificios o solares; además, es el exterior urbano de los edificios.
Me voy a la calle para despejarme, se puede decir, o también figura la expresión ?dejar a uno en la calle?.
Voy a despejarme a la calle significa que el individuo busca en la calle un espacio diverso, vital, de libertad, que le permite distraerse de sus problemas; luego, ?dejarlo a uno en la calle? es algo así como caer en el vacío, quedar sin nada, situación que puede derivar en tener que pasar a vivir en la calle y de la calle, fuera del ámbito protector del hogar, excluido.
Desde una perspectiva arquitectónica, la calle se constituye a partir de la conformación de sus bordes y deviene como el elemento principal que configura espacialmente a la ciudad.
Es el espacio público por excelencia, donde tienen lugar las actividades urbanas y expresa la evolución de la sociedad a través de su historia.
En su condición de espacio público, define, junto a plazas, parques y lugares de encuentro ciudadano, la jerarquía de una ciudad, porque indica la calidad de vida de la población y de la ciudadanía de sus habitantes.
La calle no es, entonces, un simple canal para el tráfico vehicular.
Incluye otra dimensión, la de pieza fundamental del paisaje urbano, que busca crear el interés, el estímulo, el sentido de lugar y, como tal, sustenta la identidad de una ciudad.
Es la calle como espectáculo la que permite descubrir el paisaje urbano, la del paseante sin rumbo determinado ni otro fin más que disfrutar lo que el recorrido puede ofrecer.
Es una condición de libertad que, en nuestras urbes contemporáneas, se tiende a reducir para asegurar los flujos vehiculares.
Al decir de Le Corbusier, la circulación exige la recta y ancha, que sería saludable para el alma de las ciudades, no así la calle curva, que es ruinosa, difícil y peligrosa.
Paraliza: ?La calle curva es el camino de los asnos, la calle recta y ancha es el camino de los hombres?. La recta está en toda la historia humana, en toda invención humana, en todo acto humano. Hay que tener la valentía de contemplar con admiración las ciudades rectilíneas de América.
La ciudad contemporánea debiera promover la vida en la calle, concibiendo formas de organización del espacio para alentar su ocupación, en el marco de políticas públicas que promuevan la vida colectiva, entendiendo que el habitante urbano no representa una categoría homogénea.
¿Dudas? Visite www.plusvalia.com.gt