El pasado martes, unas horas antes de la toma de posesión de Alejandro Giammattei como presidente, Ross, actual secretario de Comercio de Estados Unidos de América, recibió a Prensa Libre justamente para hablar de lo que mejor conoce, y en el caso más puntual, de Guatemala, de cómo revertir el flujo migratorio y dar a los guatemaltecos más razones para quedarse.
Graduado de Yale y de la Escuela de Negocios de Harvard, considerado por Bloomberg Markets como una de las 50 personas más influyentes en las finanzas globales, Ross comparte una lectura de lo que ve sólido en Guatemala —la banca, la mano de obra y la empresa privada— y a lo que debe prestar atención el nuevo gobierno.
Este martes, a tempranas horas usted, secretario Ross, sostuvo una conversación con el presidente entrante, Alejandro Giammattei. ¿De qué hablaron?
Los temas de los que hablamos fueron la inmigración hacia afuera de Guatemala, pero sobre todo discutimos qué podemos hacer para ayudarle a Guatemala y qué está haciendo Guatemala para ayudarse a sí misma.
Hay una necesidad de alianzas público privadas en la que decidimos participar, y promover tanto la ayuda oficial desde los Estados Unidos como la del sector privado.
Hablamos con la gente del Ministerio de Economía, tratando de identificar industrias individuales como la textil, que es una muy buena industria; hablamos de la posibilidad de volver al reconocimiento del hilo —sin importar el país de origen que lo produce— para hacer las cosas más eficientes de este lado, y de integrar más adelante a la agricultura, no solamente la del producto en sí, sino también la de captar parte del proceso de valor agregado.
También hablamos de manufactura liviana, como —por ejemplo— la industria electrónica, pero lo que me pareció más interesante fue que la mercadería tenga una marca, una especie de sello blanco para promover productos que favorezcan a la gente más pobre, lo cual haría que se relacione muy bien con el consumidor americano y no solamente con los 2.2 millones de guatemaltecos que ya viven en los Estados Unidos. La idea sería que al adquirir estos productos se esté ayudando más que todo a la gente más pobre.
¿Cuál es el siguiente nivel de la relación comercial entre Guatemala y EE. UU.?
Vamos a tratar de rehabilitar un Consejo Estados Unidos-Guatemala, que fue descontinuado hace algunos años, como un mecanismo formal de facilitación.
Vamos a proveer alguna ayuda técnica en la frontera, en las aduanas, para facilitar el comercio, porque Guatemala ha firmado el acuerdo de la Organización Mundial del Comercio (WTO, en inglés) para facilitar el comercio internacional, pero esto no se ha implementado realmente, porque en última instancia eleva los costos para el consumidor, debido a que los procesos de conversión son muy caros. —Entonces— así podemos ayudar al consumidor y enviar un mensaje al mundo diciendo que Guatemala realmente está abierta a hacer negocios, tanto desde la inversión como en el comercio bilateral.
¿Cuáles son las expectativas de EE. UU. acerca del programa América Crece?
Ellos —los que están a cargo del programa— están en el negocio de facilitar proyectos de Desarrollo, y Guatemala tiene mucha suerte en algunos campos. Ustedes ya tienen un exceso de producción de energía, de energía barata; es un excelente recurso, especialmente para muchos tipos de actividades de manufactura, —cuyos usuarios— son altos consumidores de energía.
Tomando ese recurso, que creo que cuesta como seis centavos por kilovatio/ hora aquí, eso es como la mitad de lo que cuesta en la mayor parte de los países latinoamericanos.
Es un recurso maravilloso que deberían estar convirtiendo en un producto. En general, la integración hacia adelante, hacia atrás, es algo en lo que podemos ayudar, tanto con capital como con la tecnología, para tener como resultado una economía más robusta, que tiene mucho que ver con el sector de manufactura.
¿Podríamos ver algún proyecto de gas natural?
