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Claudia Carranza, pionera en la investigación genética humana: Quiero poner al servicio de mi gente lo que aprendí

La científica Claudia Lorena Carranza Meléndez es pionera en la investigación genética humana en Guatemala e impulsora del tamizaje neonatal, que espera se convierta en una obligación en el país para detectar aquellos niños que están en riesgo de padecer desórdenes metabólicos serios que son tratables.

La científica Claudia Lorena Carranza Meléndez ha desarrollado varios estudios relacionados con genética en el país. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

La científica Claudia Lorena Carranza Meléndez ha desarrollado varios estudios relacionados con genética en el país. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Se formó en el extranjero en el campo de la genética, pero decidió volver a tierras guatemaltecas para emprender proyectos de investigación con el afán de ayudar en el diagnóstico y manejo de enfermedades entre su gente. El camino no ha sido fácil para Claudia Lorena Carranza Meléndez, quien es la única mujer investigadora con doctorado en genética en el país, y es directora del primer Instituto de Investigación Genética Humana de Guatemala.

Desde niña siempre buscó nuevos conocimientos. Su padre, un ingeniero agrónomo, despertó en ella el interés por la investigación al llevar a casa plantas que le enseñó a ver a través del microscopio. “Creo que parte de la semilla de hacer investigación salió por él”, comenta.

Se formó como licenciada en Química Bióloga en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Atraída por información genética contenida en el ADN y el estudio de enfermedades en humanos se aferró a la oportunidad de conseguir una beca para estudiar en la Universidad de Navarra, España, donde sacó un doctorado en Biología Molecular y Celular, con especialidad en genética.

Pero para obtener el título debió esforzarse el doble. Al llegar a España no tenía el mismo nivel de conocimiento de sus compañeros de salón en el tema de genética. “Me sentía en desventaja”, confiesa. Así que junto a los cursos del doctorado sacó otros para nivelarse.

Ese no fue el único reto que debió enfrentar. La beca solo cubría una parte de la matrícula, por lo que tomó el ofrecimiento de ser auxiliar de la cátedra de genética -aún sin tener mayor conocimiento del tema- para terminar de pagar la carrera.

“Durante el primer año muchas fueron las veces que pensé en regresarme”, indica Carranza Meléndez, quien era la única latina y guatemalteca en el salón de clases.

“El reto era terminar, pero también regresar al país, porque quería venir a ayudar a mí país y aportar lo que había aprendido. Sabía que acá (en Guatemala) no había nada de genética, pero quería regresar, no quedarme en Europa. Lo que aprendí quería ponerlo al servicio de mi gente”, agrega.

Trabajo de hormiga

Al volver a Guatemala, Carranza Meléndez comenzó a buscar espacios para hacer investigación en el campo de la genética, mientras compartía su tiempo con la docencia.

Hace diez años llegó al Instituto de Investigación Genética Humana de Guatemala -INVEGEN-, una oenegé de la Fundación Rozas Botrán, creada para dar asistencia y servicio en educación, prevención, diagnóstico y orientación al tratamiento de enfermedades genéticas, metabólicas humanas de mayor prevalencia entre los guatemaltecos. Hoy es su directora.

“Comenzamos con proyectos en leucemia, que era el área en que yo me había especializado, en cáncer. Acá no había nada en investigación molecular sobre leucemia”, señala.

Claudia Lorena Carranza Meléndez se especializó en España y decidió volver al país para poner sus conocimientos al servicio de la población. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

 

Estos estudios permiten conocer y orientar qué tipo de quimioterapia es la más adecuada para los pacientes, así como saber lo agresivo de la enfermedad o si es de pronóstico favorable. Las pruebas pueden usarse con otros padecimientos para no ir a ciegas con los tratamientos.

Al principio hubo resistencia, y gracias a la labor de hormiga, su trabajo comenzó a ser aceptado y a verse la utilidad de las pruebas.

Otro de los proyectos en los que se ha involucrado está relacionado con la sordera de origen hereditario. Carranza Meléndez observó una mutación genética que no se da en ningún otro lugar del mundo, solo en Guatemala.

“Me llena el ver que a lo mejor salvamos una vida, que con el tamizaje encontramos un niño con una enfermedad y que se hizo algo para que no tuviera retraso mental, eso me motiva”.

Se hizo un estudio de marcadores ancestrales y se confirmó que la mutación era de origen maya, que esta era la principal causa de sordera en Guatemala, específicamente en el occidente del país, según los resultados de la investigación que se llevó a cabo junto a una universidad de Miami.

“A lo largo del tiempo esas mutaciones son propias, y entre más sostengamos el proyecto vamos a ir sabiendo qué enfermedades genéticas son las más comunes en la población e incluso por regiones. Esa es la idea. Como somos un país en vías de desarrollo conseguir fondos no están fácil, pero poco a poco se va a avanzando”, menciona Carranza Meléndez.

Parte de los esfuerzos de la científica también se enfocan en lograr que el tamizaje neonatal sea un procedimiento obligatorio en Guatemala. Esta prueba permite detectar enfermedades metabólicas, que son de origen genético, y con ello prevenirlas a tiempo.

 

Claudia Lorena Carranza Meléndez está al frente del Instituto de Investigación Genética Humana de Guatemala –INVEGEM-. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

 

“Hay una enfermedad que se llama galactosemia. El bebé tiene una alteración genética que impide degradar el azúcar de la leche -galactosa-, si no se detecta en el primer mes de vida y se sigue con la lactancia materna y con la fórmula, una vez siga avanzando se comienza a acular en el cuerpo y a nivel cerebral. Cuando se dan cuenta de los síntomas, es cuando el niño comienza a tener signos de retraso mental y ya es irreversible”.

Con el tamizaje esto puede evitarse. Cada año en el país nacen alrededor de 400 mil niños y únicamente se hacen 45 mil de estas pruebas.

“Ya tenemos varios casos de bebés en los que se ha prevenido el retraso mental, eso es una gran satisfacción para nosotros”, mencionó la científica, para quien abrirse espacio en el campo de la genética no ha sido sencillo, no por su condición de género, sino por la falta de financiamiento que existe en el país para proyectos de investigación.

“Sí hay espacio para la mujer en el campo de la investigación, pero en el país las oportunidades son muy pocas, por eso hay fuga de cerebros”, indica.

Reconocimiento

Como parte de los logros que esta científica guatemalteca ha logrado está Premio al científico joven que obtuvo en el 2015, por parte de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de Guatemala y el Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Concyt) y la Secretaría Nacional de Ciencias y Tecnología.

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