Jerome Powell, presidente del Sistema de la Reserva Federal, habló el miércoles en un panel junto con Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo; Andrew Bailey, gobernador del Banco de Inglaterra; y Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón.
Powell señaló que, aunque la demanda era fuerte en Estados Unidos, los cierres de fábricas y los problemas de transporte marítimo estaban frenando la oferta, lo que pesaba sobre la economía y hacía que la inflación superara el objetivo de la Reserva Federal del 2 por ciento en promedio.
“Es frustrante reconocer que, transcurridos 18 meses, vacunar a la gente y controlar la variante delta sigue siendo la política económica más importante que tenemos”, dijo Powell. “También es frustrante ver que los atascos y los problemas de la cadena de suministro no mejoran; de hecho, en el margen, parecen empeorar un poco”.
“Vemos que tal vez continúe hasta el año próximo y que la inflación se mantendrá más tiempo de lo que habíamos pensado”, afirmó Powell.
Los comentarios del presidente de la Reserva Federal coinciden con los de Bailey y Lagarde, que también citaron como riesgo la incertidumbre en torno a los persistentes atascos en la cadena de suministro.
“Hemos vuelto del precipicio, pero todavía no estamos fuera de peligro”, dijo Lagarde sobre el repunte económico. “Todavía hay incertidumbre”.
Lagarde dijo que las afectaciones en la cadena de suministro se estaban acelerando en algunos sectores, mientras que el aumento de precio de los energéticos era un área a la que había que estar atentos, así como a las posibles nuevas olas de la pandemia de coronavirus que podrían ser resistentes a las vacunas.
“La política monetaria no puede resolver los impactos del lado de la oferta”, comentó Bailey. “Lo que tenemos que hacer es centrarnos en los posibles efectos secundarios de esa escasez”.
La comparecencia conjunta de algunos de los funcionarios económicos más poderosos del mundo, patrocinada por el Banco Central Europeo, se produjo durante una semana turbulenta en los mercados financieros. Aunque las acciones se recuperaron el miércoles por la mañana, habían caído de manera pronunciada el martes por el aumento de los rendimientos de la deuda pública estadounidense. Los inversionistas se han visto sacudidos por un enfrentamiento político sobre el techo de la deuda en Estados Unidos, los problemas en el sector inmobiliario chino, que está muy endeudado, la realidad de que los bancos centrales mundiales se están preparando para reducir el apoyo económico y la posibilidad de que los recientes y rápidos aumentos de precios puedan durar.
El estallido de la inflación que se ha producido este año en Europa y Estados Unidos se debe al aumento de la demanda de los consumidores, pero los cierres de fábricas y los retrasos en el transporte prolongan la escasez de muchos productos. Los bancos centrales han argumentado de manera sistemática que estos incrementos de precios serán temporales. A medida que las empresas se adapten a la recuperación pospandémica, dicen, los problemas de la cadena de suministro se resolverán. Y aunque los consumidores han estado gastando los ahorros acumulados durante la pandemia y acrecentados por los estímulos del gobierno, estos no durarán para siempre.
No obstante, los responsables económicos reconocen cada vez más que, si bien esperan que el estallido inflacionista sea temporal, puede durar más de lo que habían previsto en un principio.
En Estados Unidos, la inflación de los precios al consumidor fue del 5,3 por ciento en agosto y el indicador de inflación predilecto de la Reserva Federal (el índice de precios del gasto en consumo personal, PCE, por su sigla en inglés) creció un 4,2 por ciento en el año hasta el mes de julio. Los datos del PCE de agosto se publicarán este viernes.
Se espera que los precios al consumidor alcancen un máximo “ligeramente superior” al 4 por ciento este año en el Reino Unido, el doble del objetivo del banco central.
En Europa, la inflación también es elevada, aunque el salto no ha sido tan grande. La inflación en la zona del euro se situó en el 3 por ciento en agosto, la cifra más alta en casi una década. Pero se espera que el aumento de los precios ahí se ralentice más en los próximos años que en el Reino Unido y Estados Unidos.
Japón es una excepción entre las economías desarrolladas, ya que tiene una demanda lenta y una inflación cercana a cero. La debilidad de la inflación deja a los bancos centrales con menos margen para ayudar a la economía en tiempos difíciles y puede alimentar un ciclo de estancamiento económico, lo que la convierte en un problema.
Los gobernadores de los bancos centrales de Europa, el Reino Unido y Estados Unidos se debaten sobre cómo responder al alza de precios. Si reaccionan de forma exagerada ante una inflación transitoria provocada por factores que pronto se desvanecerán, podrían desacelerar la recuperación del mercado laboral de manera innecesaria e incluso podrían condenarse a un futuro de inflación demasiado baja, similar a la situación que enfrenta Japón.
Pero si los consumidores llegan a esperar una inflación consistente con el estallido actual, podrían exigir salarios más altos, lo que alimentaría un ciclo alcista de los precios a medida que las empresas traten de cubrir los crecientes costos de la mano de obra.
Los responsables de la política monetaria quieren evitar esta situación, que podría obligarlos a aumentar las tasas de interés de manera brusca y provocar una seria desaceleración económica para frenar la demanda y controlar los precios.
“Hay una tensión entre nuestros dos objetivos: empleo máximo y estabilidad de precios. La inflación es alta, muy por encima del objetivo y, pese a ello, parece que el mercado laboral está flojo”, dijo Powell.
“Creo que gestionar ese proceso en los próximos dos años es la mayor y más importante prioridad, y va a ser muy difícil”, añadió.