Del 2019 al 2022 la matrícula en el campus central ha tenido altas y bajas, pero predomina un aumento de inscripciones durante los años de pandemia. De 110 mil inscritos para el primer año en el 2019, pasó a 106 mil para el 2020 y luego comenzó a incrementarse el interés y para el 2022 eran 118 mil los estudiantes activos en esa casa de estudios.
A criterio de Edin López, coordinador de la Mesa Interinstitucional de Innovación Educativa y de la Asociación de Servicios para el Bien Común (Assebien), el crecimiento que hay en la matrícula de la Usac obedece a políticas de acceso que implementa la universidad, sin embargo, no queda claro el nivel de aprendizaje alcanzado por los estudiantes, pues la pandemia del covid-19 y los conflictos que mantienen cerrado los campus llevaron a clases virtuales “improvisadas” que dejan en entredicho la calidad educativa.
De la mano de ese aumento en la cobertura, López ve necesaria la ampliación de la infraestructura, de equipo y la preparación de los docentes.
Con más y menos matrícula
Los datos del Departamento de Registro y Estadística de la Usac muestran que las facultades que acaparan más estudiantes son de Ciencias Económicas y Ciencias Jurídicas, que sobrepasan los 20 mil estudiantes inscritos. Mientras que Ingeniería y Humanidades tienen más de 10 mil. Entre las cuatro unidades académicas se concentra el 64 por ciento del total de la población universitaria de la Usac.
En el reporte se observa que las carreras científicas tienen menor aceptación entre la población estudiantil. En Ciencias Médicas, por ejemplo, hay 9 mil estudiantes, en Ciencias Químicas y Farmacia rondan los 2 mil 700. Odontología mil 48 y Medicina Veterinaria y Zootecnia mil 630.
La Escuela de Ciencias Físicas y Matemática es de las menos populares entre los universitarios, los inscritos en el 2022 eran 193. Esto ya incluye un aumento en el interés por las ciencias exactas, ya que en el 2019 eran solo 129 los estudiantes que preferían estas carreras.
Entre las razones de este comportamiento López menciona como una primera hipótesis que los mecanismos de egreso de facultades como Ciencias Económicas y Humanidades son más eficaces, por lo que más estudiantes logran culminar la carrera para posteriormente insertarse al mundo laboral. Sucede lo contrario en Ingeniería, en donde la tasa de egreso es baja y los estudiantes tardan más años en obtener un grado universitario.
Pero en este punto, agrega, es necesario analizar que, en esa flexibilidad para terminar la carrera, los mecanismos de egreso se han vuelto poco exigentes.
“Si soy un estudiante universitario me insertaré en la carrera que me dé más chance de egresar en el tiempo establecido, porque eso ‘supuestamente’ me va a habilitar al mundo laboral. En cambio, si me voy a una ingeniería voy a tardar 10 años”, reflexiona López.
Con las ciencias exactas, como Matemática, el interés disminuye. Entre las razones está que representan un desafío mayor para los estudiantes, porque no tienen todos los aprendizajes necesarios para avanzar en la trayectoria educativa universitaria, hay una débil formación en esas materias desde el diversificado. Por ello, los estudiantes prefieren carreras donde puedan avanzar sin complicaciones, como las áreas humanísticas o sociales.
Además, carreras como Matemática y Física, al ser tan especializadas, las oportunidades laborales son limitadas en el país y migrar es la opción; es ahí cuando ocurre la fuga de cerebros.
López indica que se tiene la percepción de que a mayor escolaridad o trayectoria educativa las personas obtendrán trabajos mejor remunerados. De esa cuenta los jóvenes están optando por formarse en carreras que les dé un ingreso inmediato. Esa podría ser la explicación que la matrícula de carreras como las que se imparte en Ciencias Económicas sea más robusta.
Sin embargo, “lamentablemente en el país no se están abriendo los espacios para los profesionales que están egresando. Es algo que necesitamos ver como país, no solo como universidad, porque si los jóvenes no ven una oportunidad laboral no continuarán con sus estudios. Algo que sí puede hacer San Carlos son vínculos con empresas e instituciones para que los jóvenes puedan trabajar”, dice.
Participación femenina
Cada vez son más las mujeres que llegan a la educación superior. En cuatro años la participación femenina aumentó dos por ciento en la Usac, del 51 por ciento que representaban en la matrícula del 2019, el año pasado llegó al 53 por ciento.
En la actualidad se puede decir que son más mujeres las que estudian en la universidad estatal. En el 2022 había inscritas 63 mil 252, cuando hombres eran 56 mil 387.
“Históricamente los hombres han tenido más acceso a la educación, en cambio, las mujeres han luchado por tenerlo; se han ido posicionando en la sociedad para ingresar al nivel superior y no sueltan ese espacio educativo que han logrado alcanzar, eso es positivo”, dice López.
Ana Silvia Monzón, socióloga e investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), indica que el aumento de la participación de las mujeres en la educación universitaria comenzó en la década de 1990. Aunque tienen más acceso, en términos cuantitativos, su participación dentro de la universidad aún es limitada.
“Se reproduce el mismo sistema patriarcal que hay en otros espacios, y el rol de las mujeres se sigue asociado a los cuidados, y por eso han sido mayoría en Trabajo Social y en Humanidades”, dice Monzón. La brecha es grande en las carreras STEAM -Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas, en español-.
En efecto, en la matrícula general de la Usac las mujeres son mayoría, sin embargo, los espacios en Agronomía, por ejemplo, continúan limitados para ellas. En la esta facultad solo el 34 por ciento son mujeres. Lo mismo ocurre en Ingeniería, que representan el 19 por ciento de los estudiantes. En la Escuela de Ciencias Físicas y Matemática son tan solo el 22 por ciento de los inscritos.
La participación femenina es más notoria en carreras sociales y humanísticas. En la Facultad de Humanidades un 75 por ciento de población es femenina, en Ciencias Psicológicas es el 72 por ciento. En la Escuela de Trabajo Social las mujeres son el 93 por ciento, y en la de Ciencias Lingüísticas representan el 77 por ciento.
Tanto Monzón como López coinciden en que el patrón que se observa en la universidad es un reflejo de lo ocurren en los demás niveles educativos, los varones son los que tienen más acceso, en el área rural esto es más marcado.
Que la mujer tenga más espacio en carreras que están masculinizadas, como Ingeniería, requiere que la universidad desarrolle e implemente acciones y políticas que les garanticen mayor presencia en estos campos de estudio, donde también pueden destacar.