Esta economía colaborativa podría representar US$235 mil millones a nivel mundial en el 2025, frente a los US$15 mil millones que supuso a finales de 2014, según las estimaciones PriceWaterhouseCooper (PwC).
Uber ya se ha extendido a más de 60 países y tiene un valor estimado de US$50 mil millones Airbnb está valorada en US$25 mil millones y opera en 190 países.
Un arma de doble filo
Estas plataformas tienen el potencial de “cambiar radicalmente desde la forma en la que consumimos, a cómo trabajamos”, resumió el estudio de PwC.
Sus defensores cuentan con la opción más amplia y muchas veces menos cara ofrecida a los consumidores, así como con la posibilidad de ganar dinero con recursos infrautilizados como su vehículo, su apartamento o su tiempo libre.
En el foro de Uber, DaveM resume su verano como chofer en la isla Martha, en el noreste de Estados Unidos.
“Me gano la vida. Si hago bastantes horas puedo hacer 18 viajes al día”, escribió. Y añadió: “playa todo el día + noche de conducción = felicidad”.
Pero los detractores cuentan pérdidas de las industrias tradicionales, que a menudo habían invertido pesadamente, una competencia desleal y la falta de protección de los consumidores y de los trabajadores.
En la categoría de consumidor estafado, en la web AirbnbHell se puede leer: “Cuando llegué a casa y me encontré con los propietarios parecían agradables, pero cuando salí a cenar me robaron y dejaron la puerta cerrada con llave”.
En comparación con los empleos tradicionales, “los salarios tienden a ser mayores cuando el trabajo está relacionado con una presencia física, como en el transporte, entregas o servicios a domicilio”, indicó Arun Sundararajan, profesor especializado en esta cuestión de la Universidad de Nueva York.
Sin embargo, señaló que cuando los servicios pueden ser subcontratados a lugares remotos, como por ejemplo para el diseño web o traducción, esto puede llevar a un salario más bajo.
Según Sundararajan, la economía colaborativa beneficia más a los que tienen dificultades para llegar a fin de mes o están por debajo del salario medio.
“Hay gente que puede permitirse el lujo de tomar vacaciones porque puede alquilar sus casas en Airbnb, que puede reembolsar el crédito de una compra porque conduce su coche para un servicio de reserva de vehículo con chofer”.
“Esta tendencia plantea todos los riesgos económicos a los trabajadores. Un descenso de la demanda, un cambio repentino de las necesidades del consumidor, una lesión o enfermedad puede hacer que sea imposible pagar sus cuentas”, denuncia Robert Reich, ex Secretario de Trabajo de EEUU, en su blog.
“Esto elimina protecciones como el salario mínimo, la seguridad laboral, licencia familiar y de enfermedad y las horas extraordinarias”, explicó.