Los usuarios de esa Ley no estamos sentados esperando un incentivo fiscal, nos hemos pasado años sudando la camiseta para aumentar las exportaciones, involucrando productores a lo largo y ancho del país, y hacerlos crecer.
Recordemos que si crecen las exportaciones, se reduce pobreza. En el 2015 los exportadores financiaron la capacitación de 6 mil personas especializándolas en Comercio Exterior, conectaron 140 pequeñas comunidades al negocio exportador, se exportaron millones y millones de libras de productos agrícolas, organizaron encuentros exportadores involucrando a Pymes, comercializaron a través de plataformas digitales, lograron certificaciones internacionales, controlaron residuos y plagas, mejoraron calidad en miel, ajonjolí cacao y productos orgánicos.
Por el lado de los productos industriales, los esfuerzos de la comisión de exportadores de manufacturas de Agexport muestran capacitaciones, ferias, asistencias técnicas, investigaciones innovaciones y una tenaz labor en la búsqueda de compradores.
No hay una sola semana del año en que no exista un evento de envergadura para exportar más. Si hablamos del sector servicios de exportación llegando a niveles nunca antes vistos, a pesar de la gran limitación de recurso humano bilingüe.
Los empresarios han puesto sobre sus hombros la tarea de enseñar inglés y formar maestros especializados para no detener el crecimiento. No alcanzarían muchas hojas para describir la titánica labor de los exportadores y el inmenso presupuesto que invierten para costear sus programas que son de alcance nacional.
En el 2015 Guatemala exporto US$11 mil 069 millones, dando empleo y autoempleo a aproximadamente 1.6 millones de chapines con un crecimiento estimado de un 2.4% comparado con el año anterior. Es un crecimiento bajo, pero al menos positivo. La economía mundial estuvo bastante lenta. Si bien se creció en valores de 2.4% el alza en volumen fue de un 14%.
Vendimos más productos por menos precios. Guatemala no fija los precios en el mercado mundial, los fijan los cientos de proveedores que llegan a competir con innovaciones, con salarios bajos (Guatemala triplica los salarios de Asia, duplica en Centroamérica, con excepción de Costa Rica), con apoyos para capacitar personal, créditos al pequeño, asistencia técnica en el campo, investigación y desarrollo, facilitación garantizada en aduanas y puertos y sin sobrecostos de la corrupción en trámites y gestiones.
Todo lo anterior nos da el derecho de pedir al Congreso que en las dos semanas que quedan del 2015, sesione y respalde a dos sectores que lo necesitan para compensar las grandes inversiones que deberían de venir del Estado pero que las empresas pagan. No dejar que se pierda ni un solo empleo de los que hoy en día existen, es más que sobrada razón para hacer el esfuerzo de una sesión extraordinaria más en el Congreso.