El desempleo abierto está por encima del 7 u 8%, cuando históricamente ha sido de 3.5% a un 4%; el doble. Y si se ven las cifras de subempleo, la gente tiene trabajo pero este no cubre sus necesidades. Si se suma el desempleo abierto más el subempleo visible más el invisible, los tres acumulan el 50% de la población económicamente activa (PEA), y eso es realmente elevado, tiene a la gente en una situación de desesperanza y frustración, que es lo que empuja a salir del país”, explicó Raudales.
Según Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe “El panorama laboral 2017 de América Latina y el Caribe”, en países como Honduras la tasa de desocupación juvenil continúa siendo aproximadamente el triple que la tasa de desocupación de los adultos.
El documento refiere que los países con porcentajes más altos de jóvenes desocupados como proporción del total son Guatemala con un 55%, Honduras, con 53% y Belice con 50%. Uno de cada cinco jóvenes busca empleo en Honduras y no lo encuentra, sentencia.
“Una persona que trabajó toda su vida productiva termina su ciclo y nunca evidenció un aumento en su nivel de ingresos o una mejora en su calidad de vida. El desencanto y nivel de frustración es elevado entre los hondureños”, complementó Peña.
Crecimiento no basta
Honduras crece a una media por encima de Centroamérica y de Latinoamérica. Su proyección de crecimiento para el 2018 ronda un 4% —superior a la de Guatemala, que es de un 3% como valor central—, y aún así no es suficiente para reducir la pobreza de manera sistemática. Para ello se requiere un crecimiento promedio arriba del 6%, refirió Raudales.
Sectores como el financiero, energía, industria y telecomunicaciones son los responsables de los números positivos, pero aún así “se trata de sectores que no son intensivos en capital y mano de obra, y no están generando la cantidad de empleo que el país requiere”, indicó el economista.
Su inquietud apunta a que, además del crecimiento bajo, hay una mala distribución de ingresos, y ese “es el peor de los dos escenarios”, criticó.
La visión de los consultados también apunta a que el detonante que pudo terminar de convencer a los hondureños para partir es la decepción y frustración que se arrastra desde un posible fraude en las elecciones últimas.
El presidente del CEH no descartó la posibilidad de una agenda política detrás de esta caravana, porque para ello se requiere convocatoria, organización y financiación.
“No es espontánea. En Costa Rica nunca se organizaría una caravana así porque los costarricenses no se van del país. En cambio en Guatemala, en El Salvador y en Honduras sí quieren irse; algo malo se está haciendo”, enfatizó Raudales.
Alta dependencia
Juan José Urbina, economista país del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) en Honduras, comentó que la situación actual es el resultado del abandono continuo en la atención a las necesidades de la población por parte del Estado hondureño.
Mientras los recursos destinados a honrar el endeudamiento público han pasado de representar el 18.6% del total del presupuesto del Estado en 2014 a 24.2% en el vigente de 2018, la representación de la educación y la salud se han mantenido estancadas alrededor del 20 y 10%, respectivamente, explicó el profesional.
Agregó que el país posee “un modelo económico gastado que a pesar del crecimiento económico promueve pobreza y desigualdad, convirtiendo a la pobreza en una deuda histórica que ha fluctuado alrededor del 60% de la población en situación de pobreza desde el inicio del siglo”.
“Por lo tanto, el abandono y el gastado modelo han hecho que la economía genere una dependencia a la expulsión de hondureños a cambio de las remesas, las cuales han llegado al 18% del PIB, convirtiéndolas en la salvaguarda perversa que mantiene al país a flote”, analizó Urbina.
Datos del Observatorio de Migraciones Internacionales de Honduras señalan que diariamente entre 400 y 500 personas emigran de Honduras.
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