“La mayoría de personas, cuando cumplimos años, queremos recibir regalos, pero este año, agradecido por lo que Dios me ha dado, decidí que los que recibirían un presente serían los desamparados de la calle”, explica Kennet, de 37 años, quien fue apoyado por su esposa y su madre.
Su cumpleaños fue el pasado 2 de diciembre y este se convirtió, quizás, en el que más satisfacción le ha dado en su vida. Su noble gesto comenzó a las 17 horas y se prolongó durante la noche.
“Decidí que no recibiría obsequios pero obtuve más: la gratitud y bendiciones de quienes recibieron mi ayuda”, asegura Kennett.
Esta fue la primera vez que este joven guatemalteco hace un acto de bondad pero asegura que ahora lo hará constantemente.