Por si la suspensión de clases para evitar el coronavirus no fuera suficiente, hay estudiantes que ven amenazada su continuidad académica por no tener acceso a una computadora o a una conexión de internet, puesto que ante las restricciones varios los establecimientos educativos imparten clases en línea: una modalidad que para unos es una alternativa viable pero para otros puede ser la diferencia entre comer o no.
Blanca Lidia Chamalé es una vendedora ambulante que se ganaba la vida en el mercado La Venezuela, en la colonia Nimajuyú, zona 21 capitalina, pero las autoridades municipales le han vedado el ingreso por tener 57 años, una edad que consideran vulnerable ante el nuevo coronavirus.
Esto le impide poder apoyar en sus estudios a sus cuatro hijas, que estudian los grados básicos en la jornada vespertina del Instituto Normal Mixto Rafael Aqueche.
Llevan dos semanas sin poder enviar o recibir tareas pues la vecina que les prestaba un teléfono inteligente dejó de residir en el área de La Arenera, zona 21.
Esfuerzo y pobreza
Esta historia no es única. En una de las aldeas de Zacapa vive el estudiante David González, que también ha encontrado limitaciones para recibir clases a distancia.
Su familia solo tiene un “frijolito” para recibir llamadas y la señal de la televisión abierta no llega hasta su comunidad. Sus deseos de superación impactan contra la ausencia de recursos económicos.
“A veces me pongo a repasar algunos ejercicios del año pasado, para no perder la práctica del estudio, y también seguir con la lectura de algunas palabras”, contó el estudiante.
Agregó que en su comunidad ni siquiera hay librerías para comprar hojas y lapiceros. “En mi casa no se cuenta con nada. No sé cómo hacer para poder estudiar”, dijo González.
Obligados a trabajar
El Instituto Rafael Aqueche tiene registrados en la jornada vespertina a 360 estudiantes de los niveles básico y diversificado. De estos, 20 no han dado señales de vida desde que se suspendieron las clases.
Freddy Cruz, director del establecimiento educativo, explicó que los estudiantes “desaparecidos” son de primero básico y sospecha que su ausencia se debe a que se vieron obligados a regresar a sus pueblos de origen para ayudar en la economía familiar.
“Muchos niños en la mañana pertenecen a sectores de la economía informal y por la tarde van a estudiar, pero muchos de ellos vienen del interior del país, entonces muchos padres de familia, ante esta situación, optan por regresar a su pueblo porque es más barata la vida en una aldea rural que en la ciudad. Ellos acá pagan un cuarto y todos sus tiempos de comida”, comentó el director del instituto.
Cruz pidió a la Dirección Departamental de Educación apoyo consistente en una campaña masiva para que los padres de familia no saquen del sistema educativo a sus hijos, porque asegura que cuando los jóvenes comienzan a trabajar es difícil que regresen a las aulas.
“Ellos —los estudiantes— ganan sus propios centavitos y, a la edad que tienen, ganar una cantidad pequeña es mucho; entonces se enamoran del trabajo”, comentó.
Insumo para pocos
Algunos establecimientos educativos que no cuentan con suficientes recursos para dar clases en línea han optado con crear perfiles en Facebook para compartir con padres de familia y estudiantes las tareas.
Un ejemplo es la Escuela Oficial Urbana Mixta Número 150, en el asentamiento El Quintanal, la cual comparte en esta red las tareas, lo que permite interacción entre padres de familia, estudiantes y docentes.
La opción resulta útil para quienes tienen la posibilidad de contar con un teléfono inteligente con internet, pero aunque esta sea una herramienta aparentemente habitual, la realidad demuestra que no todos tienen acceso.
El Censo de Población y Vivienda del 2018, al evaluar entre 12 millones 528 mil 937 personas mayores de 7 años la accesibilidad a internet, estableció que solo tres millones 673 mil 979 tienen acceso a este, lo que demuestra que más de ocho millones de personas en Guatemala no tienen acceso a internet.
Además, un informe publicado por Yi Shu, experta en márquetin y tendencias digitales, señala que, en Guatemala, del total de personas que tienen acceso a internet solo un 45 por ciento utiliza redes sociales, a pesar de que existen en el país 21.12 millones de conexiones telefónicas, según el estudio.
Colegios aventajan
En contraste con las historias anteriores, en planteles privados el cierre no ha sido un impedimento para que los estudiantes continúen la preparación académica desde casa.
El colegio Los Olivos del Norte, que funciona en la zona 18 capitalina y tiene alrededor de 600 estudiantes, utiliza las nuevas tecnologías para evitar retrasos académicos.
“—Las clases— están siendo impartidas a través de la plataforma Zoom —aplicación digital— y afortunadamente tenemos ya una semana y piquito de estarla usando. Anteriormente lo estábamos haciendo a través de un link —enlace— que se repartía, y se le daban las guías a los estudiantes”, explicó Luis Fernando Montenegro, propietario del plantel educativo.
