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La situación es compleja, pues hay 217 municipios en rojo, según el último semáforo epidemiológico, cuando en febrero eran 49 los que estaban a ese nivel de alarma.
Cinco jefes ediles de territorios que desde el 30 de abril están en alerta roja mencionan a Prensa Libre que la población se ha relajado, las medidas ya no las acatan como al principio de la pandemia, hay reuniones masivas, conciertos y fiestas, y controlarlas se sale de sus atribuciones, se necesitarían acciones más drásticas, pero deben venir del lado del Ejecutivo para que ellos puedan actuar.
Amelia Flores, ministra de Salud, presentó la semana pasada una serie de medidas, como reducción de aforo en transporte público y comercios, y restricción de horarios, sin embargo, señaló que eran “sugerencias” para que las comunas implementen para disminuir la escalada de casos positivos de covid-19.
“Los que realmente saben de salud son los que deben poner el pecho en esta situación, los alcaldes estamos para apoyar, pero no para que nos den la rectoría de esta pandemia”, dice Víctor Guerra, jefe edil de Sanarate, El Progreso, pues no comparte que descarguen en ellos toda la responsabilidad.
En Sumpango, Sacatepéquez, la situación es similar, también está en alarma máxima. Las medidas impuestas hasta ahora son las que dicta el semáforo epidemiológico, aunque la extensión del territorio, la dinámica laboral y de comercio que se da en el municipio complica su aplicación.
Carlos Enrique Cubur, al frente de esa comuna, evalúa el reforzar algunas medidas. Reconoce que necesitarían de una normativa respaldada por el Ejecutivo para establecer restricciones más drásticas. Pero “no podemos dejar de lado que de nuevo repercutirían en la economía del país, sin embargo, si esas acciones ayudan a salvaguardar la vida habría que hacer el sacrificio”.
En el mapa, Tecpán, en Chimaltenango, también está pintado de rojo. Los contagios son altos, como también las muertes. “Hay hasta cuatro entierros de personas con covid-19” a la semana, refiere el alcalde Obispo Pablo Puac, que desde el comienzo de la pandemia mantiene los espacios públicos cerrados, y en la localidad se siguen las medidas sanitarias establecidas en el semáforo epidemiológico.
Los jefes ediles, dice, han pedido acciones más radicales para frenar la epidemia en sus municipios. “Lamentablemente a nivel del Ejecutivo lanzan la responsabilidad y dejan a discreción de los alcaldes las medidas a tomar, cuando no está dentro de nuestra competencia dictar a qué hora debe cerrar un negocio”.
Joel Justino Esquit, alcalde de Patzicía, señala que están haciendo su mayor esfuerzo para contener la problemática, pero las restricciones deben abarcar a todo el territorio nacional. “No puedo cerrar solo yo mi municipio. Tendríamos problemas con la gente, no todos entienden”, dice.
A las medidas debe sumarse la vacunación, a criterio de la alcaldesa de La Gomera, Escuintla, Floridalma Morales, pero en los últimos 15 días al municipio solo llegaron 200 dosis para colocar refuerzos.
“Nosotros podemos ejercer un poco de control, pero no tienen que dejarnos solos, porque quién está a cargo y tiene el sartén por el mango es Salud”, menciona Morales, al señalar que además de vacunas, en el municipio hay escasez de pruebas para detectar casos positivos de covid-19.
¿Hay que retomar medidas de restricción más drásticas?
Con casos positivos de covid-19 que en la última semana ya superó los 2 mil 800 contagios diarios, y con reporte de muertes que no baja de las 50 por día, las cifras rozan los registros del primer pico de la pandemia un año atrás.
Las camas continúan sin ser suficientes en los hospitales para atender los cuadros severos, sin medicamento y con personal sanitario que demanda salarios y contratos, la condición del sistema salud no ha mejorado.
Nancy Sandoval, infectóloga, presidenta de la Asociación Centroamericana y del Caribe de Infectología -ACENCAI- y de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas -AGEI-, indica que ante esta situación se necesitan medidas contundentes, como declarar un Estado de calamidad y priorizar acciones epidemiológicas enfocadas a bajar la transmisión -disminuir la movilidad, confinamientos, promover el diagnóstico y seguimiento de casos-.
