Sergio Recinos, presidente de la Junta Monetaria y Banco de Guatemala (Banguat), explica el panorama económico y las perspectivas para este 2021, así como los riesgos a corto plazo. La conversación se centró en interrogantes como qué deben hacer los agentes económicos o cuáles serán las señales de la recuperación.
—¿Cómo hay que ver este año?
—En 2021, afortunadamente las perspectivas pintan mejor que el 2020. Se proyecta un crecimiento económico de 3.5%, como escenario central, en un rango de 2.5 a 4.5%.
Esperamos un sesgo hacia arriba, pero con un escenario núcleo de 3.5%, cercano al crecimiento del 2019 que fue de 3.8%. Es decir, la recuperación será en forma de “V”.
Lamentablemente, en 2020 confirmamos una caída de 1.5%, y el impacto de la pandemia es colosal a escala global y Guatemala no es la excepción.
Dentro de todo, Guatemala es el país de América Latina que está mejor posicionado, y el FMI prevé una caída de -2%.
Guatemala supo sortear bien el manejo de la pandemia desde el punto de vista sanitario, pero también desde la política económica, especialmente la fiscal y monetaria.
—¿Qué prevén por actividades para 2021?
—Básicamente en todas las actividades habrá crecimiento, y destacan construcción que fue negativo en -7.4 (2020), estaría creciendo a 7.5%, y de hecho ya percibimos en el tercer trimestre del 2020 una recuperación que se consolidará este año.
Explotación de minas y canteras que tuvo una caída de -3.1% (2020) pasaría a 4%, y se revisaron al alza sectores como agricultura, comercio, y habrá más dinamismo en el sector de hotelería, restaurantes y todo lo relacionado con el turismo con un crecimiento de 5.7% luego de la caída que tuvo en 2020 en casi 20%.
Actividades como la inmobiliaria, salud y otros servicios tendrán una recuperación importante.
—¿Cómo se puede definir ese motor de crecimiento?
—Especialmente el crecimiento de la economía mundial, pero sobre todo de los socios comerciales de Guatemala, entre ellos Estados Unidos, que también tienen una revisión al alza.
Observarnos mayor comercio interno, bienes importados, una mayor demanda de alimentos y bebidas; textiles y prendas de vestir, y la mejora de precio de algunos productos de exportación como el banano, café y cardamomo, la recuperación del sector turismo, así como el crédito al sector privado continuará positivo.
—En el fondo se percibe una recuperación en V ¿De qué aspectos depende?
—En primer lugar, los aspectos que le mencioné de los motores del crecimiento, pero también (depende de) cómo evolucionará el tema de los contagios a nivel nacional e internacional.
Hemos observado los rebrotes en Europa y EE. UU., y ya se han tomado medidas de restricciones de movilidad, pero no tan fuertes como fue a inicios del 2020, y ojalá no sean tan extendidas.
En el caso de Guatemala, no se han adoptado medidas, y es muy importante que la población esté consciente de continuar con el distanciamiento, el uso de la mascarilla, y el otro elemento son las noticias de las vacunas cuyo uso se autorizó en varias naciones y ojalá estén pronto en Guatemala para ser distribuidas de una manera masiva, ya que de esa cuenta se inyecta confianza a la economía y a las empresas.
—¿Cómo serán las señales de la recuperación económica?
—Se tienen que percibir poco a poco, y ya estamos observando indicadores de corto plazo, como el Índice Mensual de la Actividad Económica (Imae), exportaciones, crédito al sector privado, los medios de pago, la emisión monetaria, el Índice de Confianza en la Actividad Económica, y otros que ya vienen demostrando recuperación, y que serían las señales que confirman las expectativas y perspectivas que se han estimado por los cuerpos técnico con base en información de las cámaras empresariales, encuestas y otras informaciones.
Todo esto se tiene que reflejar en los niveles de empleo, y mencionado que a septiembre se han perdido 70 mil empleos formales (con datos del IGSS), y en la medida que la economía se vaya recuperando, entonces esas plazas se estarán ocupando.
Observamos que se están abriendo negocios que hace algunos meses estaban vacíos y que se están ocupando para percibir cómo el empleo empezará a subir.
Otro indicador es el consumo, que tendrá que venir repuntando, y, por ejemplo, está la queja del tráfico vehicular, pero lo que está detrás es el consumo de por medio, que hay negocio, intermediación y esa actividad es positiva.
El crédito estará repuntando, el empresarial mayor, menor, tanto a las empresas como a las familias, y el consumo se estaría reflejando en la mejora en la economía.
Cuando empieza esa mejora se genera un círculo virtuoso: entre más actividad, más consumo, más empleo y más producción; entonces, se estará reflejando en los próximos meses y ya se está mostrando desde agosto.
—Si bien es el año de la recuperación económica, ¿qué riesgos podrían presentarse?
—Está la posibilidad de un rebrote de contagios, que podría implicar medidas hacia la movilidad, esperemos que no surja, pero es un riesgo.
También dependerá de cuán rápido llegue el surtido de las vacunas, y empezar la vacunación masiva. Un riesgo asociado a la aprobación del presupuesto que no se aprobó y el Ejecutivo enviará una nueva versión al Congreso, y ojalá se apruebe a más tardar en febrero.
Las readecuaciones retrasarán la ejecución del gasto.
El FMI mencionó la importancia de continuar con los estímulos fiscales, no solo en Guatemala, sino en todas las economías y es algo que compartimos, pero no en la magnitud del 2020. La política fiscal debe ser anticíclica, y la inversión debe ir en infraestructura, capital humano, gasto transparente y que se vayan a recibir los réditos que esto implica.
Los riesgos a escala mundial son las tensiones políticas en Medio Oriente y comerciales, que estarían asociadas y reflejadas en el precio del petróleo.
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—¿Qué actitud debe adoptar el agente económico para este año?
—En Guatemala, además de la pandemia vinieron las tormentas tropicales para Nicaragua, Honduras y El Salvador, pero las personas han demostrado que se pueden sobreponer. En la medida en que todos podamos ser optimistas a futuro, vamos haciendo que se vaya consolidando (la recuperación). Esta época es para reflexionar y reorientar los objetivos.
—¿Cómo están percibiendo el ambiente para los negocios y la inversión?
Según la última encuesta de la confianza, y si nos vamos a febrero antes de la pandemia, el índice estaba en un nivel récord no observado en años previos en 70 puntos, y luego vino la crisis en marzo y en abril cae a 33 puntos, una caída muy significativa asociada al virus.
La recuperación que viene es paulatina, en octubre llega a 52 puntos y una leve caída en noviembre asociada a los problemas surgidos en ese mes.
Esperaríamos que en (la medición de) diciembre se recupere, y se esté trabajando en generar la confianza en los agentes económicos. La perspectiva es que la confianza económica vuelva a mejorar.
—¿Qué tipo de confianza se puede percibir?
—Un nivel de confianza mucho mejor que al 2020, y la expectativa de crecer 3.5% en el escenario central, conlleva mayor nivel de consumo, inversión público-privada, y la confianza estará repuntando gradualmente.
Es importante retomar la senda de la estabilidad macroeconómica del país, y estamos muy claros en que en 2020 era necesaria esa política fiscal anticíclica que llevó el déficit fiscal al 6%, que no se había vivido en varias décadas.
Para 2021, el déficit fiscal que se estaba proponiendo era de 4.8% y se realizarán ajustes. Creo que hay que brindar ese impulso a la economía para la recuperación y reconstrucción, pero a la vez retornar a un déficit del 2% en los próximos años.
—¿A qué indicadores económicos deben prestarle mayor atención en 2021?
—Normalmente miran la expectativa de crecimiento, las posibilidades de inversión, consumo de Gobierno y cómo se plantea el presupuesto general; cómo están las oportunidades de inversión en el exterior, la posibilidad de diversificar las exportaciones y mercados, y se está estudiando una nueva ventanilla.
Otros indicadores de carácter cualitativo que tienen que ver con certeza jurídica y reglas claras que son fundamentales para la inversión. (Por ejemplo), el estudio que realizó la firma McKinsey & Co., que identifica las oportunidades de exportación, qué productos pueden tener más valor agregado, y que la economía pueda aprovechar esas ventas, y proyectos nuevos que se han planteado, como por ejemplo, la Municipalidad de Guatemala y los proyectos de Alianza Público-Privado.
En el caso del Gobierno Central, en el capítulo que se había planteado de reconstrucción, había algunos proyectos nuevos, y en la medida que se vayan materializando estarían generando confianza, empleo y consumo.
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—Hemos hablado de los indicadores macro y su estabilidad, pero, ¿cómo estará la situación de las personas?
—La estabilidad es la suma de toda la actividad macroeconómica. Se puede partir de lo micro a lo macro o a la inversa, y el enfoque nuestro es macro, por eso la importancia de la estabilidad de esos colchones que se encuentran en la producción.
Si el crecimiento va a ser 3.5%, quiere decir que a nivel micro habrá una expansión, y por supuesto, hay sectores más dinámicos que otros, actividades microeconómicas más importantes que otras, o más dinámicas, pero dentro de un todo, la expectativa es positiva.
Lamentablemente, la pandemia trajo consecuencias para aquellas pequeñas y medianas empresas que no pudieron soportar el impacto de esos meses y tuvieron que cerrar.
Por otro lado, surgieron emprendimientos. Hay muchos casos exitosos, que son actividades micro, y es importante señalar el apoyo del sistema financiero y las cooperativas de ahorro que brindaron créditos a estos programas.
—¿Qué panorama se presenta para indicadores como inflación, pobreza, desempleo y tipo de cambio?
—Con la inflación se presentó un choque de oferta en productos agrícolas en octubre y noviembre que es un comportamiento atípico. En todo caso, los cuerpos técnicos estiman que, por el lado de la oferta los productos agrícolas van a presionar a corto plazo, pero se proyecta una inflación de 4.50% para 2021.
La inflación sigue bajo control, y así estamos evitando mayores niveles de pobreza que es el objetivo de los bancos centrales, y en cuanto al tipo de cambio, muy estable con Q7.80 con una leve depreciación del 5% en 2020, y no hay salida de capitales importantes.
Por la caída del PIB también hay una caída del per cápita, y esto es un indicador de mayor pobreza, pero esperamos que se vaya recuperando en el año.
Aunque no contamos con metodología científica en este momento, en un shock de esta naturaleza el sector más vulnerable es el más pobre, y se esperaría que los niveles de pobreza aumenten en Latinoamérica, en tanto las economías vuelvan a sendas de crecimiento más altas.
En el empleo, se habían perdido 70 mil a septiembre de los cotizantes al IGSS y en el sector informal no hay más información, pero también se perdieron empleos en este sector.
—El consumo interno y las remesas familiares ¿cómo marcharán para 2021?
—Las remesas han evolucionado de manera positiva y al 10 de diciembre hay un crecimiento del 6.6%, que significa US$10 mil 513 millones de divisas y superaron los US$10 mil 508 millones del 2019, y el cierre será de 7.5% con US$11 mil 300 millones en 2020, es decir, unos US$800 millones más.
En 2021 continuará la recuperación con un crecimiento de un rango de 10%, lo que llevaría a unos US$11 mil 500 millones, que siguen impulsando el consumo y es una variable importante para el país.