Economía

Sector privado, la apuesta de EE. UU. en Cuba

Los visitantes de Estados Unidos la pasan bien en el restaurante de decorado soviético. Incluso cuando el local se queda a oscuras durante un rato en la noche habanera, como ocurre a menudo en Cuba cuando hay problemas con el suministro eléctrico.

Les divertía “comer con velas”, recuerda el administrador del “Nazdarovie”, un “paladar” o restaurante privado especializado en comida rusa y de estética soviética en La Habana. Estaban “sin luz y felices”, resume Luis Augusto Diago.

La imagen describe bien los cambios que están ocurriendo en Cuba en los últimos tiempos. Desde que Raúl Castro amplió los espacios para la iniciativa privada tras asumir la presidencia en 2008, en la isla socialista abundan los pequeños negocios privados como restaurantes o tiendas, pese a los problemas de infraestructura.

En el país también empiezan a verse a cada vez más visitantes estadounidenses después de que los Gobiernos de Washington y La Habana iniciaran en diciembre de 2014 un histórico acercamiento tras décadas de hostilidades ideológicas.

Aunque el embargo que Estados Unidos impone a Cuba desde los años 60 sigue impidiendo formalmente el turismo norteamericano en la isla, éste es desde hace años una realidad. Los estadounidenses, que antes viajaban a Cuba sobre todo a través de terceros países para evitar las sanciones que les impone su propio Gobierno, cuentan cada vez con más facilidades para conocer la antigua “isla prohibida” en el Caribe.

La Administración de Barack Obama relajó hace unas semanas más las restricciones de viaje del embargo para Cuba. Además de poder visitar la isla por motivos familiares o intercambios culturales, entre 12 categorías permitidas, los estadounidenses pueden ahora viajar de forma individual y ya no únicamente en grupos comprando paquetes especiales. La medida abrió ampliamente la puerta a los contactos “pueblo a pueblo” que anunció Obama como parte de su nueva política hacia Cuba.

El propio mandatario explicó hace unos días, poco antes de hacer una histórica visita en La Habana, qué busca a través del diálogo y la apertura hacia el antiguo rival ideológico: impulsar los cambios en la isla que Washington no consiguió con décadas de mano dura y aislamiento.

“Cuanto más presentes estén las empresas (estadounidenses) allí, más personas viajarán, y más cubanoestadounidenses podrán interactuar con sus familiares, que en ciertos casos no han visto durante décadas, y es más probable que veamos el tipo de cambios que todos estamos esperando”, consideró Obama en una entrevista con la cadena CNN en Español.

Al menos el “boom” de visitantes de Estados Unidos le da por ahora la razón. La isla reportó en 2015 un fuerte incremento de más del 17 por ciento en la llegada de turistas, se estima que buena parte de ese aumento se debe a los norteamericanos, no reflejados en las estadísticas oficiales cubanas.

Las nuevas facilidades de viaje “han generado un aumento del 77% en estadounidenses que visitan la isla”, cita algunas estimaciones James Williams, presidente de Engage Cuba, un grupo de interés que aboga por el levantamiento del embargo en Washington.

“Eso se ve en las calles”, dice a Diago, del restaurante “Nazdarovie”, ubicado directamente frente al emblématico Malecón en el distrito de Centro Habana, sobre la llegada de turistas. “Podemos aguantar (recibir) un poquito más, sobre todo nosotros, los particulares”, agrega.

Los viajeros de Estados Unidos “tienen un papel importante apoyando a la emergente comunidad de ‘cuentapropistas’ en Cuba, donde muchos trabajadores autónomos trabajan en el sector turísticos como propietarios de casas de arrendamiento, taxistas y guías turísticos”, explica a dpa Williams, de Engage Cuba.

Otras tiendas

Además de restaurantes, en La Habana empiezan a haber pequeñas tiendas de moda, talleres de artesanías o reparación de bicicletas. También en el sector agrícola trabajan campesinos por cuenta propia en tierras en usufructo, en un país que estuvo durante décadas marcado por el monopolio estatal.

A esos trabajadores por cuenta propia (“cuentapropistas”) apunta la nueva política estadounidense con las facilidades anunciadas esta semana por ejemplo para fomentar las exportaciones del sector privado cubano.

“Cualquier medida que tomen los Estados Unidos para añadir a las capacidades del pueblo cubano de tener unas mayores libertades económicas me parece extremedamente importante”, dice a dpa Peter Schechter, del “think tank” de Washington Atlantic Council.

El experto, que no cree que vaya a haber cambios políticos en Cuba a corto plazo, estima por ello que los esfuerzos internacionales se deben centrar “en tratar de fomentar las libertades económicas” en Cuba.

El Estado cubano necesita abrirse, considera también Schechter respecto a los espacios que ha ido abriendo el Gobierno de Raúl Castro en los últimos años para el sector privado. Las autoridades de la isla han emitido en tanto más o menos medio millón de licencias para “cuentapropistas”, según las últimas cifras oficiales.

El castrismo intenta desde hace tiempo reducir el abultado e ineficiente sector estatal, aunque las autorizaciones para el trabajo privado se limitan hasta ahora sobre todo a oficios de menor cualificación. Médicos y otros profesionales de alta cualificación no pueden trabajar por cuenta propia.

Como ocurre en otros países, el Estado cubano hace frente a “la imperativa necesidad de disminuir su tamaño para disminuir el peso que tiene que cargar”, analiza Schechter. Por eso, el analista ve con interés la evolución y espera a ver cómo reaccionará el castrismo a las medidas con las que Washington quiere apoyar al sector privado. “La gran pregunta no sólo es sin van a permitir más ‘cuentapropismo’, sino si van a cambiar las reglas para permitir que los ‘cuentapropistas’ que hoy existen puedan expandir y mejorar”, concluye.

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