“El país se encuentra al borde de un descontrol mayor, en el que no tomar medidas de prevención drásticas es un enorme desacierto que se pagará con vidas innecesariamente”, menciona la médico, que hace énfasis en ampliar la cobertura de vacunación para reducir la enfermedad y evitar más muertes.
La semana pasada las autoridades de Salud reconocieron que el incremento de contagios viene desde los días posteriores a las fiestas de fin de año.
El 11 de enero el presidente Alejando Giammattei planteó la posibilidad de establecer nuevas restricciones. “Sí hay que tomar medidas… Todas las medidas están sobre la mesa, las vamos a analizar, desde no hacer nada hasta un cierre”, dijo en ese momento. Nada sucedió.
El 14 de abril pasado el mandatario volvió a plantea dicha posibilidad, pues el día amaneció con el reporte de 37 muertes y una positividad del 21 por ciento.
“… ya llegó el momento de extremar medidas y pedirle a la población que aceptemos las medidas y que podamos colaborar todos en lograr disminuir la cantidad de contagios”, dijo e impuso estado de Prevención, con reducción de aforos al 25 por ciento y nuevos horarios para la ley seca, se limitó reuniones públicas o privadas al aire libre y manifestaciones.
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Después de la Semana Santa hubo otro repunte, y uno más tras la celebración del Día de la Madre. Los casos van en aumento desde entonces, al igual que las aglomeraciones y el relajamiento de la población.
Sandoval insiste en que dada la actual situación las medidas a tomar deben enfocarse en disminuir el alza de casos, cuando en el país ya se detectaron nuevas variantes del covid-19.
Las restricciones de movilidad son parte de las acciones a contemplar, sin embargo, Sandoval señala que estas causan una disrupción social y económica generalizada, por lo que es necesario hacerlo incluyendo una transición progresiva para relajarlas a la vez que se mantiene la pandemia bajo control, lo que no ha sucedido en Guatemala.
Pensar en cerrar el país como ocurrió el año pasado sería contraproducente para la economía, dice Paul Boteo, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Desarrollo. Se vio en el segundo trimestre del año pasado, la economía cayó 8.9% y se perdieron miles de empleos formales, efecto que se dejó sentir en el siguiente trimestre. Al levantar las restricciones la economía se ha ido recuperando.
“En países como los nuestros, donde la economía es tan frágil, donde la mayor parte de la población está en la informalidad, la estrategia que se tiene que aplicar es una vacunación acelerada”, indica Boteo, pero también el reforzamiento de las reglas que están establecidas actualmente, “que se hagan cumplir”.
Mientras que Jörg Daum, presidente de la Cámara de Comercio e Industria Guatemalteco-Alemana, indica que un cierre total del país no ha sido una solución en Guatemala, lo importante es seguir con las medidas básicas de seguridad, mascarillas, lavar manos y el distanciamiento social, y que deben reforzarse hasta que en el país se logre vacunar a más del 70 por ciento de los guatemaltecos.
Para Hermann F. Girón D., presidente del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), sobre un eventual cierre de actividades para contener los contagios, señaló que no sería el mejor camino porque “la suspensión de actividades económicas solo puede generar el empobrecimiento de familias que dependen de la actividad económica para generarse ingresos”.
Girón, por el contario, insistió en que “se ha comprobado que las medidas de bioseguridad y la utilización de insumos apropiados de prevención, son muy efectivos si se siguen al pie de la letra”, por lo que desde las cámaras empresariales se han hecho esfuerzos particulares para generar conciencia entre la población de lo Importante que es seguir protegiéndose.
El presidente del Cacif señaló que “un encierro no garantiza que los jóvenes, por ejemplo, dejen de salir, y recordemos que ellos pueden afectar a las personas con las que están conviviendo”. Agregó: “Es importante recordar que los encierros se dieron en todo el mundo mientras se robustecían los sistemas de salud y se preparaban para atender esta emergencia sanitaria. Hoy, a más de año y medio de haberse iniciado la pandemia, los gobiernos han tenido tiempo suficiente para prepararse, abastecerse y organizar su gestión”.
*Con información de Natiana Gándara