Candelaria recuerda que por una jornada recibía de pago Q30 al día.
La etapa más compleja para ella fue separarse de sus esposo con quien vivió 12 años, fue entonces que para Candelaria la situación económica se complicó y la posibilidad de que sus hijos fueran a la escuela era aún más difícil, pues debían ayudar con tareas en la casa y también en las jornadas de su madre.
“Yo he trabajado en la agricultura y oficios domésticos toda mi vida para ayudar a mis hijos”, añade Candelaria.
Algunos de sus hijos venden artículos en los mercados de Palencia, otros pintan locales para sobrevivir.
A una hora y media de San José Pinula, Carmen vive con tres de sus hijas y algunos de sus ocho nietos, quienes cuida como no lo pudo hace con sus hijos cuando eran pequeños por falta de tiempo, pues trabajar en el campo debía ser prioridad para sobrevivir.
Para Carmen la educación de sus hijos fue importante, pero al asumir un rol de madre soltera imposibilitó a sus hijas para que continuaran estudiando.
El acceso al hogar de Carmen es remoto y de terracería. En época de invierno, confiesa, sufren con las inundaciones de la época.
Aun así, Carmen defiende que la educación que una madre puede dar a sus hijos desde el hogar es importante.
La precaria vida de Delfina
Delfina de Jesús Monzón Yocuté sufre de una enfermedad en la matriz desde hace cuatro años y una llaga en su pie izquierdo le han impedido trabajar a sus 88 años, antes de enfermar ha dedicado toda su vida a limpiar en casas.
Monzón es madre de dos hijos, pero vive en una vivienda sola. Para el sustento de ellos ha dedicado su vida a buscar casas para hacer limpieza o lavar la ropa. Ahora, sobrevive con ayuda de un subsidio de Q500 mensuales.
En una vivienda de mantas y lámina que pareciera caerse, es el único lugar que la acoge, en un terreno cedido por su hija, entre solloza eso podría ser suyo y podría tener una casa digna, según dijo Delfina, pero teme que su enfermedad le gane las ganas de seguir sobreviviendo de no encontrar una cura y trabajar como lo hizo por muchos años de su vida para llevar el pan a su casa.
“Es triste llegar a grande y enfermo”, dice Delfina
“Es triste llegar a grande y enfermo”, dice Delfina quien se despierta a las seis de la mañana para encender unos leños que le den calefacción y con ello también pueda preparar la comida.
La mujer de 88 años, desearía recuperarse y dice conformarse con curar la herida de su pie.
El sueño de Marta
Lourdes Estefanía y Cindy Velásquez Lemus son el tesoro más valioso para Marta Alicia Lemus, de 45 años, quien tiene ya 10 años de casada y en una humilde vivienda en aldea Los Tecomates, Palencia, vive junto a su esposo y sus hijas de 7 y 9 años.
Marta gana Q50 diarios cuando se dedica a cortar hortaliza en las plantaciones de los alrededores, a veces junto a su esposo quien perdió una pierna hace ya varios años.
Nació en la aldea El Paraíso, en el seno de una numerosa y humilde familia. La madre de Marta tuvo 15 hijos, tres de ellos murieron. Pero la triste historia de perder a un hijo se repitió en el caso de Marta, quien a causa de un aborto perdió a su primer hijo, ahora tendría 9 años, dice la madre.
Pero la triste historia de perder a un hijo se repitió en el caso de Marta, quien a causa de un aborto perdió a su primer hijo, ahora tendría 9 años, dice la madre.
“Quería tener hijos que fueran mío, pero los tuve ya bastante mayor”.
“Quería tener hijos que fueran mío, pero los tuve ya bastante mayor”.
Pese a la dificultad económica en la que la familia de Marta vive, la sonrisa de sus hijas quienes cursan primero y segundo de primaria en una escuela de la aldea, motiva a Marta para continuar en arduas labores de trabajo.