Una modalidad es ofrecer las propiedades a los fondos de Tierras, Fontierras, y al Nacional para la Paz, Fonapaz, informó un alto ejecutivo de la Asociación Nacional del Café, Anacafé.
Juan José Carlos, vicepresidente de esa institución, dice que la problemática del café dejó de ser ?crisis?, para convertirse en ?catástrofe?, y vaticina que la hambruna ocurrida en Camotán y Jocotán, Chiquimula, podría replicarse en las regiones donde se cultiva el aromático.
Carlos y otros dueños de fincas coinciden en que la sensible caída del precio internacional y los escasos ingresos obtenidos no les permiten siquiera cortar el grano maduro, menos pagar las deudas con los bancos.
?Me gustaría preguntar si saben cuántas fincas de caficultores están siendo ofrecidas al Fondo de Tierras o al Fondo para la Paz?, observa, aunque no aporta una cantidad aproximada sobre esos ofrecimientos.
?Las fincas se han vuelto elefantes blancos, que es imposible continuar sosteniendo?, asegura.
Para el vicepresidente de Anacafé, la problemática del cultivo dio principio hace más de una década, ?cuando los intereses bancarios se incrementaron?.
?Es difícil que haya un negocio lícito en donde se pueda pagar 25 ó 30 por ciento de interés al año?, comenta Carlos.
Recursos son insuficientes
La aprobación del reglamento de créditos para los caficultores pudo haber tenido un sabor diferente si sus condiciones fueran otras.
Según Juan José Carlos, vicepresidente de Anacafé, hay propietarios de fincas que tiene enormes deudas con exportadores y casas comerciales, y no tienen forma de reestructurar sus deudas.
En el fideicomiso se fijó un techo de US$4 mil para los pequeños productores.
Los medianos podrían recibir hasta US$62 mil y los grandes caficultores, US$125 mil, límites adversados por Anacafé.