Guatemala

Christopher Lingle: “La corrupción no es secreto”

Experto estadounidense cree que el problema en el país recae en la habilidad política para ignorar los actos ilícitos

Christopher Lingle es doctor en economía, finanzas y política, conocimientos que ha divulgado en instituciones de diversos países. En la actualidad, es catedrático de la Escuela Superior de Economía de la Universidad Francisco Marroquín. Además, se dedica a analizar la corruptela y la vinculación de la clase política con ésta.

Preocupado por el futuro político, económico y social de Guatemala, Lingle cuestiona con firmeza capacidad que los políticos tienen de ?creer que esconden? los escándalos de corrupción, tolerados o propiciados por el Gobierno actual.

Lingle insta a seguir el ejemplo del pueblo argentino que, ?por vergüenza?, demanda nuevos políticos al frente de ese país sumido en la crisis.

Usted ha señalado que la política propicia los espacios para la corrupción. ¿Cuáles son sus argumentos?

La política se vale de la coerción, porque utiliza la fuerza o la imposición para conseguir lo que necesita.

Además, propicia los espacios para la otorgación de privilegios, dependiendo del nivel de colaboración de los afiliados o allegados al partido de turno. Y no importa si las personas han trabajado duro para obtener estos privilegios. Ni siquiera importa si el trabajo que esta persona hace es bueno o no.

Pero, ¿por qué en estos casos no existe presión de la comunidad internacional para combatir y erradicar la corruptela?

Existe una tendencia a creer que en algún momento los sistemas políticos, sociales y económicos de los países del ?primer mundo? deben ser adoptados por países como Guatemala, y esto no es posible.

Los países pobres no pueden costear estos sistemas y tampoco las naciones con economías fuertes. Eso puede verse por la crisis que desde hace algún tiempo les aqueja a bloques como la Unión Europea y Estados Unidos.

Los gobiernos de los países en vías de desarrollo responden a presiones de gobiernos de países industrializados.

Entonces, ¿qué debe hacer Guatemala para castigar la corrupción si la comunidad internacional no interviene?

Debemos preguntarnos qué realmente necesitamos para provocar el despegue de la economía. Y estoy asumiendo que la meta como país es que la economía crezca.

En un país donde la densidad poblacional aumenta constantemente, también debe haber crecimiento económico paralelo. Creo que un ejemplo a seguir es el de Argentina.

¿No es inconveniente seguir ese ejemplo, si ese país sudamericano atraviesa una de sus peores crisis políticas y económicas de su historia?

Lo que sucedió en Argentina sirvió para que el pueblo se diera cuenta de la poca vergüenza que tienen los políticos, los que se enriquecen a costillas de la pobreza de quienes los llevaron al poder.

Ahora es una vergüenza pertenecer a la clase política de ese país. Cuando tiene oportunidad, el pueblo les recuerda a los políticos que son los responsables de la crisis actual.

¿Debemos esperar a caer en una crisis similar a la de Argentina para exigir al Gobierno la persecución de aquellos funcionarios que han sido señalados por actos de corrupción?

No, pero deberíamos hacer lo mismo que los argentinos hacen cada vez que ven a un político en la calle: escupirle a la cara y recordarle que es por su culpa que no tienen dinero para seguir viviendo dignamente.

En Guatemala toda la gente sabe que la corrupción es profunda y que se abre camino a través del narcotráfico. Sin embargo, nadie dice nada. Eso es comprensible, por el miedo.

¿Y con escupir a los corruptos es suficiente para que la situación del país cambie?

Lo que pasa es que los políticos corruptos en este país no tienen vergüenza.

Ellos saben que la gente tiene conocimiento de que son corruptos, pero no les importa. Por ello tratan de esconder o creen que esconden todos los hechos ilícitos por los que son señalados.

Persistencia. ¿Eso es lo que recomienda?

Aunque parezca inútil que los analistas y la prensa den a conocer estos actos y que a la gente le importe poco, no debemos confudirnos.

Debemos seguir y seguir hasta que a la población le dé vergüenza ?lo caradura? de los políticos y demande, con fuerza, un cambio.

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