En otras palabras, las hormigas no se comen el excedente de alimentos en las épocas de abundante provisión, sino que lo almacenan para cuando más adelante lo necesiten. Todos nosotros debiésemos de imitar a estos pequeños y diminutos pero sabios insectos, que sin tener cerebro y sin contar con estudios de ninguna clase, nos dan una extraordinaria e inteligente lección de previsión, prudencia, sensatez y ahorro. Guardar recursos cuando se pueden guardar, para cuando se tenga necesidad de ellos, es entonces prudente y sensato hacerlo.
Es de sabios el que en las épocas del año en las que se puede guardar el dinero que no tenemos contemplado gastar, según nuestro plan de gastos o presupuesto, tomemos la decisión de guardarlo. Esos son los buenos meses en los cuales nuestra empresa, nuestra práctica profesional, oficio o especialidad nos permiten facturar o vender más de lo usual y podemos ver más dinero en nuestras manos. Es cuando en nuestro trabajo recibimos bonificaciones extras, premios por desempeño, aguinaldo, primas, reparto de utilidades, etc., tal como sucede en julio con el Bono 14 y en diciembre con el aguinaldo.
En fin, debemos actuar como las astutas e inteligentes hormigas, pequeños y débiles insectos, que no tienen quién las obligue a guardar comida en verano para tener alimento en el invierno, pero toman la decisión de aprovechar los tiempos de abundancia y así tener con que enfrentar los tiempos de escasez.