Sí, claro. A la hora de almuerzo —de ayer— me voy a reunir con las compañías americanas de hidrocarburos aquí, y hablaremos de cuáles podrían ser sus planes, pero ciertamente estamos inclinados a desarrollar nuestro propio gas.
¿Cuál es su expectativa sobre el sector privado guatemalteco?
Bueno, ya tienen muchas compañías muy grandes, ya tienen una compañía de telecomunicaciones móviles, una compañía cementera muy grande para poder competir internacionalmente alcanzando los estándares a gran escala.
Uno de los planes que tenemos es tomar a esas compañías que ya son grandes y ayudarlas a construir estructuras organizativas de gran escala, para que puedan competir internacionalmente.
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“Crecer es el único camino”
Secretario Ross, se dice que el crecimiento económico puede detener la inmigración, pero no inmediatamente. Entonces, ¿cómo debería Guatemala administrar los recursos para bajar la migración ilegal?
El crecimiento económico es la manera correcta, la verdadera solución a largo plazo para la emigración. Las personas no huyen de Guatemala porque no les guste el país, ellos se van porque necesitan un empleo.
Si podemos ayudar, conjuntamente con su gobierno, a crear más empleos, las personas no van a necesitar huir del país. De esa manera sí podemos crear una estructura de empleos suficientemente robusta, para que la misma gente pueda volver.
Guatemala tiene un sistema bancario bastante robusto, tienen aquí a Citibank y tienen un grupo de bancos locales muy bueno, bastante más saludable que los que tienen en la mayoría de los países. Tal vez algunos puedan necesitar más capital para poder expandirse aún más rápidamente, y eso es algo que los inversionistas americanos pueden apreciar.
Y algo que Guatemala no tiene es un sistema bancario corrupto, y eso ustedes lo tienen que aprender a explotar. Ahora el crecimiento bancario por acá anda en alrededor de un 6%, cuando un promedio deseable sería como de un 12%. Tenemos que intentar pensar en cómo poder subirlo.
Mi impresión es que parte de la razón para que esto ocurra es que algunas de las compañías más grandes están a la expectativa de qué va a pasar, a la espera de tomar decisiones sobre grandes inversiones de capital, de que se aclaren los panoramas de inversión, tenemos una nueva administración que claramente está siendo amigable con los nuevos negocios, con las nuevas inversiones.
Claramente, esta administración está dispuesta a lidiar con los problemas fundamentales de la pobreza y la corrupción, y también el tema de la burocracia en el comercio regular. Aquí hay muchísimas reglas para el comercio, hay mucha burocracia solamente para empezar un negocio; es muy complicado.
En Estados Unidos encontramos que la mejor manera de hacer que la economía crezca rápidamente es bajar la cantidad de regulaciones, porque paralizan las decisiones de iniciar negocios, y es mucho más caro.
Necesitan más abogados, y perder más tiempo. Entonces creo que están en el camino correcto con las aspiraciones que tienen, y además, el Congreso está bastante fragmentado, en términos de partidos políticos, y esperamos que con los nuevos miembros puedan adoptar medidas pronegocios, anticorrupción; eso sería lo mejor para el país.
¿Cómo puede el país proteger al inversionista privado?
La parte de la inversión privada que es más necesario proteger no solo es la inversión misma, sino la de los sujetos privados, —con— un sistema judicial que sea funcional y no corrupto.
El sistema judicial correcto es sumamente importante, una vez que la administración logre que funcione correctamente. Eso es algo que necesita ser resuelto, porque el comercio en sí no es tan complicado si se lleva a cabo de una manera justa y honorable. Este problema va muy de la mano con todo el tema de la corrupción.
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Hablemos sobre China. Su influencia política y económica está creciendo en Centroamérica. ¿Cómo lo ven desde EE. UU.?
Yo creo que los chinos son mayormente socios involuntarios en Venezuela, han hecho algunas inversiones, han tratado de reclutarlos, lo mismo que los rusos, que también tienen algunas inversiones y están tratando de reclutarlos.