Entre los estudiantes de este colegio, solo dos no cuentan con servicio de internet domiciliar, por lo que se les facilitan métodos académicos mediante correos electrónicos y videos tutoriales que se suben a la red social YouTube y que pueden ver posteriormente en algún café internet.
“Tengo que reconocer que los padres han hecho un gran esfuerzo. Los que no tenían internet buscaron cómo conectarse y lo han logrado”, expresó Montenegro.
Urge inversión
A criterio de la exministra de Educación y analista María del Carmen Aceña, es primordial que la cartera educativa redistribuya sus recursos económicos en favor de las nuevas tecnologías, para evitar que los inconvenientes causen deserción de niños y jóvenes de escasos recursos.
“En los últimos 10 años, el presupuesto de Educación se ha multiplicado por 2.5, pero todo se ha ido en pactos colectivos. Entonces no se ha priorizado realmente la inversión en tecnología y ahora nos damos cuenta de la importancia, pero es un poco tarde”, manifestó Aceña.
La exfuncionaria afirmó que sería importante que al momento de que se retome el ciclo escolar continúe durante noviembre y diciembre, y si la suspensión llega a ser mayor, propone que el ciclo escolar avance sin que se otorguen vacaciones, debido a que cualquier otra decisión pondría en desventaja a los estudiantes de escuelas públicas.
“Estamos condenando a los jóvenes que no tienen acceso a la educación privada a que no se eduquen (…). Hay que comprometer a los maestros a que después de la pandemia vayan a trabajar en los meses de noviembre y diciembre, porque prácticamente esto ha sido un paro y aquí todos nos tenemos que apoyar”, comentó.
No creen en abandono
El viceministro de Educación, Héctor Cermeño, considera que no es momento de hablar de abandono escolar, ya que esa cartera ha implementado un plan de educación a distancia utilizando los medios de comunicación y el internet.
“Nosotros estamos confiando en que los estudiantes estarán motivados para regresar a clases. Es por eso que la estrategia está buscando que tengan los materiales necesarios para que no pierdan esa motivación”, aseguró el funcionario.
En cuanto a los niños y jóvenes que no tienen acceso a internet o viven en lugares en los que la señal de los medios de comunicación no es adecuada, el Ministerio de Educación (Mineduc) entregará la próxima semana guías de autoaprendizaje en casa, valoradas entre Q1 millón 200 mil y Q1 millón 400 mil.
Según Cermeño, estos tomos se entregarán a las direcciones departamentales de Educación, para que hagan la distribución de la siguiente manera: 675 mil ejemplares para tercero y cuarto primaria; 599 mil 318 para quinto y sexto; 315 mil 289 para básicos, y 88 mil 714 para diversificado.
Los padres de familia tendrán que ayudar a los niños de preprimaria, primero y segundo grados con ejercicios que los maestros consideren oportunos.
“Si logran levantarse las restricciones por la emergencia y eventualmente hay un inicio de clases presenciales, este material inclusive podría continuar siendo utilizado por los estudiantes y los docentes”, puntualizó.
Preocupación continúa
Aunque las expectativas del Mineduc son altas, los padres viven la angustia por la futura preparación académica de sus hijos, que podría ser la llave para un mejor futuro.
En Xatinap Primero, Santa Cruz del Quiché, los niños se han alejado de sus maestros por no contar con las herramientas requeridas para recibir clases a distancia. José Xiquín es padre de cuatro pequeños que estudian en la escuela de la comunidad, y desde la suspensión de clases, el 16 de marzo, no han tenido comunicación con los maestros.
Afirmó que sí tiene un teléfono inteligente, pero no tiene dinero para adquirir los paquetes de internet.
Thelma García de Mijangos, de la zona 1 capitalina, forma parte de la Organización de Padres de Familia (OPF) del Instituto Rafael Aqueche y aseguró que todos los días debe invertir dinero para que su hija, de cuarto diversificado, acceda a las guías.
“Casi a diario le estamos metiendo una tarjeta de Q10, pero esta no tarda mucho y, la verdad, no alcanza”, dijo García.
Su hija, María Mercedes Mijangos, aseguró por su parte que se le dificulta comprender algunos trabajos porque el acceso a internet es limitado.
“La complicación es que dejan muchas investigaciones. No es igual que ir al instituto y recibir las explicaciones directamente de nuestros maestros sin depender de internet”.
Según la dirección de Planificación del Mineduc, cuatro millones 68 mil 985 estudiantes están inscritos para el ciclo escolar 2020, entre preprimaria, primaria, primaria para adultos, básicos y diversificado.
*Con información de Héctor Cordero y Wilder López