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¿Habrá o no recesión económica en 2023? (O el dilema de escoger entre atacar la inflación o el crecimiento)

A pesar de que casi todos los organismos internacionales han alertado sobre una recesión mundial en el 2023, las alertas comienzan a bajar y el término que más se escucha es desaceleración.

Recesion en Guatemala

Las alertas sobre una recesión mundial en el 2023 comienzan a bajar y el término que más se escucha es desaceleración por organismos internacionales. (Foto Prensa Libre: AFP)

La semana pasada, los ejecutivos responsables de corporaciones y grandes firmas de alcance internacional, presentes en el Foro Económico Mundial, celebrado en Davos, Suiza, fueron contundentes: en 2023 habrá una recesión global.

Los líderes del sector privado que participaron en una encuesta realizada sobre el tema señalaron que planean recortar costos significativamente, en respuesta al entorno económico negativo, mientras que los economistas son optimistas en relación con el control de la inflación y los balances en general.

Para los encuestados, las tensiones geopolíticas seguirán pesando fuertemente en el rumbo de la economía mundial y anticipan que las políticas monetarias se seguirán endureciendo en Europa y Estados Unidos.

EL panorama es especialmente pesimista para Europa, donde el 100 % de los encuestados prevé un crecimiento económico “débil o muy débil” este año, un porcentaje que baja al 91 % en el caso de Estados Unidos, al 68 % en Latinoamérica y al 48 % en China.

En el caso del gigante asiático, existe cierto optimismo en relación con el levantamiento de las medidas restrictivas para controlar la propagación de la covid y que esto impulse cierto crecimiento, aunque también hay incertidumbre por el posible impacto que esto pueda tener en la salud pública china.

Respecto a la inflación, el 57% de los funcionarios y líderes encuestados dijeron creer que esta continuará en Europa, mientras que en el caso de Latinoamérica bajan al 45%, para Estados Unidos al 24 % y en China, 5%.

Y la mayoría considera que la política monetaria seguirá su tendencia hacia la restricción tanto en Europa (59% de los sondeados) como en Estados Unidos (55%).

“La economía global se encuentra en una posición precaria. La alta inflación, acompañada de un crecimiento bajo, altos niveles de deuda y un ambiente fragmentado reducen los incentivos para esa inversión tan necesaria para volver a crecer”, analizó la directora gerente del Foro Económico Mundial, Saadia Zahidi.

Pero por el lado positivo, los encuestados creen que la crisis ya llegó a su máximo nivel, por lo que la situación debería ser menos grave a finales de 2023 que en la actualidad.

Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI), comenzó el año con una previsión preocupante: “un tercio de la economía mundial estará en recesión este año, incluida la mitad de la Unión Europea.

En palabras de la directora gerente del ente, Kristalina Georgieva, “para la mayoría del mundo, 2023, va a ser un año más duro que el que dejamos atrás”, ya que las tres grandes economías (Estados Unidos, la Unión Europea y China) “se están ralentizando simultáneamente”.

Por lo tanto, prevé que la mitad de los países de la UE, cuya economía está “severamente impactada” por la guerra en Ucrania, entre en recesión en 2023, mientras que la economía estadounidense es más resiliente y la fortaleza de su mercado laboral le puede ayudar a evitar la recesión.

En EE. UU., continúa el temor

En cuanto a Estados Unidos, el principal problema económico que afrontó durante el año anterior fue el incremento del nivel general de precios, a niveles no vistos en cuatro décadas. Y si bien, la inflación comenzó a disminuir lentamente, la Reserva Federal (Fed) parece poco impresionada y convencida de que su lucha contra la aceleración de los precios esté cerca de terminar.

Es más, los analistas consideran que la banca central puede estar dispuesta a permitir que la economía caiga en recesión, si es lo que se necesita para que los precios vuelvan a bajar a su objetivo anual de 2%.

Por lo pronto, la tasa de interés líder sigue subiendo y luego de su séptima alza, se ubicó entre 4.25 % a 4.5 %, y en las últimas proyecciones, los formuladores de políticas de la Fed pronosticaron que esta podría llegar a un rango de 5% a 5.25%

Estos mismos funcionarios también redujeron su perspectiva de crecimiento económico en 2023 de 1.2% que habían pronosticado en septiembre, a un insignificante 0.5 %, lo más cercano a un pronóstico de recesión que probablemente harían.

Por lo tanto, los funcionarios aceptarían una recesión económica, como el precio de controlar la inflación. El mensaje que estaba enviando la Fed, dijo Ryan Sweet, economista jefe para Estados Unidos de Oxford Economics, fue contundente: “Vamos a romper algo. Vamos a romper la inflación o vamos a romper la economía”.

¿Signos de recuperación?

Ya en enero, la actividad empresarial de la zona euro creció por primera vez en seis meses, según la encuesta PMI, un resultado que fortalece las expectativas de que Europa evite caer en recesión.

El índice PMI de S&P Global Flash, basado en encuestas a empresas, subió a 50.2, tras ubicarse en 49.3 en diciembre. En este indicador un índice superior a 50 indica un aumento de la actividad económica.

O sea que la economía europea resiste el embate de las consecuencias negativas de la guerra en Ucrania y la inflación galopante comenzó a bajar en noviembre, con una mejora de la situación de las cadenas de aprovisionamiento y la reciente apertura de la economía china.

“Las posibilidades de ver que la zona euro salga de la recesión parecen estarse perfilando, los últimos datos del PMI flash muestran una estabilización de la economía de la región en enero”, destacó Chris Williamson, economista jefe S&P Global.

Por su parte, Andrew Kenningham, economista de la consultora Capital Economics, destacó que es “el tercer aumento sucesivo de mejora y presenta evidencias de que la región ha evitado por ahora la recesión drástica que nosotros y muchos otros habíamos previsto.

Hasta hace escasamente tres meses, los analistas económicos eran prácticamente unánimes en proyectar una contracción de la economía europea, fundamentalmente por el impacto de la guerra en Ucrania.

En cuanto a Estados Unidos, la economía creció 2.1 % en 2022, según el primer cálculo sobre el producto interno bruto anual, ya publicado por la Oficina de Análisis Económico (BEA, en inglés).  Según esta estadística, el PIB estadounidense aumentó 0.7% respecto al trimestre anterior, lo que supondría un ritmo anual de crecimiento de 2.9 %.

Esta alza de siete décimas se produce, señala la BEA, en el marco de una inflación moderada, un desempleo bajo, incertidumbres continuas en la cadena de suministro y tasas de interés en aumento.

No obstante, la entidad indicó que los datos del cuarto trimestre son aún incompletos y la estimación podría variar, por lo que el dato definitivo no se conocerá hasta finales de marzo.

Pero mientras tanto, se indica que a pesar de ser un crecimiento muy inferior al registrado en 2021 (5.9%), Estados Unidos cerró el año con 2.1% de crecimiento anual, lo que podría conducir a olvidarse de una recesión en el 2023, considerando que se registraron aumentos en el gasto de consumo, las exportaciones, la inversión en inventarios privados y la inversión fija no residencial, que fueron compensados en parte por disminuciones en la inversión fija residencial y el gasto del Gobierno federal.

¿Y en Latinoamérica?

Lo anterior podría tranquilizar un poco las expectativas de economías más pequeñas como las latinoamericanas, por los efectos que una recesión en los países desarrollados puede tener en la región.

Sin embargo, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, alertó la semana anterior, de que existe una preocupación por “la agitación civil” en países como Brasil o Perú, que podría llevar a una desaceleración económica de la región.

“Existe preocupación por los acontecimientos en los frentes de agitación civil. Lo que hemos visto en América Latina durante el último año es un cambio político bastante significativo y está impulsado por factores económicos subyacentes en América Latina. Está por verse si esto lleva a una mayor desaceleración”, apuntó.

Según el último informe del FMI sobre las Perspectivas Económicas Mundiales, la región crecerá solo 1.7% este año, aunque casi todos los países -salvo Chile- se salvarán de la recesión. Eso significa que América Latina no entra en las proyecciones del organismo sobre que, en este año, un tercio de la economía mundial entrará en recesión.

“Lo que es realmente decepcionante es que América Latina tiene un potencial tan grande para crecer… Es una historia de potencial infrautilizado”, añadió.

En conclusión, la directora gerente del organismo auguró un año complicado para la economía mundial y, puesto que el trabajo de los bancos centrales “aún no está hecho” y “tendrán que seguir presionando para lograr la estabilidad de precios”, todavía no se han visto las consecuencias reales en el mercado de trabajo, que podrían hacer aumentar las tensiones.

La visión local

Con base en lo anterior, es obvio que el término recesión económica siempre causa temor entre analistas e inversionistas en cualquier país del mundo, por lo que a pesar de las previsiones de varios organismos internacionales en ese sentido para el año que inicia, varias economías desarrolladas se han apresurado a descartarlo.

En cambio, ahora se habla de la alta probabilidad de una brusca o fuerte desaceleración, debido en el mapa de riesgos persisten temas como la pandemia covid-19, el aumento de la inflación, el conflicto entre Rusia y Ucrania, el aumento de tasas de interés por parte de la Fed de Estados Unidos y la crisis energética.

En todo caso, es un asunto que continúa generando interés y es seguido por los agentes económicos para la toma de decisiones dentro y fuera de Guatemala, donde ahora se suma el ambiente político por ser un año electoral.

En las ciencias económicas, una de las reglas básicas es anticiparse a lo que puede suceder, por medio de la construcción de escenarios que marquen probabilidades o tendencias, las que en Guatemala son muy optimistas.

En enero, la actividad empresarial de la zona euro creció por primera vez en seis meses, según la encuesta PMI, un resultado que fortalece las expectativas de que Europa evite caer en recesión. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

Mapa de riesgos

José Alfredo Blanco Valdés, vicepresidente del Banco de Guatemala (Banguat) expuso recientemente que “hay una gráfica sobre la posibilidad de recesión y para la economía de Estados Unidos se calcula que esta se encuentra en un 67 por ciento, pues no hay datos que puedan sugerir que habrá una recesión plena”.

Pero sí manifestó que la Reserva Federal (Fed) ha indicado que habrá un aterrizaje suave en la economía estadounidense, lo que podrá comprobarse con los datos del siguiente trimestre.

El mapa de riesgos también es distinto para otras economías y se enfoca para el viejo continente: en el caso del Reino de Unido, se está enfrentando una posibilidad de 90 ciento, derivada de la crisis del petróleo, el conflicto internacional y complicaciones en la política fiscal que han provocado pérdida de confianza entre los inversionistas. Y es algo a lo que se dará el seguimiento respectivo.

En cuanto a la Zona Euro, al igual que EE. UU., las autoridades estiman una posibilidad de recesión del 68 por ciento, lo que podría aumentar por ser una región más propensa a la crisis energética.

Por lo tanto, ya hay reacciones, pues los países europeos están invirtiendo en opciones de energía nuclear, con el objetivo de depender menos del petróleo y, para el caso de Alemania, está buscando alternativas que no afecten su industria.

Entonces, el escenario base mundial no es de recesión en este momento, insistió el funcionario, al preguntarle cómo pinta el horizonte, “pero si se esperaría una desaceleración (ritmo de crecimiento menor) en 2023, con la información oficial disponible de los diferentes organismos internacionales.

Para la economía guatemalteca, no se espera una recesión, manifestó Blanco Valdés, pues el país no está dentro del tercio de economías que indica el Fondo Monetario Internacional (FMI) que estarían afrontando ese problema en este año, sino más bien, se encuentra en el grupo de países que mantendrán positivas sus tasas de crecimiento.

Incluso, la posición de Guatemala estaría mejor respecto a otros países, ya que regresaría a sus niveles tendenciales (al promedio de sus crecimientos históricos es del 3.5%), en tanto que otros países que lograrán una tasa de crecimiento positivo, estarán por debajo de sus expectativas, explicó el funcionario.

Luis Lara Grojec, presidente de la Asociación Bancaria de Guatemala (ABG) expuso recientemente ante un grupo de empresarios que algunas economías probablemente entrarán en recesión, pero de tipo leve o ligth.

Desaceleración versus recesión

El investigador Ricardo Rodríguez, de la firma consultora Central American Business Intelligence (Ca-bi), también brinda un panorama mundial e indica que continúa el mismo escenario en cuanto a una desaceleración de la economía global, “lo que está garantizado”.

A su juicio, no se percibe ningún escenario en el que haya un crecimiento mayor al que se observó el año pasado y es férreo al señalar que: “primero hay que descartar la visión más optimista de una evolución económica, pero sí hay una impresión de que será un escenario de fuerte desaceleración, aunque no de recesión”.

Ello porque la definición técnica es que una recesión consiste en dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, lo que puede ser resultado de una alta inflación. Y menciona que este indicador está mermando en Estados Unidos y lo que se ha escuchado de la Fed es que los aumentos en la tasa de interés líder ya no serán tan agresivos, a pesar de que se desea bajar al 2% de forma paulatina.

“Entonces, van a ir moderando su política monetaria y eso no va a frenar la economía, aunque el nivel general de precios permanezca un tiempo por encima de lo esperado, “lo que no es bueno, pero en cuanto al crecimiento económico, no se le va a meter el freno previsto”, recalcó.

En los análisis del investigador de CA-BI se ha considerado que en la Zona Euro hubo un invierno menos intenso de lo que se previó, por lo que la crisis energética que se esperaba, por lo que la posibilidad de quiebra de empresas por los costos altos del suministro eléctrico, ya no sucedió.

Como conclusión, resaltó que el escenario recesivo en la Zona euro se logra esquivar en el 2023, pero eso no significa que se eviten trimestres de contracción en la actividad económica.

Los efectos locales

Al preguntarle cómo entender la fuerte desaceleración, el analista citó, por ejemplo, que la economía de EE. UU., crecerá menos del 1% este año, lo que es un “golpe tremendo”.  De ser así, en Guatemala y Centroamérica la situación se reflejará inicialmente en el flujo de remesas familiares, aparte de que disminuirían las exportaciones.

Y a su criterio, hay que hablar más de la economía de EE. UU., por ser el socio principal de la región, aparte de que las vías de conexión hacia Europa son bastante limitadas. Esto se comprueba con el hecho de que un tercio de las exportaciones se van a Estados Unidos y otro tercio a Centroamérica (que a su vez exporta) y por eso, hay que suscribirse más hacia el bloque de Norteamérica que al europeo.

Desde Estados Unidos, se recibieron US$18 mil millones en remesas en 20222, y “cuesta pensar que aún con recesión, vayan a caer, pero el ritmo de crecimiento será menor. Es decir que, con una desaceleración de la economía estadounidense, un incremento de 8% en esas transferencias, sigue siendo importante, pues serán casi US$20 mil millones al final del año, lo que beneficia al consumo en el mercado guatemalteco”.

Respecto a las exportaciones hacia a EE. UU., se cuenta con la ventaja de que, en buena medida, son bienes alimenticios y aún en temporada de recesión o desaceleración, el consumidor suele privilegiar la comida en sus compras.

Por eso, reiteró que no será un panorama catastrófico, aunque se presentarán algunas complicaciones.

ESCRITO POR:

Urias Gamarro

Periodista especializado en macroeconomía, finanzas públicas e infraestructura, con 20 años de experiencia en medios radiales, impresos y digitales.