Esas ayudas han expirado porque los miembros del Congreso no se pusieron de acuerdo a fin de renovarlas durante las negociaciones para la reducción del déficit público.
Los subsidios para los agricultores surgieron del toque de atención que recibió EE. UU. cuando, en 1973, un embargo petrolero árabe demostró hasta dónde la mayor economía del planeta dependía de los hidrocarburos importados.
Durante la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981) hubo mucho entusiasmo en EE. UU. por las fuentes de energía alternativas y los combustibles obtenidos de recursos renovables. Aunque la llegada a la Casa Blanca del republicano Ronald Reagan aminoró la búsqueda de fuentes alternativas de energía y los subsidios para los productores de etanol se mantuvieron.
En el otro extremo del espectro político, los defensores del medioambiente también se opusieron a los subsidios para los productores de etanol, con el argumento de que la expansión de los cultivos implicaba más uso de maquinaria —con motores diésel— y un uso mayor de fertilizantes.
“El etanol de maíz es extremadamente sucio”, afirmó en un comunicado Michael Rosenoer, del grupo Amigos de la Tierra, que ha celebrado la extinción de los subsidios por inacción legislativa.
“El etanol de maíz causa más contaminación que afecta el clima que la gasolina convencional, y causa deforestación, además de los compuestos químicos que, dispersos en los plantíos, llegan a los cursos de agua”.