“Aunque muchos de ellos tenían alguna dificultad para hablar, ver la sonrisa en ellos era como una meta cumplida para mí”, relata Charline.
Uno de los momentos más emotivos, según recuerda Charline, fueron las palabras de Don Tonito. “Platicamos mucho y se mostró muy atento a pesar que tiene problemas en sus ojos. Cuando terminé con el corte, él se levantó, me abrazó y me dio su bendición”, rememora con alegría.
Además de esas muestras de gratitud, su acción también le trajo otro emotivo momento: ver a su hija, quien mañana cumple siete años, con la disposición de servir a los demás sin recibir nada a cambio.
“Tener a mi hija Elaiza a la par, sonriéndole a todos y dando su mano a quien lo necesita, fue algo que aunque parezca pequeño es muestra de un verdadero amor”, dijo Charline.
“Todos tenemos la esencia de servir, solo es cuestión de abrir nuestro corazón y dejarlo actuar”, asegura la altruista.