Por esa razón, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó ayer un plan para apoyar los esfuerzos de prevención y respuesta ante desastres naturales para Centroamérica, que pondrá a disposición de Guatemala, Honduras, y Nicaragua hasta por US$1 mil 600 millones, en los próximos dos años.
Los huracanes Eta e Iota, que asolaron a buena parte de Centroamérica en noviembre pasado “remarcaron la necesidad urgente de contar con infraestructura resiliente, la mitigación al cambio climático y la gestión de riesgos en Centroamérica que reduzca el impacto en las poblaciones afectadas”, dijo el presidente del BID, Mauricio Claver-Carone.
El plan se implementará con otras agencias multilaterales como el Banco Mundial, el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y la Comisión Económica para América Latina (Cepal), entre otros socios regionales como el Sistema de Integración Centroamericana (Sica) y a nivel de cada país.
Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para la región de América Latina y el Caribe, dijo que Centroamérica caerá en su producto interno bruto un 6%, “el peor dato en cien años”, y la pobreza afectará en 8 puntos; es decir, “retrocede en progresos por al menos una década”.
Debido al impacto, es necesario considerar todos los instrumentos financieros que ayuden a mitigar esos daños, como el seguro de protección financiera contra eventos adversos naturales a través de mecanismos de seguros contra riesgo catastrófico, resaltó Jaramillo.
Por ejemplo, dijo el vicepresidente del BM, en Nicaragua, a principios del 2020 había un plan para huracanes y estaban cubiertos con este seguro, y recibieron US$30 millones contra exceso de lluvias, y eso les dio una liquidez de corto plazo y pudieron responder a la emergencia mientras se aprobaba un financiamiento complementario.
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Reconstrucción resiliente
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, instó a los países a que enfoquen sus esfuerzos en una reconstrucción diferente y resiliente.
Actualmente, el financiamiento para la adaptación no llega ni al 20 por ciento de los fondos mundiales y hay un llamado a que se aumente a un 50 por ciento; por lo tanto, analizan en qué sectores se puede actuar para la adaptación y “qué bueno que los bancos regionales estén actuando para construir políticas de adaptación y reducción de riesgos de desastres con instrumentos financieros y cláusulas específicas como las de huracanes”, criticó la funcionaria.
“Lo que no podemos hacer es una reconstrucción igual a la anterior, porque la que estaba era vulnerable”, enfatizó Bárcena.
Por ejemplo, si se conservaran los manglares en la costa, el daño por los huracanes sería un 30 por ciento menor y se fortalecería al sector pesquero, para lograrlo, aclaró Bárcena, es necesario cambiar la percepción de cuáles son esos proyectos agroecológicos tanto marinos como terrestres, porque cuando se observan los daños en la agricultura se debe repensar en la reconstrucción agropecuaria de la región.
Por otro lado, la región está preparada para avanzar hacia una matriz energética con mayor energía renovable. Si se cambiara en un 40 por ciento a energía renovable, con una inversión de 1.3 por ciento anual, se generarían siete millones de empleos y se reducirían las emisiones en un 30 por ciento. Son cálculos de toda la región, pero no se puede invertir en todo al mismo tiempo, reconoció Bárcena.
Para poder enfocar esos esfuerzos, la ejecutiva de la Cepal considera importante determinar los sectores claves, enfocarse en los que proveerán empleo o que estén orientados a inversiones verdes y basadas en la naturaleza, aumentando los recursos de adaptación.
Jaramillo coincidió en que la reconstrucción tiene que ser diferente y debe tener un nuevo cambio. “Los gobiernos tienen más conciencia que hace 20 años y estamos en un momento diferente, pero tampoco podemos empezar de cero porque se ha ganado experiencia”, señaló.
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Mipymes, sin garantías
Dante Mossi Reyes, presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), dijo que es necesario innovar y buscar mecanismos novedosos, pero especialmente enfocados en las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), que han sido doblemente golpeadas, por la pandemia y por los huracanes.
“Una de las quejas que recibimos en los programas de intermediación es que las mipymes ya están endeudadas, y por más que los créditos sean blandos, están sin garantías. El uso de un fondo de garantías permite aliviar, y los programas de resiliencia son de US$2 mil 100 millones, que incluyen al sector privado”, explicó el presidente del BCIE.
“—Es necesario— aprender a determinar dónde están los daños, porque pareciera que dedicamos recursos a problemas reiterados en el tiempo y vuelven a surgir. La inteligencia y diagnóstico no ha logrado impactar en las decisiones de mover la barra hacia otro lado y mitigar de manera más significativa estos daños”, señaló Mossi.
El laboratorio de innovación del Grupo BID aprobó una iniciativa junto a la Fundación Covelo, que proporcionará US$60 millones para beneficiar a 40 mil Mipymes afectadas para acceder a préstamos.