Economía

FAO lanza guía para prevenir el trabajo infantil en conflictos y desastres

Una nueva guía publicada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), insta a que el problema del trabajo infantil se integre en los programas de agricultura, seguridad alimentaria y nutrición que tratan de hacer frente a las crisis y los desastres. El manual fue presentado hoy para conmemorar el Día Mundial contra el Trabajo Infantil.

La guía está dirigida a profesionales del desarrollo, responsables de la formulación de políticas y grupos de la sociedad civil que trabajan en programas de agricultura, seguridad alimentaria y nutrición. (Foto Prensa Libre: www.chapinesunidosporguate.com)

La guía está dirigida a profesionales del desarrollo, responsables de la formulación de políticas y grupos de la sociedad civil que trabajan en programas de agricultura, seguridad alimentaria y nutrición. (Foto Prensa Libre: www.chapinesunidosporguate.com)

El manual está destinado a profesionales del desarrollo, responsables de las políticas y grupos de la sociedad civil.

En todo el mundo, 100 millones de niños y jóvenes se ven afectados cada año por desastres y 230 millones viven en zonas afectadas por conflictos armados.

A medida que se prolongan las crisis, se socava la capacidad de una familia para proporcionar alimentos, educación y protección adecuados a sus hijos, lo que puede aumentar tanto la prevalencia como la gravedad del trabajo infantil, incluidas sus peores formas, como la servidumbre por deudas de los niños.

“El sector agrícola tiene un gran potencial antes, durante y después de las crisis, para salvaguardar vidas y contribuir a los medios de subsistencia, apoyar a las familias rurales, proporcionar empleo decente y alternativas al trabajo infantil, incluidas sus peores formas”, aseguró el Subdirector General de la FAO, Kostas Stamoulis.

La guía de 26 páginas El trabajo infantil en la agricultura en contextos de crisis prolongadas, frágiles y humanitarios está dirigida a profesionales del desarrollo, responsables de la formulación de políticas y grupos de la sociedad civil que trabajan en programas de agricultura, seguridad alimentaria y nutrición.

Incluye pasos prácticos para asegurar que los programas contribuyan a oportunidades seguras de empleo y formación para los jóvenes y que las actividades destinadas a apoyar a las familias vulnerables no tengan la consecuencia no deseada de fomentar el trabajo infantil.


Por ejemplo, una iniciativa de “dinero en efectivo por trabajo” puede generar una gran demanda de participación de adultos, que puede afectar a la cantidad de trabajo agrícola familiar que se deja para los niños.

 Los desastres empujan a los niños a trabajar

En una crisis, los niños separados de sus familias pueden necesitar trabajar para sobrevivir. Las familias pueden sacar a los niños de la escuela y hacerles trabajar. Las malas cosechas aumentan las posibilidades de que los niños necesiten trabajar para mantener a la familia.

En situaciones de conflicto, los riesgos físicos como son las armas de fuego y las minas terrestres pueden hacer más peligroso el trabajo de los niños en la agricultura. Los niños pueden ser enviados desde los campos de refugiados para realizar faenas agrícolas, o para recolectar agua y combustible a lugares en los que estén en riesgo de sufrir violencia y abusos.
 
No toda participación de los niños en las tareas agrícolas se define como trabajo infantil. En muchas comunidades rurales, los niños ayudan en el hogar, cuidan de los animales y recolectan frutas y verduras. Durante períodos cortos y en condiciones seguras, un trabajo agrícola ligero puede permitir a los niños adquirir valiosos conocimientos y habilidades que les beneficiarán en el futuro.

Sin embargo, los conflictos y los desastres pueden empujar a los niños hacia tareas que no son adecuadas para su edad, que puede perjudicar su desarrollo físico y mental y los priva de la oportunidad de aprender. El trabajo infantil durante una crisis perpetúa el ciclo intergeneracional de la pobreza y dificulta la recuperación.

Los niños que abandonan la escuela o que no vuelven a estudiar tras una crisis, tienen más probabilidades de seguir siendo pobres.

Se calcula que hay 168 millones de niños trabajadores en todo el mundo, de los cuales 98 millones (casi el 60 por ciento) participan en tareas agrícolas. La mayoría lo hace como miembros de la familia –sin ser remunerados- y a menudo a partir de una edad temprana. Puede incluso tratarse de un trabajo peligroso, que incluya la exposición a pesticidas, maquinaria peligrosa, cargas pesadas y jornadas de largas horas.

La evidencia muestra que los niños y adolescentes que trabajan en la agricultura sufren mayores tasas de lesiones y muertes que los adultos.

No debemos dejar a nadie atrás

Es esencial tratar de abordar el trabajo infantil a través de programas que mejoren la agricultura, la seguridad alimentaria y la nutrición.

El sector agrícola tiene un gran potencial para aumentar la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de los hogares rurales pobres, y ayuda a las comunidades rurales a recuperarse más rápido de una crisis y a evitar estrategias de supervivencia negativas, como sacar a los niños de la escuela para que trabajen.

La guía se basa en la larga experiencia de la FAO junto a sus asociados para reducir el trabajo agrícola infantil. Por ejemplo, en Níger, la FAO ha colaborado con organizaciones de productores para identificar tareas peligrosas típicamente llevadas a cabo por niños -como el transporte de cargas pesadas y labores con herramientas afiladas-, e introducido métodos alternativos para reducir el daño potencial.

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