La situación no es la mejor para miles de guatemaltecos que habitan en ese departamento, reconocido en las esferas urbanas del país por sus bellezas naturales como Semuc Champey, las cuevas de Candelaria o la laguna de Lachuá, entre otras.
Pero ya de por sí, la enorme dificultad que supone llegar a estos lugares es un indicador del abandono que ha sufrido Alta Verapaz por parte del Estado durante años, con carreteras en muy malas condiciones que dificultan la vida y el comercio de pequeños productores locales.
Recientemente se supo que el área rural del departamento concentra el 75 por ciento de los decesos por desnutrición aguda de menores de edad que han ocurrido este año en el país; además, con 137 niños que han muerto en los últimos cinco años, Alta Verapaz se ha convertido en el epicentro de esa tragedia humana.
Estos números de desnutrición aguda no son casualidad.
Indicadores
Para 2016, Alta Verapaz ocupaba el último lugar en el Índice de Desarrollo Humano elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con un total de 0.38 puntos, 0.11 décimas menos que la media nacional que, es de 0.49.
Y el contexto no ha mejorado desde entonces. Al contrario, en Alta Verapaz, un departamento regularmente húmedo, las tormentas Eta e Iota hicieron perder las cosechas a 32 mil 822 familias en el 2020, los fenómenos llegaron cuando ya la economía de las familias estaba en detrimento por las restricciones que trajo consigo la pandemia del covid-19.
Según un reporte del Ministerio de Agricultura, las tormentas que golpearon Guatemala en noviembre pasado, arrasaron con más de 15 mil hectáreas de cultivos, entre maíz, frijol, cardamomo y árboles frutales, la principal fuente de alimentación de las familias de subsistencia. Las pérdidas se calcularon, solo en Alta Verapaz, en Q161.48 millones.
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Eta e Iota impactaron con especial fuerza a aldeas como Campur, en San Pedro Carchá, o Santa Elena, San Cristóbal Verapaz, desde donde las personas ya comenzaron a migrar hacia EE. UU.
Hambre y pobreza
La clasificación integrada de fases de la inseguridad alimentaria, una estimación que elaboran importantes instituciones internacionales en todo el mundo, muestra que Alta Verapaz es el departamento que este año tiene a más más personas en situación de emergencia alimentaria, 106 mil 293, en total para este año.
Estas personas enfrentarán durante 2020 inseguridad alimentaria severa y carencia extrema para comer, y están a un paso de caer en hambruna. Para alimentarse se ven forzadas a adoptar estrategias de emergencia irreversibles, como la venta de sus bienes productivos.
Pero la economía ya estaba deprimida antes de las tragedias del covid-19 y de las tormentas del año pasado, y con ella también las condiciones socioeconómicas del departamento.
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014 dice que el 78.8% de los altverapacenses vive en pobreza —tienen una capacidad de gasto de menos de Q28 al día— y de ellos el 53.6% en pobreza extrema —menos de Q16 diarios—.
Esta medición es la más reciente que hay de ese tipo, y de acuerdo con la anterior, elaborada en el 2006, los indicadores de Alta Verapaz retrocedieron.
El departamento es uno de los peores en cuanto a proporción de partos con asistencia de médico o ginecólogo, así como en a la cantidad de población que tiene acceso a agua entubada y a sistemas de saneamiento.
Pobreza y desnutrición
El Censo de Población y Vivienda 2018 reveló, entre otros aspectos, que Alta Verapaz tiene un millón 215 mil habitantes, es el segundo detrás del departamento de Guatemala, también que el 68.5% de su población está compuesta por niños y jóvenes desde 0 hasta 29 años, y que el 93% pertenece a algún grupo maya.
Además, es el departamento con el índice de alfabetismo más bajo, 66.2%, y en relación a condiciones de vida, el 35% de los hogares no tiene electricidad y utilizan para iluminarse, gas o candelas, y el 87% cocina con leña.
Alta Verapaz también lleva años de figurar en los primeros lugares de los listados de casos de desnutrición aguda en el país.
Aparte, según los datos más actualizados del departamento, el 50% de los menores de cinco años tienen deficiencia de su talla y peso, es decir, padecen desnutrición crónica. El número está por encima de la media nacional que es de 49.7%.
Abandono
El abandono por parte del Estado que ha sufrido Alta Verapaz se dejó sentir en la reciente emergencia por las tormentas tropicales. A más de siete meses de su paso, las comunidades casi han sido olvidadas.
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La ayuda fluyó en las primeras semanas, pero ya en enero no se les puso más atención, dijo Juan Mus, dirigente comunitario de San Cristóbal Verapaz, uno de los municipios más afectados por los fenómenos naturales del año pasado. Ahí se encuentra Quejá, la aldea que quedó prácticamente sepultada por un alud.
“Aquí, cada día que pasa es día que empeoran las cosas y los niños son los más afectados”, dice Mus. En la aldea Santa Elena, a donde pertenece la comunidad de Quejá, es donde hay más desnutrición aguda, señala.
Los padres de familia a veces logran conseguir trabajo uno o dos días a la semana, dijo. “Las familias no tienen que comer en este momento y para no morir tratan de comer tortillas con sal o chile, o si bien les va, con frijol”.