Un ejemplo común es una compañía de software, cuya expansión y ventas pueden trascender fronteras y mercados sin necesidad de inventario físico o presencia de empleados en las ubicaciones donde distribuye sus productos o servicios.
Los inversionistas, ya sean firmas de capital de riesgo o individuales, aportan recursos a estas empresas a cambio de una participación accionaria o de capital en el negocio. Las startups y empresas emergentes suelen buscar capital de riesgo debido a su falta de acceso a formas tradicionales de financiamiento, como préstamos bancarios o mercados públicos.
Los propietarios de este tipo de fondos asumen mayores riesgos en comparación con quienes aportan recursos en otros tipos de compañía, dado que muchas empresas en etapas tempranas tienen una alta probabilidad de fracaso.
Sin embargo, las inversiones exitosas en las startups pueden generar retornos sustanciales. Y además del respaldo financiero, quienes están dispuestos a asignar alguna suma importante en tales compañías, también brindan orientación, mentoría y experiencia en la industria para ayudar a sus patrocinadas a alcanzar el éxito.
Aunque mercados financieros sofisticados como el de Estados Unidos lideran la industria, Latinoamérica está madurando rápidamente. Esto se refleja en los US$15.9 mil millones invertidos en capital de riesgo en la región en 2021, según las cifras de la Asociación Para la Inversión de Capital Privado en América Latina (LAVCA). Este año marcó un hito histórico en la industria de la región, superando la inversión combinada de los últimos 10 años.
A pesar de este progreso, aún queda mucho por hacer. Según Statista.com, durante el mismo período, en Estados Unidos se invirtieron US$345 mil millones en capital de riesgo, lo que equivale al 1.5% de su producto interno bruto (PIB). En contraste, la cifra récord antes mencionada para Latinoamérica representa apenas el 0.3% del PIB regional.
Quisiera que el lector considere lo siguiente: Según diversos estudios, como los de la Universidad de Illinois en Chicago, los ingresos generados por empresas respaldadas por capital de riesgo representan alrededor del 20% del PIB en Estados Unidos y generan 11% de los empleos del sector privado. Son pocos los sectores que pueden tener un impacto tan significativo en el progreso y la generación de riqueza de un país.
Imaginen el potencial que esto podría representar para Latinoamérica, incluyendo a Guatemala, si se destinaran más recursos a esta noble industria. Localmente, aunque aún son contadas con los dedos de una mano, cada vez se suman más firmas de inversión al sector, desde que iniciamos nuestra trayectoria en 2015.
El nivel de preparación de los emprendedores para crear empresas también está mejorando y eventos de calidad mundial, como el Volcano Summit, que cada octubre atrae a más de 1,500 personas de más de 35 países a la Antigua Guatemala para compartir ideas de innovación y emprendimiento, son señales claras de que vamos en la dirección correcta.
Espero que cada vez más personas estén dispuestas a destinar recursos al sector y apoyar a emprendedores que, desde Guatemala, estén reinventando la forma como funcionan aspectos fundamentales de la sociedad, como las finanzas, el comercio, la salud, la logística, la educación, la energía y, por qué no, incluso el entretenimiento.
Fernando Pontaza es cofundador y socio director de Invariantes Fund.
