Guatemala

Blanca Navidad para los niños enfermos

Pacientes viven fiestas en cama; algunos sin sus padres

Para Milton Caal, de 3 años, esta Navidad fue blanca. Demasiado blanca. Sólo las paredes del Hospital Roosevelt y las enfermeras de Pediatría vivieron con él una noche que pudo haber pasado con su familia.

El llegó de Izabal a la sección de Especialidades de Pediatría del Hospital Roosevelt hace tres meses.

Tenía el fémur fracturado e infectado por la falta de atención médica. Los médicos tuvieron que injertarle piel de la cadera para recomponer su pierna, y la recuperación ha sido larga.

Desde que llegó a la planta de Pediatría procedente de Izabal, se ha convertido en el favorito de médicos y enfermeras.

De mes en mes

?Su papá ha venido como una vez cada mes?, señala el médico José Manuel Zúñiga, quien ayer llegó al hospital para una visita breve a sus pequeños pacientes.

Según las enfermeras, la última vez que vino el padre de Milton, se le dijo que en Navidad podría venir a buscar a su hijo, pero todavía no ha llegado.

El 24, Milton vio los cohetes que quemaban en la vecindad, asomado a una de las ventanas de la planta. Ayer, ajeno a la preocupación de las enfermeras por la ausencia de sus padres, jugaba con una pelota en su silla de ruedas.

A pesar de que los brazos casi no le alcanzan a las ruedas, ha aprendido a manejar la silla con habilidad por los pasillos de la planta. No es de extrañar, son muchos días de práctica.

Atropellado

Junto a Milton, siete niños más pasaron la Navidad en el área de Especialidades de Pediatría del Roosevelt.

El más reciente es Marcos Nij, de 9 años. Llegó la noche del 24. Una carrera demasiado rápida hacia la tienda de enfrente de su casa, en la zona 6 de Mixco, y un conductor apresurado que ni siquiera paró el carro, lo dejaron enyesado casi totalmente.

La Nochebuena la pasó con su mamá, y ayer -25- su hermano le llevó un carro de regalo.

Quemado

Josué Adán Manzso, de 8 años, recordará estas fiestas durante mucho tiempo. Hace una semana, al quemar cohetillos en San Raymundo, perdió cuatro dedos de una mano.

Sin embargo, eso no lo desanima, y desea salir del hospital para manejar el carrito que le regaló Santa Claus.

?Intentamos que pasen la Navidad lo mejor posible?, señala el médico Zúñiga.

?Pero, es claro que nunca la van a pasar como junto a su familia?, recalca.

Marta Sahuach ha obtenido permiso para pasar la noche de Navidad junto a su hijo Néstor Daniel, quien tiene anemia plástica. Ella es de la misma opinión: ?Las enfermeras se portan muy bien, pero los niños echan de menos su casa, su familia?.

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