Las diferencias territoriales en estos municipios de Sololá han exacerbado la conflictividad, al extremo que el pasado 18 de diciembre un enfrentamiento se saldó con 13 muertos.
El prelado hizo un llamado al presidente Alejandro Giammattei para que el diálogo se desarrolle con seriedad lo que implica cumplir con lo ofrecido a las comunidades y no descontinuar las mesas, como ha ocurrido en el pasado.
¿Qué expectativas tiene de este nuevo proceso de diálogo que se inició en Sololá?
Como lo he dicho en otras ocasiones, soy optimista. Creo que la mejor forma de resolver problemas es dialogando y espero que verdaderamente se haga un dialogo que resuelva de una vez por todas esta problemática que tiene tantos años. Quienes van a participar en este diálogo deben tener una intención recta y una decisión firme de buscar soluciones.
¿Cuál debería ser la gran diferencia este proceso de diálogo para que dé resultados?
Creo que una de las condiciones indispensables es que haya una participación de todos los sectores representativos de estas comunidades y que no quede solo en manos de algunos líderes de quienes habría que verificar las intenciones con las que actúan porque muchas veces llegan a procesos de diálogo solo para ganar tiempo o mantener posiciones y un diálogo en el que las personas vayan con posiciones ya definidas y a la defensiva no va a dar resultados porque se trata de partir de cero y comenzar con una hoja totalmente en blanco.
Lo que usted dice es que los participantes deben ir dispuestos a ceder algo ¿sí?
En un diálogo todos tienen que salir ganadores, nadie puede perder y eso significa que de las partes involucradas, todos tendrán que ceder en algo y si esa actitud no está desde el inicio, el diálogo va a fallar. Repito, si las personas ya van con la decisión de que ‘aquí nosotros vamos a ganar’ el diálogo ya está perdido, sería una pérdida de tiempo y lo que se quiere es poner fin al conflicto.
¿Por qué cree que, en general en todo el país, los diálogos tienden a no fructificar?
Por un lado, porque hay razones históricas que se han metido en el alma de la gente, es como un tipo de atavismo histórico y moral que marca a las personas. En segundo lugar, depende mucho de quienes van a participar. Yo pienso que habría que comenzar haciendo una experiencia —evaluación— psicológica de quienes participan en un diálogo, y para eso los psicólogos tienen metodologías, cuestionarios o preguntas, que ayuden a evidenciar las verdaderas intenciones de los participantes de un diálogo.}
¿Qué papel deben jugar los alcaldes municipales?
De lo que he visto, en Guatemala hay una actitud de desencanto y desconfianza de las comunidades hacia las autoridades, y hay que aclarar que un alcalde es la autoridad que más influye en un pueblo, pero usted sabe que llegan al poder por intereses político partidistas, entonces los alcaldes no son representantes del pueblo y cuando hay elecciones uno se da cuenta del número tan reducido con el que ganan las alcaldías, y eso quiere decir que no tienen una representatividad real y efectiva que hace que a la hora de la hora su palabra no tenga ningún valor. En ese sentido los alcaldes tienen una gran responsabilidad.
No sé cómo sea en Nahualá e Ixtahuacán, pero en San Marcos y aquí —Huehuetenango— el poder de las autoridades ancestrales es fundamental y ellos tiene que estar presentes en los diálogos.
¿Cree que la falta de confianza hacia las autoridades se ha transformado en falta de confianza a los diálogos?
Los alcaldes, hablo en general, muchas veces se pliegan más a intereses políticos partidistas que a meterse de lleno a las problemáticas de sus propios pueblos y ellos mismos no reconocen la presencia de autoridades ancestrales que hay en comunidades indígenas y eso no ayuda. Esto viene de hace muchos años, el abandono que va creando el Estado va creando desconfianza y entonces quedan vacíos de autoridades que son ocupados por otras personas que en algunos casos lo que quieren es que los conflictos se mantengan porque tal vez tengan intereses ocultos.
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El abandono del Estado en municipios donde hay focos de conflicto es innegable ¿Si la gente tuviera oportunidades de vida seguiría la conflictividad?
Pienso que no. Mientras las personas tengan comida, trabajo digno, servicios médicos bien atendidos… la gente está tranquila porque lo que quiere es vivir en paz, dignamente. Usted se puede imaginar a una familia que no tiene comida, que el padre no tiene empleo que los hijos se enferman y no tienen dinero para comprar medicinas y en el centro de Salud no los atienden, todo es va creando una frustración profunda que muchas veces está en el subconsciente, pero cuando hay conflictos se vuelve evidente y se transforma en violencia, desgraciadamente. La pobreza y la miseria en la que muchas comunidades viven es un caldo de cultivo para la conflictividad, agresividad y violencia que muchas veces llega a extremos. Todo tiene que ver con las frustraciones acumuladas a lo largo de siglos, y son gente de la misma raza y etnia, hablan el mismo idioma y sin embargo se matan, es ilógico para los que lo vemos desde afuera.
En 2020 el vicepresidente Guillermo Castillo intento liderar el diálogo, pero ya no siguió al frente, ahora el presidente Giammattei decide dónde se reunirían lanzando una moneda al aire. ¿Ve esto serio, qué llamado hace usted?
Para mí, seriedad en un dialogo es sinónimo de perseverancia, si no hay perseverancia está condenado al fracaso. Yo esperaría que el presidente haya tomado muy en serio la disponibilidad y haya hecho una ponderación de lo que esto va a significar en su agenda para participar en el diálogo, porque cuando uno le falla una promesa a una comunidad cuesta recuperar el prestigio. Ellos son así, usted dijo esto y usted lo tiene que hacer. Entonces, yo esperaría que el señor presidente no vaya a faltar a ninguna de las citas porque si eso ocurre, le garantizo que el esfuerzo se viene abajo, tal vez estoy exagerando, pero con las comunidades no se juega con la palabra, sí es sí y no es no.