Economía

¿Por qué hay crisis en la industria pesquera panameña?

Pesca ilegal y el aumento de desperdicios arrojados al mar han ocasionado la reducción de las especies marinas.

Aunado a eso, los trabajadores del mar tienen que luchar también contra los factores incontrolables del cambio climático que amenaza con la migración inesperada de los animales.

El pescador Franklyn Torres, de la península de Azuero, en la provincia central de Herrera, aseguró que la llegada de barcos de otros lugares ha causado daños al ecosistema marino porque estos no respetan las leyes de veda y contaminan al abandonar las redes de plástico que ya no usan.

Torres dijo que esos problemas ya le están pasando factura, principalmente porque cuando sale a alta mar no captura lo suficiente en los lugares donde tiene sus mallas.

“Los barcos bolicheros se llevan la sardina y camarones que quedan varados a menos de una milla de la costa del Pacífico; tengo evidencia porque descaradamente dejan sus redes”, reclamó.

Muchos de estos barcos, que aplican la pesca de arrastre, dañan a los animales que no les interesan y los regresan muertos al mar quedando como residuos flotantes.

“Lo que va a pasar es que nuestros hijos no van a poder conocer los pescados y se los tendremos que enseñar en foto, porque si no actuamos desaparecerán”, advirtió con pesar.

El experimentado pescador resumió la situación del lugar como irregular, debido que la Autoridad Aeronaval (Senan) de Panamá no siempre puede ayudarlos a monitorear los botes ajenos, además estos se ocupan de otros asuntos relevantes de seguridad nacional.

En el Caribe, el pescador artesanal Cesar Troya, de Colón, indicó que en los últimos años se han reducido las poblaciones de peces, lo que se evidenció aún más con la ampliación del Canal de Panamá.

“Esos trabajos requirieron de dragados, muy cerca de la bahía de Colón, y al realizarlos dejaron el agua sucia por levantar el suelo marino. Los peces se fueron más lejos”, indicó.

A raíz de esa circunstancia, el pescador con una experiencia de 30 años, tuvo que navegar a aguas más lejanas para poder conseguir su mercancía.

Aunque esto le sucede no es excusa para dejar de pescar y llevar los alimentos para vender al principal Mercado de Abastos de Colón y a restaurantes cercanos.

“Mi pesca consiste básicamente en pez sierra, jurel, cojinúa, pargo, róbalo, incluso hasta tiburón, cuya carne en el mercado no sobrepasa el dólar con veinticinco centavos la libra”, reveló.

Relató que cada noche sale al océano, donde captura unas 50 o 100 libras de peces, que le dejan una ganancia de US$150, la que debe distribuir entre el ayudante y los gastos de combustible, equipo y otros.

A pesar de estar acostumbrado a la faena, recalcó que cuando se adentra al mar le incomoda encontrarse con residuos de búnker y basura que dejan a su paso algunos barcos comerciales de mayor tamaño.

ESCRITO POR: