Las otras cuatro medidas decididas por el Consejo de Ministros de la Integración Económica (Comieco) son: 1. Declaración anticipada de mercancías; 2. agilización y coordinación de controles migratorios; 3. certificados fito y zoosanitarios electrónicos y 4. instalación de cámaras en pasos fronterizos. Al final del día, todas estas acciones están encaminadas a la promoción de la circulación de bienes y facilitación del comercio; en otras palabras, disminuir el tiempo invertido en trámites en el cruce fronterizo, brindando información relevante y con antelación a los organismos de control —aduanas, control agropecuario y migración— para hacer su trabajo más eficaz y eficiente.
De acuerdo a publicaciones de la Sieca, el Programa de RFID en el resto de los países también tendrá el apoyo técnico y financiero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que se ha comprometido con un fondo de US$435 mil para apoyar estas gestiones.
La lógica y manera de trabajar del RFID es relativamente sencilla: tal como dice la Primera Medida, el responsable de la carga, exportador, transportista o agente aduanero, debe poner a disposición de la autoridad competente —aduana—, por vía electrónica, toda la documentación necesaria para formalizar el cruce fronterizo.
El RFID es un sistema que está compuesto por emisores y receptores de datos, así como sistemas informáticos, que permiten capturar, analizar y reservar la información. Cada medio de transporte —camión— con mercancía tiene asignado un TAG o llave electrónica similar a la que se usa para abrir una pluma al entrar a un condominio o la puerta de la oficina. Ese TAG es leído por torres receptoras que se encuentran cercanas a las entradas y salidas del puesto fronterizo e incluso dentro del recinto aduanero, para tener una trazabilidad o seguimiento del medio de transporte.
El sistema, al detectar la proximidad del camión a la frontera, digamos con antenas instaladas varios kilómetros antes del primer control físico —o pluma— avisa que un medio de transporte determinado se acerca a la frontera. Con anterioridad, el sistema informático aduanero ya tiene registrada la mercadería que se transporta en el camión y toda la información relevante para hacer un control aduanero, por ejemplo, manifiesto de carga, declaraciones aduaneras o facturas comerciales del contenido del camión. Esa información es vital para mejorar el análisis de riesgo y permite que una vez se haga el primer control sobre la calle, un sistema automatizado le indique al piloto del camión si puede proseguir al siguiente país o que debe estacionarse en el área de inspección para una revisión física.
Automatizar estas decisiones e indicaciones, que hoy día son acciones de guardias particulares u oficiales de DGA de El Salvador o SAT en las fronteras debería permitirá disminuir el tiempo invertido en el cruce y concentrar el esfuerzo de control en un porcentaje mucho menor de medios de transporte.
Asimismo, se reducen los errores humanos, ya que todavía muchos controles en nuestras fronteras se llevan en papel; incluso a estas alturas del siglo se generan reportes o listados manuscritos, donde se apuntan números de placa y hora de paso.
Claro está que el RFID es una pieza nueva que no viene a resolver todos los cuellos de botella en frontera, pero junto a las otras cuatro medidas deberá mostrar su eficacia con cruces fronterizos más rápidos y seguros.