Economía

Demanda de fertilizantes presiona los precios y estos han subido más de 60%

El encarecimiento de los insumos agrícolas pone en riesgo la seguridad alimentaria de miles de familias de escasos recursos que viven de sus cultivos.

Suben precios de los fertilzantes e insumos agricolas

Los insumos agrícolas han mostrado variación alcista. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

El incremento poblacional en el mundo genera mayor demanda de alimentos, por lo que los insumos de la producción agrícola, base de las materias primas para los comestibles, también se incrementa.

Esta situación, agregada a eventos naturales y conflictos geopolíticos, impacta en la cadena de costos de ese mercado, incluidos los fertilizantes, cuyos precios se han encarecido en el país en más del 60% desde el 2021.

Por ejemplo, a principios de marzo, el precio de la urea se encontraba en Huehuetenango en Q500 por quintal; en Jalapa, Q450; en Chiquimula, Q425; y en Petén, en Q340. El Triple 15, se cotizaba a Q340 en Alta Verapaz y Huehuetenango. En la región de Petén, a Q300, el precio más bajo, igual que el del 20-20-00, el cual, en San Marcos y Huehuetenango se encontró con precios de Q365 y Q358, respectivamente.

Esta información fue expuesta por Ricardo Rapallo, representante de la oficina de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Guatemala, en el marco del seminario “La crisis de los Fertilizantes y su Impacto en la Producción Agrícola en Guatemala”, realizado por la Alianza Guatemalteca para el Manejo de los Suelos.

En los precios (no oficiales) monitoreados en los comercios por técnicos de la FAO establecidos en diferentes regiones del país, se observan importantes incrementos. “Son aumentos de más del 100% en los precios de la urea, en algunos casos, y en más del 60% y 70% del Triple 15 y 20-20-00, concentrándose más, en el norte de Alta Verapaz y Petén”, subrayó Rapallo.

A decir de los ponentes, este comportamiento no es de ahora, pues eventos climáticos en Estados Unidos, han incrementado la demanda tanto de granos como de fertilizantes para la agricultura local. De igual manera, el mayor consumo por parte de Asia y Latinoamérica, principalmente Brasil, México y Argentina, incrementó la demanda en 6% durante el 2020 y el 2021.

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Entre los monitoreos de campo realizados por parte de la FAO en Guatemala, a principios de marzo de este año, en este caso del maíz blanco, el quintal se vende en promedio en Q53, un precio más alto que la media de los últimos años; Q40 más caro respecto a marzo 2021 y Q10 arriba del costo en febrero pasado.

Seguridad alimentaria en riesgo

En lo que respecta a la producción y las reservas familiares para consumo, los pequeños agricultores de la región del norte cuentan con reservas para menos de un mes. A marzo del año pasado, estas eran de aproximadamente un mes y tres semanas. Similar situación ocurre con familias en el sur y el occidente, cuando en el mismo mes del 2021, contaban con reservas para dos meses y medio.

“Estas familias van a necesitar recurrir a ahorros, a venta de mano de obra o incluso, la utilización de remesas u otras estrategias de supervivencia para cubrir los meses que no van a poder utilizar la reserva de alimentos, pues estamos acercándonos a lo que se llama, el hambre estacional”, advirtió el representante de la FAO en Guatemala.

En cuanto al cultivo de frijol negro, las reservas son inferiores, comparadas con las de marzo del 2021, las cuales alcanzaban en promedio para dos y tres meses, de acuerdo a lo expuesto en el seminario.

Las 0.4 hectáreas que en promedio tiene una familia de seis personas en el corredor seco de Guatemala, antes del incremento de los precios alcanzaba a aplicar un quintal de urea y otro de triple 15 para poder obtener unos 15 quintales de maíz al año. Cantidad que cubre la cantidad de 5.4 meses. “Son familias de pocos ingresos que no alcanzan a aplicar las cantidades recomendadas para ese tipo de cultivos. Con los incrementos actuales, esa realidad se complica”, explica Rapallo.

De ahí, el llamado a las autoridades correspondientes a tomar medidas de corto plazo para apoyar a los pequeños productores de autoconsumo y a los consumidores más limitados, teniendo cuidado de que las medidas a implementar no sean contraproducentes y distorsionen el mercado a mediano plazo, como ocurrió durante la crisis del 2008-2009.

De acuerdo con Sebastián Gajardo, de la compañía Disagro, los impactos derivados por el conflicto Rusia-Ucrania, aún no se reflejan en Guatemala, pues los inventarios de los proveedores posiblemente alcancen para abastecer el primer semestre sin problema. No obstante, el escenario es bastante incierto con relación a los precios, de por sí, ya incrementados por las razones antes expuestas. “Es decir, de momento no hay riesgo de desabastecimiento”, puntualiza.

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Una de las conclusiones en las exposiciones es que una de las medidas a largo plazo, es prescindir de los fertilizantes químicos, por fertilizantes asequibles más ecológicos, basados en energías renovables. Algo que lleva tiempo, pero que sería una solución sostenible en el tiempo y al final, más barata.

Para ese objetivo existen varias estrategias, tecnologías y conocimientos que se pueden adaptar a los desafíos, como la agricultura orgánica, bajo un método biointensivo, reciclamiento de material vegetal, animal y mineral, cosecha de agua, conservación de suelos entre otras, según lo explicado por el ingeniero agrónomo César Linneo, representante de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC).