Se piensa que el trabajo concluyó en la plaza y que ahora es al gobierno al que le toca la tarea de hacer desaparecer la pobreza, dar salud, seguridad, educación, activar la economía, cuidar el medio ambiente, subir la recaudación, combatir el crimen, reconstruir las cárceles etc,etc.
Todos los demás nos podemos sentar a vigilar y estar listos a señalar los errores que se cometan viendo desde fuera de la barrera a los que tienen nada más y nada menos que sacar de pobres a 10 millones y a 4 de la miseria.
Ahí reside la gran equivocación e incapacidad social, pues si no se tiene claro que urge un entendimiento común, con acuerdos específicos de las tareas que nos harán saltar hacia una sociedad más prospera que ofrezca oportunidades de movilidad social para todos, será el dedo acusador el que nos conducirá a más confusión y logros estériles.
La destrucción causada por décadas, no se resuelve en un año, ni en cinco.
Con esa actitud a desprestigiar, lo único que estamos haciendo es espantar a los guatemaltecos preparados que estarían dispuestos a servir a su país como funcionarios públicos, pero no lo harán, si corren un alto riesgo de recibir como pago la desacreditación y hasta el riesgo de permanecer en una cárcel mientras se aclara su situación.
Cuando elegimos un gobierno que no tenía experiencia política, que ni ellos mismos entendían como llegaron ahí, también era claro que tendrían que improvisar pues no tenían equipo humano ni un plan que seguir.
Alguien me hacia la pregunta. ¿Si tuvieras que escoger entre el gobierno que hubiera hecho Baldizón y el gobierno de Morales, cual escogerías? ¿Entre un malvado y corrupto y otro que improvisa, comete errores y aprende a gobernar a golpe y porrazo?
El problema que enfrenta Guatemala hoy, es que el país grita por seguir avanzando, por pasar al segundo escalón.
Es aquí donde es importante tener claro que el proceso de reconstrucción pasa por una serie de etapas, que el igual que un duelo tienen que irse agotando una a una para lograr salir adelante. Van una detrás de la otra. Superarlas está bajo la responsabilidad de distintos actores y con tiempos largos y cortos.
La primera, es la de la limpieza de la corrupción que ha está siendo liderada por la Cicig y el Ministerio Público con los resultados que ya conocemos. En materia de combate a la corrupción ya podemos apreciar un ejemplo real que se está produciendo en la institución que fue el detonante de la crisis del 2015. Me refiero a la Sat y la aduana con muestras claras de cambio. La intendencia de aduanas la semana pasada presentó públicamente los avances en tecnología, destitución de corruptos y procesos de contratación transparentes y exigentes en materia de honestidad. Está recuperando el respeto de la población en el término de 9 meses.
La segunda, es la del Congreso que tiene la responsabilidad de recuperar el prestigio de la institución y demostrar que es capaz de depurarse a sí mismo y legislar en función de los intereses de la población. Nadie puede negar que hay avances y que estemos siendo testigos de grandes luchas internas de los que todavía se resisten.
La tercera, le está tocando al Ejecutivo que como todos ya sabíamos, se elegiría a una persona que no pertenecía a las estructuras que por décadas se aprovecharon de las instituciones del estado para enriquecerse sin importar el sufrimiento causado en hospitales, escuelas o muertes por la inseguridad. Los retos del ejecutivo son inmensos. Los índices de desarrollo humano que tenemos nos llenan de vergüenza. La situación económica ya da señales de contracción. La falta de empleo se atisba como el monstruo que ha sobrepasado los límites haciendo que gigante del norte vuelva los ojos hacia el sur, por los cientos de miles que emigran buscando trabajo.
A los sindicatos públicos, les toca también resurgir de la corrupción, del envejecimiento, del desprecio que han provocado en la población. Les toca la tarea de revalorizar lo público y contribuir a dignificar al empleado gubernamental.
La cuarta, y quizás la más grande para la sociedad es refundar la política y rediseñar los partidos políticos que participaran en las elecciones del 2020. Los grupos de jóvenes tienen aquí una tarea que jugar.
No perdamos la oportunidad, pongamos sobre la mesa los temas que nos dividen y lleguemos a acuerdos. La gran responsabilidad si es vigilar, pero lo que hay que vigilar es la construcción formando parte de ella.