La cantante de Santa Bárbara comenzó la velada en el Sant Jordi con uno de sus más importantes hits, Roar, extraído de su más reciente material Prism, un disco que interpretó prácticamente completo a lo largo de la noche.
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Tras los primeros compases, la cantante emergió del escenario desde el interior de un prisma.
Desde el primer minuto, los juegos de luces, las pasarelas móviles, los escenarios elevados, los cañones de humo, los cambios de vestuario y, sobre todo, los neones, fueron el telón de fondo.
A Roar le siguieron los éxitos de su anterior disco Part of Me, Teenage Dream y Wide Awake; para luego retomar su más reciente trabajo con una fusión de This moment y Love me.
Su siguiente actuación fue Dark Horse, en el que el Antiguo Egipto irrumpió en el escenario con Perry, quien luego desapareció del escenario y volvió a él para interpretar el tema E. T. suspendida en el aire.
Luego interpretó los temas Legendary Lovers, I kissed a girl y una version más tirade al jazz de Hot n’ cold que interpretó con un traje de gata.
Perry también tuvo su momento fan, cuando dejó subir a la pasarela lateral a un joven, quien le tradujo al castellano y al catalán la frase en inglés “Estoy feliz de estar en Barcelona”.
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Luego, el show tomó un tono más tranquilo, cuando entre pantallas blancas Katy Perry, guitarra acústica en mano entonó temas como By the grace of God, The one that got away, Double rainbow y Unconditionally, canciones en las que la voz de Perry se logró apreciar más y sobresalió de la música.
Para los últimos momentos, reservó, como ha sido habitual en sus giras anteriores, sus temas Teenage dream, California Gurls y Firework.
Tras Barcelona, Katy Perry visitará en las próximas semanas Montpellier, Lyon, Assago, Praga, Cracovia, Viena, Bratislava, Zúrich, Múnich, Amberes y Colonia.