“Es un tema urgente porque podríamos perder la ventana de oportunidades de esa tendencia demográfica”, dijo a The Associated Press el economista sénior de la Unidad de Educación para América Latina y el Caribe del Banco Mundial Rafael E. De Hoyos. “Siempre ha sido importante capacitar a los jóvenes, pero hoy lo es más”.
El reporte, elaborado por De Hoyos, Halsey Rogers y Miguel Székely, señaló que casi el 60% de estos jóvenes proviene de familias ubicadas en el 40% inferior de la distribución de ingreso.
También precisó que las mujeres conforman dos tercios del grupo, y que al menos 70% de ellos y ellas viven en ciudades y tienen bajo nivel educativo.
El organismo multilateral señaló que este grupo de los “ninis” pueden tener consecuencias negativas duraderas sobre la productividad al bajar sueldos y oportunidades laborales, perjudicando así al crecimiento económico en general.
La investigación determinó además que la prevalencia de estas personas se agravó con la presencia del crimen organizado en Colombia, México y América Central.
De Hoyos señaló que los gobiernos pueden atender este problema aún cuando la región proyecta un crecimiento económico nulo en 2016 porque “no se requieren grandes incrementos presupuestales para adoptar políticas correctivas”.
Evitar el abandono
El Banco Mundial exhortó a los gobiernos del continente a evitar el abandono escolar de los jóvenes “ninis” y al mismo tiempo insertar al mercado laboral a quienes que ya no estudian, para reducir el tamaño de este grupo, el cual aumentó incluso durante el vigoroso crecimiento económico que experimentó el continente durante la década pasada.
El reporte, elaborado por De Hoyos, Halsey Rogers y Miguel Székely, señaló que casi el 60% de estos jóvenes proviene de familias ubicadas en el 40% inferior de la distribución de ingreso.
También precisó que las mujeres conforman dos tercios del grupo, y que al menos 70% de ellos y ellas viven en ciudades y tienen bajo nivel educativo.
La proporción oscila entre 11% en Perú a más del 25% en Honduras y El Salvador. En términos absolutos, la mayor cantidad reside en Brasil, Colombia y México.