En términos de inversiones, no estamos en contra de China. Esta noche –el martes– voy a volver a Washington porque mañana –el miércoles– vamos a firmar la fase uno del Tratado Comercial con China.
Hemos demostrado que podemos tener relaciones comerciales con China, tal y como los venezolanos pueden, pero tenemos que tener cuidado, porque cuando se tiene una economía dominada por el Estado deben examinarse las motivaciones en las inversiones que ellos hacen y en las ofertas que le hacen a los países; ese es el peligro.
Creemos que eventualmente la gente de Venezuela necesita elegir libremente a un gobierno más democrático, menos dictatorial, así como Guatemala ha pasado por ese proceso evolutivo.
En EE. UU. no tenemos una agenda oculta, no estamos tratando de establecer puertos navales aquí, no estamos tratando de profundizar dentro del sistema de seguridad local.
Para cualquier país vulnerable es muy tentador tomar el dinero que le están lanzando, pero si miramos la historia, no todos los países han prosperado como resultado de este tipo de proyectos, porque estos se supone que, para empezar, son de naturaleza económica, y muchos de estos países se meten en profundas deudas y terminan con ejecuciones hipotecarias como parte del proceso de todas estas inversiones y construcciones.
Un aeropuerto al sur
Nosotros creemos que las sociedades legítimas tienen como objetivo hacer que toda esa actividad funcione económica y productivamente para el público; es lo correcto, como un aeropuerto al sur de Guatemala, como un ferrocarril en la ciudad, como renovación de los puertos públicos.
Esos serían proyectos privados que tienen mucho sentido desde el punto de vista económico, como el proyecto de la autopista, porque para desarrollar más el sector de la manufactura realmente se necesita lidiar con la parte logística, y en Guatemala se puede mejorar mucho en carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos.
¿Debería Guatemala prepararse para un mundo más cerrado y proteccionista?
Yo no creo que lo necesite, para nada. Aquí tienen una población bastante productiva. Muy pocos países tienen una población —de gran tamaño— de menos de 25 años, tienen una joven fuerza laboral. Cualquier compañía que se establezca aquí encuentra gente que quiere trabajar, que no es perezosa, que quiere tener buenos empleos. Ese es un excelente recurso para aprovecharlo.
Tienen también muy buen suelo y condiciones para la agricultura.
Tienen puertos en los dos océanos, están cerca de EE. UU. O sea tienen muchas ventajas y recursos. Creo que van a estar tratando de estar más en el plano internacional de comercio competitivo y menos en el lado del comercio proteccionista.
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¿Qué mensaje se lleva del país a Washington?
El mensaje más claro es que deseamos ser el mejor aliado que pueda tener Guatemala. Esta es una carretera de dos vías, estamos preparados de nuestra parte y queremos que ustedes también lo estén.
Las tensiones con Irán preocupan a los países importadores de petróleo. ¿Está la economía preparada para un conflicto en Oriente?
Primero que todo, las sanciones impuestas a Irán en el petróleo han sido muy severas, ya por mucho tiempo. Entonces es difícil imaginar que puedan empeorar, pero aun cuando ocurrieran, Arabia Saudita y EE. UU. tienen una enorme capacidad no utilizada. No creo que el suministro físico vaya a ser un gran problema, las compañías como Saudi Aramco no van a dejar de tener ingresos ni utilidades, tienen un incentivo real para mantenerse desarrollando. Tenemos grandes recursos y podemos colocarlos rápidamente en los primeros meses de esa eventualidad.
La explotación de Shell en EE. UU. tiene una curva muy rápida y muy definida, y más o menos la mitad de las reservas petroleras que salen del pozo estarían colocadas en los primeros dos meses.
No estamos dispuestos a que nada que pase, que tenga que ver con Irán, nos cause problemas en el mercado petrolero.
Y una vez que Venezuela se convierta de nuevo en una economía libre podrá producir otra vez millones de barriles. Es una pena que este mal gobierno haya destruido lo que había sido hasta ahora, uno de los países más prósperos de Sudamérica.
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