“Cuando llegué estaba ardiendo todo y no se podían salir (los tripulantes), entonces corté unas ramas y empecé a apagar las llamas, bendito Dios, el que venía atrás al ver que ya no había fuego, se animó a saltar”, recuerda Hernández.
Por su lado Solares dijo que al ver a Hernández lo siguió, porque no sabía cómo llegar al punto donde estaba la avioneta, al percatarse que con las ramas podían apagar las llamas, se unió al esfuerzo, mientras eso sucedía, seguían los gritos de los tripulantes pidiendo ayuda.
“Cuando nosotros llegamos les empezamos a decir 'luchen, aguanten, sean fuertes', fue cuando sacaron fuerzas para salir”, recordó Solares.
Los tripulantes fueron identificados como Rodrigo Ibargüen de 53 años, (el piloto) y Manuel Alejandro Preza, 41, quien lo acompañaba.
Según relataron los vecinos rescatistas, Ibargüen al ver que habían controlado las llamas de un lado de la aeronave, logró saltar, y lo pusieron a salvo a unos pasos del siniestro. Presa, había perdido el conocimiento por lo que fue necesario desabrocharle el cinturón de seguridad y sacarlo.
Cuando Solares y Hernández habían logrado rescatarlos con vida, otros vecinos se sumaron al esfuerzo, entre ellos Melvin Boror, Rudy Ramírez y Gerson Rosales, quienes ayudaron a pasarlos por debajo de la malla y bajarlos con la ayuda de una escalera de madera, al patio de la casa que quedó a unos tres metros de donde quedó la avioneta, pues aseguran que los bomberos tardaron media hora en llegar.
Cuando estaban bajando a los heridos, la aeronave nuevamente comenzó a incendiarse, al punto que reducirse a cenizas.
“En la colonia hay cosas feas, hay cosas malas, pero también personas que luchamos y nos preocupamos por las demás personas”, resaltó Solares.
Trasladado
Según el informe de la Dirección General de Aeronáutica Civil, a las 16.20 horas, la aeronave habría sufrido una excursión de la pista, durante su rodaje para despegar, cayendo a tierra al finalizar la pista, justo en el límite de las mallas que dividen el terreno perteneciente al Aeropuerto Internacional La Aurora, y la colonia La Libertad, zona 13.
“En la colonia -La Libertad- hay cosas feas, hay cosas malas, pero también personas que luchamos y nos preocupamos por las demás personas”
Las operaciones del aeropuerto se suspendieron durante una hora y media, mientras los bomberos aeronáuticos del Servicio de Extinción de Incendios, junto con los bomberos Municipales y Voluntarios controlaron las llamas.
Los Bomberos Voluntarios trasladaron a los heridos al Hospital Roosevelt, Ibargüen presentaba golpes en el rostro y quemaduras de primero y segundo grado, mientras que Preza llegó con fracturas en las piernas y golpes en el cráneo, según confirmó el Departamento de Comunicación del Hospital Roosevelt. En el transcurso de la tarde de ayer, Ibargüen fue trasladado por la familia a el Sanatorio El Pilar y en la noche, Preza, al Centro Médico.
Satisfacción
Solares contó a Prensa Libre que tiene la esperanza que los tripulantes se recuperen del accidente que le pudo costar la vida, tiene presente las palabras de su madre que lo felicitaba por haber hecho lo que estaba en sus manos para ayudarlos.
“Uno no mide consecuencias, cuando quiere ir y salvar a otras personas, a mí no me importó quemarme al tratar de salvarlos, aunque el calor que se sentía era fuerte, pero lo importante es que se lograron salvar, si pudiera tener la oportunidad de abrazarlos y saber que están bien, me daría por satisfecho”, dijo Solares con lágrimas en los ojos.
“Dios me dio las fuerzas para llegar ahí y rescatarlos, me siento bien porque gracias a Dios llegué a tiempo, me siento honrado porque los sacamos en vida”, dijo Hernández.
Temor constante
Los vecinos que viven en el área cercana de la pista, relatan que cada vez que pasa un avión, sienten temor que pueda ocurrir otra tragedia como la sucedida el 21 diciembre de 1999, cuando un avión con 314 pasajeros cayó en esa colonia, 26 personas murieron y 73 resultaron heridas.
Este incidente sucedió a pocos metros de donde finaliza la casa de la familia García, en la 26 calle 12-62, en esa residencia viven seis personas, entre ellos dos niños y dos adultos mayores, todos estaban hoy en la vivienda cuando ocurrió el accidente.
Aurora de García, tiene 76 años y recuerda que escuchó cómo que caían piedras. “Es peligroso vivir aquí, pero no tenemos otra opción. Nos dijeron que nos iban a trasladar, pero eso fue hace muchos años y nunca lo hicieron. Cuando vienen los aviones, pasan cerca y uno vive con miedo que alguno le pueda caer encima”, relató García, que vive en esa casa desde 1968.