Un sueño sin realizar
Pero Obama comenzó sus palabras, que escuchaban Mahmud Abás y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sentados en la primera fila, con la constatación de que la paz por la que soñaba Peres sigue siendo una “tarea inacabada” .
Peres estaba convencido que la seguridad a la que aspira Israel pasa por la paz con los árabes y los palestinos, y la creación de un Estado palestino, dijo Obama.
“Por supuesto (…) sabemos que Shimon nunca vio concretado su sueño de paz” , agregó, cuando la perspectiva de la independencia palestina parece más alejada que nunca.
Obama no ahondó y concluyó en hebreo con un “Shalom haver iakar” (adiós, querido amigo) .
Antes que Obama, Netanyahu había saludado en Peres un “gran hombre” para Israel y para el mundo y, girándose hacia el féretro de su ex adversario, le prometió: “Habrá paz, Shimon” . Pero reconoció que, a sus ojos, la seguridad pasa antes que la paz.
El “sueño” de Peres estuvo presente en todas las intervenciones, que alabaron también su optimismo, su fe en el futuro, la juventud y la innovación, su carisma y su humor.
Sus hijos resucitaron su sagacidad. Uno de sus hijos, Yoni, con tono personal, hizo reír a la multitud relatando lo que su padre le decía: “Para mi elogio fúnebre, empieza diciendo: era muy jóven para morir” .
Peres, que murió por un accidente vascular cerebral, era el último sobreviviente de los tres galardonados con el Nobel de la Paz en 1994 que recompensó su implicación en el primer acuerdo de Oslo.
El acuerdo sentaba las bases de una autonomía palestina y ofrecía una esperanza, hoy bien lejana, de resolver el conflicto israelo-palestino.
Estrechón de manos de Abás y Netanyahu
Pero a pesar de Oslo y de la conversión a la paz de este antiguo halcón, los palestinos tienen una imagen más negra del que fue instigador de la colonización judía y hombre de la guerra y la ocupación.
No se sabía si Abás asistiría a los funerales. Fue necesario el fallecimiento del que había negociado los acuerdos de Oslo para que Abás efectúe su primera aparición pública en Jerusalén en años, lo que lo expoone a las críticas de los palestinos.
En medio del concierto de alabanzas internacionales, los gobernantes de los países árabes, donde las opiniones son mayoritariamente solidarias con los palestinos, han guardado silencio.
Egipto, uno de los dos países árabes que firmó la paz con Israel, confirmó la presencia de su ministro de Relaciones Exteriores, Sameh Shukry, que será junto con el presidente palestino el representante árabe de mayor rango.
Al llegar, Abás estrechó la mano de Netanyahu, con quien discutió brevemente. Los dos dirigentes no se reúnen desde el 2010.
Para los israelíes, Peres era más bien el último sobreviviente de la generación de los padres fundadores del Estado de Israel. Se había convertido en su país en una personalidad ampliamente consensual, considerado un sabio de la nación.
Esta concentración de personalidades en Jerusalén obligó a la policía israelí a montar una operación de seguridad sin precedentes.
Israel no ha vivido un acontecimiento semejante por lo menos desde los funerales en 1995 de Yitzhak Rabin, recompensado junto con Shimon Peres y el líder palestino Yaser Arafat con el premio Nobel de la Paz en 1994.