Uno de los retos importantes que hoy se comentan en la OMC se refiere al principio del todo único. Este principio se heredó de las negociaciones de la época del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT). Implica que un paquete convenido de negociaciones es indivisible: nada está acordado hasta que todo esté acordado y, por ende, no se puede acordar un tema separadamente.
Ante la intención de algunos países de un cambio potencial en la estructura de las negociaciones de la OMC, marcado por el aumento de acuerdos plurilaterales debido a la complejidad de lograr consenso a escala multilateral, es poco probable que el principio de todo único pueda sostenerse. El aumento observado en los últimos años de este tipo de acuerdos es en sí otro desafío importante para la OMC. Será necesario fortalecer los mecanismos de supervisión para asegurar que dichos acuerdos no se desvíen ni generen barreras comerciales adicionales respecto de terceros países.
Otro de los retos importantes que enfrenta la OMC es la discusión de nuevos temas. Para ello, se requerirá el consenso de todos sus Miembros; es difícil establecer un avance en este tema a corto plazo, debido a que aún está pendiente de definirse la base sobre la que continuarán las negociaciones. Muchos Miembros desean llevar a cabo el trabajo con base en la estructura de Doha, mientras que otro grupo desea que la discusión incluya temas nuevos.
Johnathan Fried, embajador de Canadá ante la OMC, publicó recientemente un interesante artículo sobre su opinión de lo que se avecina para el comercio mundial, después de Nairobi. Recalca la importancia de aprovechar la coyuntura, para reflexionar acerca del qué y el cómo, así como profundizar en el conocimiento y la comprensión, para definir la mejor forma de los pasos a seguir.
Sobre el qué, Fried considera que los resultados de Nairobi requerirán articular, de manera realista, lo alcanzable dentro o fuera del marco de Doha en los próximos dos años. Respecto del cómo, afirma que se deben acoger “varias velocidades” de negociaciones en la OMC. Esta situación ocurrió ya durante la Ronda de Tokio, en el marco del GATT, cuando se produjeron una serie de acuerdos plurilaterales entre los miembros. Incluso la OMC de hoy contempla acuerdos plurilaterales, tanto abiertos como cerrados, tales como el Acuerdo sobre la Tecnología de la Información, que se aplica sobre una base de trato de Nación más Favorecida, y por el contrario, el Acuerdo sobre Contratación Pública, en el que los beneficios se limitan únicamente a sus Miembros.
Respecto del cómo, en el artículo se cuestiona si la estructura actual de los comités, los consejos y los grupos especiales de negociación es propicia para alcanzar resultados en la OMC. Se cuestiona también si los acuerdos comerciales regionales y megarregionales, tales como el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y el Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) son congruentes con las normas multilaterales, para lo cual sugiere hacer un profundo análisis de esta relación. Ambos acuerdos han surgido y se han desarrollado lejos del sistema multilateral de comercio y sus ventajas solamente serán aplicables para sus integrantes, aunque los efectos impacten a todos.
A futuro, se puede esperar que los países en desarrollo, y en particular los exportadores de productos agrícolas, mantengan interés por discutir los temas pendientes y que son importantes, como las disciplinas de apoyos internos y el acceso a los mercados agrícolas. A su vez, el mantenimiento del tratamiento especial y diferenciado, y las vías para fomentar la inserción de los países en desarrollo a las cadenas globales de valor y la promoción de las micro, pequeñas y medianas empresas en este contexto, serán temas que con gran probabilidad marcarán la agenda de la OMC en los próximos años.